Esa tarde en el Estadio todo era confusión y violencia. Es el 12 de setiembre de 1973. Un día antes, un violento Golpe de Estado había desatado la persecución y caza letal hacia cualquier militante de izquierda, joven con aspecto de insurrecto o cabello largo, músico, artista o intelectual que no fuera partidario del nuevo régimen recién impuesto. No había siquiera espacio para ejercer el lema de su escudo “Por la razón o por la fuerza”. Esto era la fuerza, no más, sobre todo Chile. Era el rigor de las metralletas lo que se imponía. Allí donde hasta hacía poco hubo música y sonrisas, cuando se realizaban los festivales de la Nueva Canción Chilena en ese mismo recinto, solo quedaba la prepotencia de las botas, los gritos y la sangre. En medio de ese infierno estuvo una joven de 18 años, Danai Höhne Stratigopoulou; de alma delicada, capaz de expresar belleza a través de un piano, una flauta o su propia voz. ¿Su crimen para ser forzada a ese encierro? Aspirar a la igualdad social y tener una amistad cercana con un muchacho de izquierda. En aquel entonces, además, frecuentaba un grupo de trovadores de la Nueva Canción, lo que la llevó a estar cerca del compositor peruano Celso Garrido Lecca y del emblemático Víctor Jara.
Las amenazas constantes y el lamento de los torturados remecían las paredes de aquel estadio con fuerza telúrica. La joven de 18 años está rodeada de dolor. En el mismo lugar, el propio Víctor Jara, también secuestrado ese día, yace adolorido en el piso de algún vestuario convertido en celda, escribiendo a duras penas el último poema que se le acredita, horas antes de ser asesinado: “Somos cinco mil”: “¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!/ Llevan a cabo sus planes con precisión artera sin importarles nada/ La sangre para ellos son medallas/ La matanza es acto de heroísmo”.
Tirando la puerta
Danai Höhne Stratigopoulou vivió este horror siendo un joven y frágil espíritu artístico. La rebeldía se le hizo, desde aquel 12 de setiembre, indispensable para seguir adelante. Gracias a sus lazos sanguíneos con Europa, sus pasaportes griegos y alemanes y la influencia de su madre, Mirka Stratigopoulou -fundadora del primer grupo de música latinoamericana antigua y primera bailarina del Ballet Nacional de Chile-, pudo ser liberada después de unas horas, aunque inmediatamente tuvo que salir del país exiliada, para evitar nuevos sustos. Rodrigo Ramírez, su cercano amigo de izquierda, estaba desaparecido. Desconcertada, Danai partió a Europa, sin saber bien para qué. “Mi mamá estuvo en el estadio brevemente, porque no estaba involucrada en la política”, nos cuenta Paula Höhne, una de las dos hijas de Danai –la otra es su hermana mayor, Ana-, desde México, donde vive hace muchos años. “Mi mamá se va exiliada y viaja a lugares como Alemania u Holanda, anda como vagando por Europa buscándose un poco la vida por unos meses. Hasta llegó a tocar la flauta traversa en los parques para sobrevivir. Pero, de pronto, llegaron noticias sobre mi papá: estaba vivo y en el Perú. Entonces, mi mamá, en una historia romántica al estilo Mujercitas, vende su pelo y logra comprar un pasaje para reencontrarse con él en Lima”, nos cuenta la joven que es producto de aquella gesta de amor.
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Aunque Danai llega a nuestra capital “con una mano adelante y otra atrás”, en palabras de Paula, se va a vivir con Rodrigo Ramírez, con quien años más tarde la tendrá a ella y a Ana. Danai era magnética por numerosas razones, pero no quería seguir usando su cabello rubio natural, así que optó por teñírselo de negro, para quedar con el look que se le haría eterno. Poco después, consiguió trabajo enseñando música en un colegio privado (N. de R: fue en el Colegio Belén). Celso Garrido Lecca, amigo de ambos, había tenido que salir también de Chile tras el golpe de Pinochet. Se reencontraron aquí cuando él estaba formando un grupo de canción social latinoamericana.
