“The pervert is back” (…) Tell everybody the pervert is back”. La voz estentórea se oyó en todos los pasillos y pisos de la sede central de Hustler en Los Angeles, California. Tras un retiro momentáneo, empujado por el atentado que lo había postrado en una silla de ruedas, Larry Flynt regresaba rodando a toda velocidad para retomar las riendas del negocio fundado por él. “¡El pervertido ha vuelto! ¡El pervertido ha vuelto!”, perifoneaban para que todos se enteren, citando palabras del propio Flynt sobre sí mismo. En este caso, sin embargo, el pervertido no tenía el rostro de Flynt, sino el del actor Woody Harrelson, recordado protagonista de una anterior película dirigida por Oliver Stone y escrita por Tarantino, que hizo gala de una exacerbada violencia: “Asesinos por naturaleza”.
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A su manera, aquel pervertido también era un asesino. Para algunos, era un asesino de la moral y las buenas costumbres. Para otros, su voz era tiro de gracia contra la tradicional pacatería americana.
La escena sucede en el biopic que Milos Forman dirigió en 1996 (”The People vs Larry Flynt”), acerca del hombre que construyó un imperio sobre la base del puro y simple onanismo norteamericano. Porque ahí donde el sexo se olía había negocio; porque en esas portadas donde otros ponían rostros, hechos y personajes, él colocaría suculentos muslos, seductoras sonrisas y cuerpos fotogénicos, pero lo haría de tal modo que, a su lado, Playboy parecía un manual de parroquia, un libro de catecismo.
Pero muchos años atrás, cuando esas partes anatómicas no eran protagonistas, había un estómago. Y un estómago con mucha hambre. Fue una humilde casa rural en un pueblo de Kentucky – sin pollo, receta secreta o extra crispy-, el lugar donde nació, en 1942, Larry Claxton Flynt, Jr. Para cuando cumplió 22 años, ya había estado en el Ejército y en la Marina. Luego, abrió un club de strip tease que se convirtió en una cadena y, en 1974, fundó una revista que, junto a Playboy y Penthouse, se convertiría en referente del erotismo y el sexo sobre papel. Ese mismo niño que ganó sus primeros centavos vendiendo licor artesanal, es el hombre que, hasta hace menos de 10 años, facturaba 150 millones de dólares al año y cuya revista seguirá en pie más allá de su propia vida. El mismo que fue capaz de desafiar -en tribunales y públicamente-, a una sociedad norteamericana que estuvo a punto de crucificarlo. No lo lograron, pero a cambio sufrió un atentado que lo dejó postrado en una silla de ruedas para siempre. Todo, por incluir una escena de sexo interracial en su revista. Pero él siguió adelante, pensando que de la cintura para arriba sus ideas volaban, y de la cintura para abajo la vida rodaría. Al fin y al cabo, Flint era un Rolling Stone, muy a su manera: (I can´t get no) Satisfaction podría protagonizar el soundtrack de su vida, y siempre tuvo, de uno u otro modo, “Sympathy for the devil”. Eso, claro, a pesar de que durante algunos años “aceptara a Cristo” por intermediación de su amiga Ruth, la hermana evangélica del expresidente norteamericano Jimmy Carter.
Si bien Hustler empezó con el pie derecho, fue con la publicación de unas fotos de Jacqueline Onassis (antes Kennedy) desnuda en una isla griega -no posadas, sino tomadas por un paparazzi- que la revista se convirtió en un boom y llegó a vender unos 3 millones de ejemplares al mes. Luego, vinieron varias disputas con los bandos más conservadores de la sociedad estadounidense de los años 70, y decenas de acusaciones y demandas por obscenidad frente a las que él enarbolaba la Primera enmienda de su constitución como defensa, pues lo suyo, afirmaba, era libertad de expresión, en su más desnudo estilo. La misma libertad de expresión con la que publicó un aviso en el que, supuestamente, el predicador Jerry Falwell, muy querido y famoso en aquel entonces, contaba que su primera relación sexual fue con su madre en una letrina y que sermoneaba a sus seguidores completamente borracho. ¡Ave María! El juicio que los enfrentó es uno de los ejes principales de la película de Milos Forman mencionada inicialmente.
