Ser mujer en el Perú es vivir en un espiral de violencia, es avanzar diariamente por el laberinto de la inequidad. Nada descubro afirmando esto: lo sabemos, la evidencia quema los ojos, solo los dogmáticos de signo conservador elaboran forzadas explicaciones para mantener intacta la injusticia. Es cierto que en los últimos años hemos constatado algunas mejoras parciales con respecto a nuestro modo de pensar y de actuar, pero estas continúan siendo insuficientes: somos un país que disputa el récord de abuso sexual a naciones tan atrasadas como Etiopía o Bangladesh, seguimos manteniendo una espeluznante cifra anual de feminicidios y un importante sector de la sociedad está convencido de que una mujer merece castigo por desobedecer al marido o que una violación puede comprenderse por la forma en que decide vestirse.
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Los hechos son conocidos, reiterados en su horror. Sin embargo, las causas de la inicua situación de las peruanas suelen explicarse con una simplicidad a veces perniciosa, que no aporta ni perspectiva adecuada ni soluciones reales a las sevicias y crímenes con los que convivimos y que se han vuelto costumbre entre nosotros. Por eso “Ser mujer en el Perú. Dónde estamos y a dónde vamos”, ensayo firmado por la abogada Josefina Miró Quesada y el economista Hugo Ñopo, es muy importante. Se trata de un libro tan breve como sustancioso, didáctico e iluminador, que combina una gran carga de datos con un análisis que los interpreta y ofrece una mirada que no se encharca en los sesgos ideológicos, sugiriendo acciones y medidas destinadas a cambiar una realidad con la que nadie racional puede estar de acuerdo.
Ñopo y Miró Quesada aúnan esfuerzos para entender el porqué de dichas condiciones oprobiosas. Su faceta más terrible es la violencia basada en el género. Desde la rigurosidad de las cifras presentadas se nos advierte que el subregistro de denuncias por aquel delito dificulta establecer su real magnitud; no obstante, esta aproximación logra dilucidar las creencias y factores de riesgo que complejizan tanto el panorama. Una serie de circunstancias –individuales, familiares, comunitarias y sociales– interactúan con hechos específicos –el maltrato en la infancia, el excesivo consumo de alcohol, que el agresor gane un salario menor que el de la agredida– para desencadenar un conflicto latente y usualmente trágico.
A todo esto hay que agregar un aspecto contundente: la vulnerabilidad masculina que desea mantener sus privilegios, que no tolera una mujer aspirante a rechazar los roles resignados y sumisos que la sociedad le impone. Muchas veces la muerte es el precio de tal atrevimiento. Los autores aseguran que no es con mayores penas como conseguiremos detener o aminorar la tasa de feminicidios, sino con la prevención, a la que solo se dedica el 20% del presupuesto asignado para combatir la violencia de género.
Otro dato valioso que debemos tener en cuenta es que, durante los meses de campañas realizadas con el objetivo concientizar sobre la situación de la mujer, los feminicidios se disparan hasta un 37% debido a hombres que ven comprometido su control en esas fechas. La solución, desde luego, no es cesar esas campañas, sino tener cuidado en cómo formularlas y llevarlas a cabo.
Este libro repasa con acuidad otros vectores –el laboral, el familiar y el político–, aunque quizá el capítulo más interesante por sus conclusiones sea el enfocado en lo educativo. Allí se desentraña esa paradoja consistente en que las mujeres, gozando de una mayor tasa de escolaridad, perciben salarios hasta un 20% más bajos que los hombres. La presencia poco homogénea de ambos géneros en los campus universitarios, la propensión de ellas por elegir profesiones menos valoradas económicamente como las de letras y humanidades, el desprestigio de la carrera docente, mayoritariamente femenina, y la escasez de ambientes inclusivos donde las aptitudes de las chicas puedan desarrollarse sin preconceptos ni contextos hostiles constituyen una triada de difícil pero necesaria superación. Es también una cuestión de consolidar equilibrios: los colegios de estudiantes de un solo sexo tienden a mejores resultados en las áreas de ciencias que los mixtos, pero no por ello es factible sacrificar los beneficios de la coeducación, que son muchos y comprobados.
Nadie dijo que las soluciones a estos problemas fueran fáciles; en todo caso, libros como “Ser mujer en el Perú” son propicia herramienta para discutirlos con profundidad. Por eso hay que leerlo.
La ficha
Autor: Josefina Miró Quesada y Hugo Ñopo.
Título: “Ser mujer en el Perú. Dónde vamos y dónde estamos.”
Editorial: Planeta
Año: 2022.
Páginas: 149
Relación con los autores: cordial.
Valoración: 4 estrellas de 5 posibles.
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