“La conocí en Lima, en el Conservatorio Nacional de Música, en setiembre de 1974. Danai era una música profesional del Conservatorio Nacional de Chile y parte del núcleo de trovadores vinculados al proceso de lo que fue el gobierno de Salvador Allende. Estaba con Inti Illimani, con Quilapayún, con Víctor Jara, con los hijos de él, con los músicos importantes de ese periodo que se inicia en 1970. Estando en Lima, se une a Tiempo Nuevo, que se estaba formando en aquellos años”. Quien habla es Aída García-Naranjo –conocida como ‘Mocha’- integrante de Tiempo Nuevo, ex ministra de la Mujer y la mejor amiga que tuvo Danai Höhne en nuestro país.
Los nuevos tiempos
Tiempo Nuevo tocó por primera vez en enero de 1975, en el Teatro La Cabaña. Fueron la reivindicación de la conciencia social en tiempos de la dictadura militar de Morales Bermúdez. En su repertorio estaban temas como Cuando tenga la tierra (que cantara también Mercedes Sosa), Canción del poder popular (Inti Illimani), A mi palomita (Quillapayún) y otras canciones de protesta, como A la salida de Casapalca, Tiempo de lucha, La libertad llegó o Cierra filas.
Durante los siguientes años, Danai, la alegre, cariñosa, carismática y libérrima cantante, viajaría por el mundo llevando el mensaje de la Nueva Canción, mucho más cercana a Silvio Rodríguez que a los afiches de Janis Joplin o las colecciones musicales de The Police, Jethro Tull o Pink Floyd que tenía en casa. Quizás por eso, cuando en 1983 se aleja de Tiempo Nuevo para iniciar su propio camino en el rock, con TV Color, pareció el paso más natural. Era 1984 y temas como El lenguaje de la ciudad, Crecer, La lluvia cae o Bajo control llamaron la atención por la fusión rítmica de su sonido. A pesar de su originalidad, no convocaron gran público ni duraron mucho.
“Tenía un registro de mezzosoprano, interesante, era una chica cultivada en Chile, así que le esperaba una gran carrera por delante”, asegura Mocha. Para ella, Danai sería en este momento, además, un ícono del feminismo. “No me cabe duda de que ella estaría como líder de un movimiento de mujeres en el Perú, como está Mon Laferte en Chile. Yo la vi y me recordó mucho a Danai. Desde su presencia física fuerte, contestataria, de romper moldes. Cuando la escuchaba hablar, podía estar escuchando también a Danai”, afirma. Su hija Paula está de acuerdo. “Hoy, su voz sería muy importante para la reivindicación feminista”, nos dice. “Ella estuvo nadando a contracorriente todo el tiempo en un país que no era el suyo, siendo mujer, madre soltera con dos hijas, con ideas de izquierda, exiliada, soltera, porque no se casó con mi padre, aunque tuvieron siempre una relación magnífica (a pesar de lo cual fue conocida por muchos como “Danai Ramírez”), y eso supone mucho. El paquete estaba grande y ella era una chiquilla. Era una mujer contra todo, que incursionaría ahora en un género predominantemente dominado por hombres, como el rock,”, afirma su heredera.
A pesar de tener tanto en contra, Danai supo sobresalir gracias a su talento, carisma y actitud. “Nosotras éramos muy chicas en aquella época, pero yo notaba que mi mamá era muy querida, muy admirada, la estimaban mucho, se notaba su atracción en el grupo y en la gente y, además, era nuestra mamá, así que todo eso estaba súper potenciado por esa razón”, nos dice entre sonrisas.
A todo color
“Era carismática, extrovertida, atrayente, divertida, graciosa, tenía un gran sentido del humor, era muy sencilla, era parte de su forma de ver el mundo y de comportarse hacia el mundo. Todo el rollo político que tuvo por la igualdad, la lucha por los derechos, y su salida de Chile la hacían un ser bastante especial. Y te digo, nosotros la recordamos como alguien afectiva, que tocaba mucho, que abrazaba mucho, muy expresiva, no le costaba nada decirte que te quería. A veces era demasiado quizás –ríe Paula al recordar-. Era muy genuina. No había maldad en ella. De hecho, creo que en muchas cosas pecó de inocente y de buenota”.
