Las coincidencias, como el éxito internacional, parecen estar siempre al lado de The Kooks. En 2006, cuando lanzaron su álbum debut “Inside In/Inside Out”, compartieron cartel con uno de los discos más icónicos de la década: “Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not” de Arctic Monkeys. Ocho años más tarde, con el lanzamiento de “Listen” en 2014, tuvieron que enfrentarse nuevamente a otro gigante de la industria musical: U2, que irrumpió en escena con “Songs of Innocence”. Aunque la presión de tales coincidencias los acompañó por un tiempo, la agrupación británica nunca ha seguido grandes estrategias a la hora de publicar nuevas canciones.
“Arctic Monkeys tenían más atención mediática, y no esperábamos vender más discos que ellos, pero al final lo hicimos. Aunque estas coincidencias sigan ocurriendo, nosotros somos de la vieja escuela, no nos guiamos por singles. Lanzar un álbum es mostrar una obra completa, independiente de todo lo que lo rodea. Es una forma de capturar un momento en el tiempo”, menciona el vocalista de la banda, Luke Pritchard, en entrevista con El Comercio.
Con el paso del tiempo, canciones como “Bad Habit” y “She Moves in Her Own Way” resonaron en la escena indie rock internacional, otorgándoles gran reconocimiento y siendo el inicio de sus giras mundiales. Pero no todo fue fácil. En 2008, tras el éxito de su primer álbum, surgieron rumores sobre una posible separación luego de la salida de Max Rafferty, el bajista original, quien se retiró de la banda tras varias ausencias por enfermedad y rumores de adicción a las drogas.
“Sí, casi nos separamos por ese motivo. Fue muy desafiante. No podía imaginar a la banda sin los cuatro juntos en ese momento, no lo entendía. Teníamos una gran química y éramos muy buenos amigos, así que fue difícil -confiesa Pritchard- Pero él estaba lidiando con problemas personales. No explotó de golpe, sino que vimos cómo todo se desmoronaba lentamente”.
A pesar de los altibajos, la banda se mantuvo firme y sigue cosechando éxitos que no parecen alterar la dinámica entre ellos. Han sabido reinventarse y adaptarse a los cambios sin perder su esencia. “Somos prácticamente hermanos. No como los Gallagher, pero la gente cambia con el tiempo y nosotros también. Encontramos terrenos en común y, de alguna manera, la música nos revitaliza, dejando de lado las asperezas”, explica Pritchard.
David Bowie y otros amigos
“David Bowie es nuestro dios musical, estudiamos su obra como si fuera una biblia”, revela Pritchard cuando habla sobre las influencias más importantes de la banda. Bowie no solo les otorgó el nombre a través de su canción “Kooks”, sino que también les brindó una inspiración clave en la forma en que abordan la creación musical, intentando replicar en su discografía el equilibrio entre canciones ligeras y temas más introspectivos.
Otra figura clave en la carrera de The Kooks es Mark Foster, de Foster The People. Durante una noche improvisada en Barcelona, ambos artistas crearon la canción “We Can Tell The Truth”. “Escribimos el tema en diez minutos. Fue uno de esos momentos en los que la frustración por los problemas sociales simplemente fluye en la música”, recuerda Pritchard.
Esa conexión con temas como el amor, la soledad y la complejidad de las relaciones interpersonales es lo que logra resonar en generaciones más jóvenes, gracias a su capacidad para conectar con emociones universales. “Naive”, una de sus canciones más emblemáticas, es un claro ejemplo de esto. Es su tema más popular, escrito a los 16 años e inspirado en una exenamorada de la juventud del vocalista. “Nunca pensé que esta canción tendría tanto impacto, mucho menos que a miles de kilómetros, en Perú, la escucharan. Sigue siendo un placer poder tocarla, aunque con cierto desconcierto”, comenta el cantante.
Con la promesa de aprender más palabras en español que varios de sus colegas de la escena indie que se presentan en Lima, Luke Pritchard prepara un reencuentro especial para su próximo concierto en la capital peruana. Además, adelanta que futuros discos estarán influenciados por el trabajo sonoro de David Lynch y su actual gran reto: ser músico y padre de familia.