Es una foto maravillosa. La escritora al lado de su cantante más admirada, Patty Smith. El encuentro se dio hace poco más de un año, y para Nona Fernández fue un inesperado regalo que ofrecido por la escritura. Fue en un encuentro en la universidad Diego Portales, donde la artista estadounidense participaba de una charla dentro ella daba una charla dentro de la Cátedra abierta Roberto Bolaño. Ella fue a escucharla con su hijo, ambos diluidos entre el resto de ‘groupies’. Smith había leído un libro suyo, “Space Invaders”, ya traducido al inglés, y le había gustado tanto que no dejó de comentarlo en las redes sociales. Finalmente, al visitar Chile, entonces sacudido por las revueltas sociales, empezó a preguntar por ella en medio del auditorio universitario, donde había disertado de literatura, destacando ese libro en especial. El animador de la velada, el poeta Rodrigo Rojas, le dijo: “Oiga, pero la Nona está aquí”. Cuando la cantante preguntó por ella, la escritora empezó a esconderme, devorada por la vergüenza. “Fue mi hijo el que me dijo: ‘mira huevona, tienes que ir, tienes que ir a saludarla’”.
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Recuperando fuerzas, se acercó a recibir su abrazo. Luego Patti Smith cantó el clásico “People have the Power” y en medio del aplauso, ambas intercambiaron diálogo. “Fue un momento muy bonito”, recuerda la escritora, invitada a la edición virtual de la Feria del Libro Ricardo Palma de Miraflores. “Hasta el día de hoy nos escribimos, un intercambio cordial, con la distancia que hay que tener con una ídola como ella. Fue un regalo inesperado y hermoso. Lo tremendo era que, como estábamos en el medio de la revuelta social, no alcancé a procesarlo. Después de aquella conferencia teníamos que salir a la calle, cuidándonos de la policía si había alguna concentración. Dentro de ese torbellino mental, aquello fue hermoso y doloroso a la vez, parte del caos remecedor en el que estamos viviendo”, explica la autora de “Space Invaders”.
Pienso en aquella canción de Smith, “People have the Power”. En los años 90, un tema como ese lo habríamos visto con la condescendencia que reservamos a las canciones de Silvio Rodríguez u otros íconos de la canción de protesta. Estábamos demasiado decepcionados como para creer aquellas letras. Hoy día, sin embargo, los tiempos están cambiando, y tanto en Chile como en el Perú hemos visto cambios importantes surgidos del reclamo popular. ¿Crees que, como canta Patti Smith, la gente tiene el poder?
Efectivamente, venimos de una generación que se había desarrollado en el fracaso absoluto. Lejos de todas las utopías, donde nada resultó. El modelo económico se instaló sin importar lo que pensara o quería la gente. Pero hemos llegado a un momento en que ya no damos más. Y la gente, el pueblo, necesitó otra alternativa para su sobrevivencia. En ese sentido, la canción comienza a hacer eco desde la actualidad, no desde el fracaso ni desde la añoranza. Toca la actualidad, y eso para mí ha sido muy significativo. Desde la revuelta social chilena, los procesos que han ocurrido ahora han sido empujados por la gente en la calle, de manera pacífica y de manera no pacífica, hay que decirlo. Condeno la violencia, pero si la gente no hubiera salido a la calle como lo hizo, no estaría pasando nada de lo que ahora sucede. El referéndum para una nueva Constitución no ocurre porque lo organice una clase política, sino porque a la clase política no le queda otra alternativa. En ese sentido, pienso que la gente está tomando una dosis de poder, ha entendido que tiene una dosis de poder. Es la gente la que debería entregar las pautas para que el gobierno haga lo suyo, pero nunca hemos entendido ese rol. En el proceso chileno se está configurando una comisión que preparará la Asamblea Constituyente, que por primera vez en la historia va a ser paritaria. Pero ahora hay que ver quienes entrarán a esa asamblea. Estamos viendo la dificultad que tiene el pueblo de entrar a esa comisión pensada por los políticos, que no dan la posibilidad para que la gente entre, las organizaciones territoriales, los sindicatos y el tejido social. Esa es otra pelea más. Aquí en Chile hay una crisis de legitimidad y de representación muy grande. Y creo que a nivel mundial está pasando lo mismo. Allí es donde uno quisiera que la canción de Patty Smith se estuviera reactivando siempre, día tras día.