Después de TV Color, donde se reunió con Alberto “Chino” Chávez, ex compañero suyo en Tiempo Nuevo, Danai se integró a Pateando Latas, la agrupación con la que tendría los mayores éxitos de su carrera, convirtiéndose en la voz femenina más importante de la escena rockera peruana de los años 80.
“Como frontwoman era linda y muy carismática. Su presencia imponía, era atractiva, con una buena voz y una buena banda al lado. Es algo que no se ha repetido nunca aquí. En realidad, no ha aparecido nadie que la iguale. Ni en su época, ni 30 años después.”, nos dice Ayo Rivasplata, productor de Pateando Latas y uno de los gestores de esta primera recopilación en CD que incluye los temas remasterizados del EP Maquillaje sensual y del LP Ídolos (ambos grabados en 1987), realizada en colaboración con CAL Comunicaciones y Discos Eternos.
Nina Mutal, su coetánea, con la que se llevó muy bien, ha reconocido su talento, su actitud y su buena onda y hasta ha participado en tributos dedicados a Danai. En los 80, la escena nacional tuvo otras voces femeninas destacadas, como Roxana Valdivieso (quien cantaba los temas de sintonizados programas como Carmín o Gamboa), Piñín Folgado (carismática argentina que se unió a Fragil), Yesabella (Isabel Carbajal, sin ninguna relación con la vedette, que destacó con “Es peligroso” o “Verano caliente”), Támira Basallo y Salón Dadá o el mito subte María T-ta -de quien solo existen algunos videos y maquetas-. “Aunque parecen extremos distantes, tienen cosas en común –nos dice Fernando Pinzás, periodista que prepara una biografía sobre la cantante de origen griego-: las dos fueron mujeres, contestatarias, y desaparecieron repentinamente del país. Sería interesante imaginar un posible encuentro entre ambas. Danai era una figura muy adelantada para los conservadores años 80”.
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Quizás por eso, de entre todas las voces femeninas de su tiempo, es Danai quien sigue destacando con su propia fuerza y magnetismo.
“Salí de gira a Piura, Sullana y Paita cuando yo formaba parte de Hielo, Piñín Folgado lideraba Frágil y Danai, TV Color, creo –nos cuenta Fiorella Cava, luego vocalista de JAS-. Eso fue en 1985. Su entrega y su aura me encantaron. Willy Barrios (quien era nuestro cantante en esa época) fue directamente discriminado por los músicos de los otros grupos por ser gay (era el Freddy Mercury peruano). Pero fue defendido por Danai y también por Piñín. Me encantó su apertura, en una época en la que el bullying era “normal””.
La artista cuenta que Piñín Folgado también pasó por ello, “pero a Danai había quienes le gritaban “¡Yola!, ¡Yola!” en la Universidad de Lima, en el Campo de Marte o donde nos tocara salir a actuar. Ella los enfrentaba, pero era injusto”. Para Cava, aquella escena rockera “Se parece al ambiente salsero, al vernacular, al de la cumbia, al reggaetonero, etc. No importa el género musical. El patriarcado y su expresión machista son hegemónicos en nuestra cultura”.
“Hay que ser bien valiente para entrar así, de lleno, en un circuito preferentemente de machos. Esa sola incursión ya la hace merecedora de un lugar privilegiado en nuestra pequeña, pero tumultuosa historia del pop local”, nos dice, por su parte, Daniel F, quien en aquellos años ya destacaba en los escenarios subtes con Leusemia.
