El escritor británico Salman Rushdie ha presentado este lunes en Madrid Cuchillo: meditaciones tras un intento de asesinato (Random House, 2024), su libro más reciente, donde ofrece un crudo y conmovedor testimonio sobre lo vivido antes, durante y después del atentado a puñaladas que sufrió el 12 de agosto de 2022, en un anfiteatro de Nueva York.
En el auditorio del Ateneo de esta ciudad, acompañado de su colega español Javier Cercas y de la periodista Montserrat Domínguez, y frente a las más de trescientas personas que colmaron las butacas del recinto, Rushdie compartió sus impresiones de sobreviviente con la mayor naturalidad, refiriéndose sin titubeos a las secuelas físicas del ataque, a raíz del cual perdió la visión del ojo derecho y la movilidad casi total de su mano izquierda. También detalló el proceso de su recuperación sin una pizca de victimismo; muy por el contrario, abundó en comentarios sarcásticos acerca, por ejemplo, del trato que le depararon los médicos en el hospital («todos me estimulaban a que vaya al baño constantemente, se sentían muy aliviados cada vez que iba»).
Cercas se refirió a su amigo señalando que «al igual que los mejores escritores de la historia, Salman es un humorista y un ironista», y destacó que en Cuchillo («un libro breve, pero no menor, y sin dudas extraordinario») no haya lugar «para el rencor, ni el odio, ni la furia».
Desde que en 1989, a raíz de la publicación de Los Versos Satánicos, el Ayatolá Ruhollah Jomeini, líder espiritual de Irán, dictara una fatua contra él por considerar que ese libro insultaba al Islam y al Corán (la fatua implicó una sentencia de muerte, acompañada de un llamamiento público a la comunidad musulmana mundial para llevarla a cabo), el escritor pasó a vivir bajo un régimen de protección policial sin descanso. Durante más de tres décadas, el autor inglés se acostumbró a llevar una vida fuera de lo normal, rodeado de custodios día y noche, hasta que en los últimos años él mismo pidió relajar las medida de seguridad para volver a sentirse «un hombre libre».
De hecho, cuando en 2022 el estadounidense de origen libanés Hadi Matar, de veinticuatro años, se ensañó contra él asestándole cuchillazos durante medio minuto, no había vigilantes cerca del escenario neoyorquino donde sucedieron los hechos. «Nos descuidamos», reconoce Rushdie, acomodándose las gafas, que llevan un cristal polarizado en el lado del ojo herido. Además ha insistido en subrayar la paradoja de haber sido agredido durante un evento que fue concebido justamente «para hablar de la necesidad de mantener a los escritores a salvo de todo riesgo».
Tras pasar tantos años rodeado de guardias, se declara «experto» en materia de seguridad («puedo decir cómo ir en coche y cerciorarte de que no te sigan»), y ha dicho que es muy importante distinguir el concepto peligro del concepto riesgo: «el peligro es general, el riesgo es particular; el Rey siempre está en riesgo, en cambio, mi nivel de riesgo hoy es mínimo».
Durante la presentación, tanto Javier Cercas como Montserrat Domínguez coincidieron en que el nuevo título de Rushdie es un alegato contra el fanatismo en general, no solo con el de corte religioso; y que en estos tiempos, un libro como el suyo sirve como antídoto contra los discursos de odio esgrimidos por razones políticas y sociales.
Un periodista le consultó luego si, tras la muerte del presidente iraní Ebrahim Raisi (confirmada hoy), su relación con el gobierno de ese país podría mejorar. Salman Rushdie fue muy categórico en su respuesta: «No creo que quien lo sustituya sea un liberal. Además, lo único que sé de Irán, mi único punto de conexión con ese país, es que trataron de matarme».
En otro momento, en diálogo con El Comercio, recordó su paso por Perú en 2018, cuando sostuvo una charla junto a Mario Vargas Llosa en el marco del Hay Festival de Arequipa. «Después de ahí me fui al Cusco y llegué hasta la parte alta de Machu Picchu», añadió.
Con la presencia de autoridades del gobierno español, embajadores de diversos países, además de varios escritores destacados (María Dueñas, David Trueba, Juan Gabriel Vásquez, entre otros), el evento en El Ateneo de Madrid culminó con un prolongado aplauso de gratitud a un autor que, si antes del atentado del 2022 estudiaba la idea de abandonar la escritura, hoy, más vivo que nunca, solo piensa en prolongarla y defenderla.