Esa falta de representación es la consigna que se ve en las marchas en diferentes países de la región. ¿Cómo ves el cambio en la manera de pensar de los jóvenes frente a nuestra generación? Entre los escritores de la década del 90 había cierta culpa con respecto al grito, miedo a convertir nuestra obra en un panfleto si pensábamos en términos de política...
Eso tiene mucho que ver con los modelos y los momentos históricos que nos tocó vivir. Yo soy hija de la dictadura, nací en dictadura, me desarrollé en ella y luego mi vida como adulta la viví en transición, consolidándose un modelo que nos pedía mirar al futuro y olvidar todo lo que había ocurrido. Es lo que ha sucedido en todo el continente: una profunda despolitización. Y eso también ocurre en parte de la literatura, aunque no todo el mundo se dejó permear por el modelo. Lo que ocurre ahora es que ya no da para más el modelo neoliberal. Yo siempre me sentí un bicho raro dentro de mi propia generación, justamente porque mis inquietudes eran más bien de una escritura más politizada, más enraizada en la memoria chilena, de rescatar lo que se estaba olvidando, lo que se insistía en borronear. Pero tampoco entendía hacia dónde había que ir, que era lo correcto o incorrecto, estábamos entrando a un mundo nuevo. A la edad que tenemos ahora, ya vamos entendiendo que todo es una gran mentira, por eso estamos donde estamos y nuestras sociedades están donde están. Y no podemos equivocarnos dos veces. Yo a los 18 años confié en los viejos políticos. Pensé que ellos sabían lo que era la democracia y que ellos tenían claro como debían hacerse las cosas, pues mi generación no conocía la democracia. Y ahora vemos que esa historia se vuelve cíclica, y vuelven los políticos a decirnos “déjennos a nosotros, nosotros sabemos, nosotros pauteamos este referéndum”. Esto ya lo viví. Pero los políticos no saben porque no se permean con la gente. La literatura, como la cultura en general, le pertenece a la ciudadanía. Como trabajadores de la cultura que somos, organizamos esos insumos y les damos sentido. Los escritores somos la escucha de un momento determinado de un contexto determinado. Vamos observando y recogiendo cada uno de esos momentos y vamos replanteándolos.
¿Desde Chile, como se vieron las recientes manifestaciones en el Perú?
Con mucha envidia por lo rápido en que pasaron las cosas, mucho más rápido de lo que pasaron aquí. Lo que habla de cómo son las clases políticas en Chile, mucho más duras de roer. Y espero que esto sea un efecto dominó. De hecho, la revuelta chilena partió después de que en Ecuador se generara una gran revuelta. Es un movimiento latinoamericano difícil y complicado. Pienso que la pandemia nos ha regalado la posibilidad de entendernos como un organismo, en el que los límites, las fronteras, las banderas, importan muy poco. Un virus no tiene política, no tiene lógica, hace lo que quiere. Ataca a todos y todas. Y hemos entendido lo frágiles que somos como humanidad frente a esta crisis sanitaria. Hemos entendido que lo importante es dejar de pensar en esos límites y pensarnos como un gran organismo que si no nos entendemos de forma unida, no funcionará. Es momento de dejar de mirarnos el ombligo.
¿La pandemia te ha dejado escribir? ¿Hubo otro viaje después de “Voyager”, tu más reciente libro?
Sí. Escribí algo con la urgencia de la revuelta y la pandemia. Uno de esos artefactos chiquitos que hago yo, que estaba escribiendo anteriormente pero que metabolizó todo lo que estaba basando, una escritura como solo se puede hacer en estos tiempos, cuando se suspende el juicio de comprensión y vivimos balbuceando, sin concentrarnos en nada. Lo titulé “Preguntas frecuentes” y lo escribí un poco para entender lo que estamos viviendo. Es un acopio de palabras y de imágenes para no olvidar este momento. Algo muy importante para mí es pensar cómo vamos a recordar esto después, y cómo van a querer que recordemos esto. Me parece importante acopiar material para que recordemos bien, para que nadie nos pautee los recuerdos, como siempre sucede .
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