Larry Flynt, un personaje que se regodeaba en ser desagradable, faltoso, insolente con la ley y el orden establecido, se convirtió, de pronto, en el adalid de la libertad de expresión de un país gobernado por el conservadurismo de Reagan. Una especie extraña de superhéroe, un Pornoman en Ciudad Erótica. Hace unos años, cuando su revista ya sumaba más de cuatro décadas de salir publicada ininterrumpidamente, el autor de este texto consiguió una entrevista con Flynt, que aprovechó para hacer un repaso de su vida.
Porque polvo somos, y del polvo venimos: La formación de un imperio
Han pasado más de 40 años desde que fundaste Hustler. ¿Cómo percibes el cambio de actitud en el mundo hacia la sexualidad desde entonces?
Nos hemos movido de un mundo donde alguien como yo podía ser demandado por tener una foto en pleno acto sexual, hacia un mundo donde cualquier cosa y todo puede ser visto con el clic del mouse. Es un mundo más abierto y más sólido.
¿Qué ha cambiado en tu propia mente desde entonces?
Nada ha cambiado en mi mente. Sigo siendo el mismo traficante de sexo que antes. Sólo me he vuelto más famoso de lo que era cuando empecé.
¿Por qué Hustler fue un fenómeno?
Hustler era ofensiva, incluso al punto de ser iconoclasta. Era nuestro propósito ser ofensivos. Siempre estábamos empujando los límites y eso solo impulsó la marca a través de los años. Así sea político, religioso o satírico, Hustler siempre ha tenido algo que decir y lo ha dicho con mucho orgullo y ofensivamente. Es sobre lo que construimos nuestra reputación y lo que le gusta a nuestra fiel lectoría.
¿Cuál es tu mejor recuerdo de los primeros años de la revista?
Los primeros días del club (su salón de strip tease) son mis recuerdos más queridos, junto a los primeros años de Hustler y su creación.
Ha habido miles de revistas sobre desnudos a través de la historia. ¿Cuál es el secreto para que Hustler siga siendo tan popular hasta hoy?
Nuestro descaro y disposición para publicar cosas que nadie más se atrevería. Así sea las escandalosas fotos de una celebridad, bathroom humor (tiras cómicas sobre funciones corporales), y nuestra acertada y despiadada sátira política, Hustler fue siempre relevante y siempre ofensiva.
El sexo y el poder
¿Qué sientes, hoy día, hacia la primera enmienda de la Constitución Norteamericana? ¿La sigues defendiendo hasta la muerte?
La primera enmienda me da el derecho de ser ofensivo. Si no vas a ofender a alguien, no necesitas la primera enmienda. No tengo tiempo para lidiar con los impulsos de personas que no pueden controlarse a sí mismas. Estoy en el negocio del casino y, todo el tiempo, tenemos gente diciendo que tenemos que ayudar con el problema de los apostadores. Yo digo: “¿Por qué? No tengo tiempo para lidiar con los problemas de las personas”. Creo que está muy claro que la voy a defender a muerte, viendo que casi muero una vez haciendo eso mismo.
¿Qué relación crees que el sexo tiene con respecto al poder en la actualidad? Recuerdo que, el 2011, publicaste el libro One Nation Under Sex sobre las aventuras sexuales de varios presidentes de Estados Unidos…
Bueno, el sexo y el poder siempre han estado entrelazados, algunas veces para mejor, pero la mayoría para peor. Creo que el sexo en la actualidad sirve para manchar a un político y generalmente desvía el foco de un importante asunto. ¿Es en verdad tan terrible que un político sea un esposo infiel mientras haga su trabajo? Si has de atacar a una persona por sus indiscreciones, asegúrate de que tu historia sea pura e inmaculada.
¿Qué te llevó a estudiar este tema con tanta pasión?
Por cerca de tres décadas he estado en el negocio de llamarles la atención a las figuras políticas en sus hipócritas mentiras. Si estos muchachos siguen haciéndolo en estos días, seguramente quienes crearon Estados Unidos tenían esqueletos similares en sus clósets. No me mal interpretes. Soy la primera persona en defender a un presidente infiel, pero creo que la discreción debería tener un papel importante. Después de todo, soy el responsable por la renuncia de ‘Bobo’ Livingstone. Es increíble lo que una recompensa de un millón puede hacer. (Nota: En 1998, Flynt, ofreció hasta un millón de dólares a cualquier fuente que diera información comprobable sobre historias sexuales vergonzosas que involucraran a congresistas o altos funcionarios del gobierno. El republicano Livingstone renunció a la Cámara de representantes, pues supo que lo habían descubierto).
