Acaba de ganar el Premio del Público como mejor actriz de serie o miniserie en los Premios Platino, por su protagónico en “Santa Evita”. Natalia Oreiro (Montevideo, 1977) llega a la acogedora sala de prensa, trofeo en mano. Ella y la estatuilla se parecen. Por la combinación negro y plata de la escultura y de su traje, y por el perfil esbelto y alargado.
Pero más allá de esos símiles anecdóticos, Oreiro sabe que el cuerpo de una mujer ha sido históricamente una carga pesada a los ojos de la sociedad. Y de eso también habla “Santa Evita”, la serie de Star+ basada en la extraordinaria novela de Tomás Eloy Martínez: un relato sobre cómo el cadáver de la mítica Eva Perón fue objeto de culto y de odio, de miedo y de fascinación.
Reunida con un pequeño grupo de periodistas de Latinoamérica, Oreiro contesta algunas preguntas. A El Comercio le toca el primer turno: ¿no es la fetichización vista en “Santa Evita” otra forma de la cosificación que sufren los cuerpos de las mujeres hasta hoy?
“Por supuesto, es una realidad absolutamente actual –responde la actriz uruguaya–. De eso charlábamos con Rodrigo García [el director de la serie]. El cuerpo de una mujer desnuda, sin vida, al servicio, al poder y a la vejación de hombres poderosos. Una fascinación morbosa que se tiene sobre ella [Eva Perón], porque además no puede defenderse. Por eso creo que lo que se le tenía y sigue teniendo era mucho miedo. Hay una frase de [Eduardo] Galeano que me encanta: el miedo del hombre a la mujer sin miedo”.
Para interpretar a la ex primera dama argentina, Oreiro tuvo que retarse a diversas transformaciones, y confiesa que en un principio no se sentía preparada. “Me encontré con un cuerpo distinto al mío, con una edad distinta a la mía, y con una voz diferente. Y eso me dio pánico. Porque yo nunca quise imitarla, ni a ella ni a Gilda [en el ‘biopic’ que hizo de la cantante] ni a ningún personaje que haya existido”, asegura la intérprete de la recordada telenovela noventera “Muñeca brava”.
EL PESO DE LA HISTORIA
En este íntimo encuentro con la prensa, como parte de los X Premios Platino, Oreiro admite que, hoy por hoy, lo que más busca en un personaje es “salir de la zona de confort”. “Siempre trato de resignificar mi vocación. Creo que soy así por naturaleza. Cuando me salí de la música, se trataba de eso. Para mí, tomar riesgos es una forma de vivir la profesión”, agrega.
De hecho, la decisión de interpretar a Eva Perón era evidentemente arriesgada, al tratarse de una mujer que sigue siendo venerada por muchísimos argentinos, pero que también provoca antipatía y rechazo en muchos otros adversarios del peronismo.
“Una siempre se expone a la opinión del resto, lo que no quiere decir que no te afecte. Pero si te quedas con tu opinión, no puedes arriesgarte. Y además, hasta cierto punto, todo lo que uno hace es político. Cualquier decisión que se tome. Y yo me considero una persona comprometida socialmente”, afirma la actriz de 45 años.
En esa línea, Oreiro recalcó lo difícil que fue este papel: “Me pasaba todo el día estaba escuchando sus discursos [de Eva Perón]. Fueron cinco meses de ser otra persona, con una historia de mucha oscuridad. Y hay que recordar que una es actriz, pero primero es persona. Mi emocionalidad está al principio de lo que yo interpreto. O sea, estaba haciendo una novela de Tomás Eloy Martínez, y aunque no soy Evita, soy yo la que está allí”, finaliza.