Verdad o riesgo
¿Qué tan verdadero es el Larry Flynt que Woody Harrelson hizo en la película de Milos Forman? ¿Cómo trabajaron juntos para crear el personaje?
Woody estuvo genial. Me interpreta mejor de lo que yo lo hago. Pasamos mucho tiempo juntos, preparándonos para grabar la película.
¿Qué cualidades se formaron en ti creciendo en Kentucky, uno de los lugares más pobres de Estados Unidos en aquel entonces?
Al principio, especialmente creciendo en la pobreza, sabía que quería ser rico. Pensé que tener dinero equivalía a ser feliz. Al envejecer, he descubierto que ese no es el caso. Sí, el dinero ayuda, pero se trata de mucho más que eso.
¿A qué mujer famosa te gustaría tener en las páginas de tu revista?
Me gustaría ver a Jennifer Aniston en Hustler. Es tan hermosa y tan accesible. Hemos hechos tantos ofrecimientos a mujeres famosas para aparecer en nuestra revista que no puedo seguir la pista. Le ofrecimos (a través de sus agentes) a un par unos millones para posar. Nunca aceptaron.
¿Es verdad que fuiste amigo del predicador Jerry Falwell después del juicio que los enfrentó e, incluso, hasta antes de su muerte?
Sí, es verdad. Cuando Falwell y yo aparecimos en el programa Larry King Live después del lanzamiento de la película, me saludó con un abrazo. Fue uno de los momentos más raros de mi vida. Era la primera vez que estábamos en un cuarto juntos desde el juicio. Desde ese momento, nuestra relación cambió e hicimos un tour por el país debatiendo la Primera enmienda. Me venía a visitar cuando estaba en California. Hemos debatido política y filosofía e intercambiado tarjetas de Navidad. La verdad es que el Reverendo y yo tenemos mucho en común. Los dos somos del sur, con antecedentes muy pobres. Mientras más conocía a Falwell, más me di cuenta de que su persona pública era una caricatura maximizada de él mismo. Los dos sabíamos que él vendía algo y encontramos una manera de comunicarnos. Al final, estoy seguro de que yo nunca cambié sus ideas y él nunca cambió las mías; pero si una cosa puedo decir es que sí éramos amigos.
Una vez dijiste que Kennedy te inspiró mucho. ¿En qué sentido JFK te inspiró y cuál otro político lo ha hecho?
Mis ejemplos a seguir cuando crecía eran políticos y líderes mundiales en vez de actores. Cuando el presidente Kennedy hablaba, se me erizaba la piel. El hombre tenía una forma de expresarse que pocos podían igualar. Pensé que era un hombre increíble y muy profundo. Veo un montón de lo que hacía al presidente Kennedy especial en el presidente Barack Obama.
¿Cuál es tu relación actual con la religión y Dios?
Alguna vez tuve una experiencia religiosa muy profunda. La mayoría de la gente, cuando tiene una experiencia de haber vuelto a nacer, no encuentra con quien hablarlo. No van al doctor porque no quieren ser percibidos como enfermos mentales. Todo lo que pueden hacer es hablar con un miembro de su familia y son direccionados hacia la iglesia. En esa forma, se envuelven con la religión. Yo busqué psiquiatras inmediatamente. Mi psiquiatra simplemente me dijo que ellos no sabían nada del cerebro y tampoco los neurocirujanos. Me habló sobre correlaciones entre ciertas locaciones con grandes depósitos de yodo y el desorden maníaco depresivo. Esto se piensa que ocurre por una deficiencia de yodo en la alimentación. Todo es acerca de la sal. No es como pienso ahora. Estoy bajo medicación desde entonces y nunca he vuelto a tener esos pensamientos. Creo que la religión ha causado más daño que otras ideas desde el principio de los tiempos. Cada guerra se ha peleado por la religión. Cuando tanta gente ha muerto por ella, algo está mal.
Si tuvieras una segunda oportunidad en la vida ¿harías todo de la misma manera?
No. Usaría un chaleco antibalas para ir a mi juicio en Lawrenceville, Georgia.
¿Cómo crees que serás recordado después de tu muerte?
Bueno, ¡tenemos que ver qué pasa en el resto de vida que me queda! No pienso retirarme pronto. Todavía hay un montón de personas a quienes joder (risas). Después de que me muera, no quiero que se diga mucho de mí. Sólo entiérrenme y escriban mi nombre en la lápida. Si tengo algún legado que dejar, quiero que sea que luché por los parámetros de la libertad de expresión.
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