Pateando prejuicios
“Si Lima fuera de veras/ le pediría a su cielo/ que la flor de la canela/ no sea un moco en tu pañuelo”, decía Hevy Rats, el primer single con que Danai y Pateando Latas irrumpieron en la escena nacional. Pronto, aquel coro que decía “¡Esto es un infierno/ ya no aguanto más!”, estaría siendo cantado en distintas ciudades del país. “Tocamos en Iquitos, Huánuco, Cusco, Ica, Huaraz, en Trujillo varias veces, en Huancayo, Arequipa, en un montón de ciudades del Perú. Y eso que era un momento bravo”, recuerda Ayo Rivasplata.
“Suena una alarma/que me logra despertar/ Conectado el radio para poder disipar/ sueños letárgicos/ de noches sin final”, cantó también en Ídolos, uno de los temas que más sonó en las radios de aquellos años, al lado de Maquillaje sensual (ambos compuestos por el bajista Eduardo Freire) o Extraña sensación de amor (compuesto por Julio Andrade). “Con respecto al trabajo que he venido realizando hasta ahora, Ídolos es lo mejor que he hecho, en muchos sentidos. Yo tenía un poco de miedo, porque quería sacar algo con un nivel superior a Maquillaje sensual. ¿Las expectativas que tengo? Que nos vaya bien con el disco, evidentemente. Creo que la calidad tiene que imponerse, finalmente”, confesó Danai con una sonrisa en una entrevista a Sammy Sadovnik por aquellos años.
“Me gustas cuando callas porque estas como ausente”, escribió Pablo Neruda, quien fue traducido por primera vez al griego por una de las voces más destacadas de la música popular de ese país, Danai Stratigopoulou, precisamente la persona por la cual bautizaron como Danai a la cantante de Pateando Latas: era su tía, hermana de su madre Mirka. A pesar de este antecedente poético, Danai Höhne no quiso callarse ni estar ausente nunca. “Ella siempre tuvo muy claro que cantar era lo que quería hacer, era su pasión, cantar era su vida. Cuando se tuvo que bajar del escenario, por motivos de salud, la pasó mal de verdad.”, cuenta Paula, su hija.
Pero antes de eso, logró mucho sobre los escenarios. “Nosotros fuimos a un montón de conciertos. Mi mamá no tenía pelos en la lengua, no se limitaba en nada y era una mujer muy libre en ese sentido. Si bien pudo habernos dejado con Melvy, nuestra nana de toda la vida con la que hasta ahora hablamos, ella prefería llevarnos a todos lados, aunque fuera disruptivo o extraño. Era una persona mágica, muy especial”. Quizás por esa razón, hasta ahora, Ana y Paula se saben de memoria las canciones de su mamá y las cantan en cualquier momento. Sus hijos también. “Por supuesto que son mis hinchas”, dijo la propia Danai sobre ellas en una entrevista por aquellos años. Ya confirmamos que lo siguen siendo.
“La recuerdo como la mejor amiga que tuve y como una mujer excepcional en términos musicales”, recuerda Mocha García-Naranjo. “La he acompañado en Chile, en México, hemos recorrido Europa, hemos visitado a sus padres. Hoy, que no están ni ella ni Rodrigo, soy como una madre para sus hijas”, acota.
“No solo trabajamos juntos, sino que era una muy buena amiga, así que nos veíamos casi todos los días en una época. Hubo un tiempo en que estábamos todos los jueves por 2, 3 o 4 meses seguidos en la Estación de Barranco a local lleno. Con ella tengo buenísimos recuerdos”, cuenta Ayo Rivasplata, quien guarda en su memoria actuaciones memorables y noches espectaculares, como las vividas en el auditorio de la Feria del Hogar, con la gente de pie, pidiendo más canciones. “También tocamos en La Más Más de Panamericana cuando vino Soda Stereo la primera vez. Danai y Pateando Latas fueron sus teloneros en aquellos días de noviembre de 1986. Estuvimos todos juntos en los camerinos y luego nos fuimos con Soda todos a mi casa. Recién se estaban empezando a volver súper famosos”.
El adiós
“Todo el mundo se la pasa hablando/ me confunde esta situación/ y por eso me voy/ aburrida estoy/ tirando la puerta me voy”, cantó en Tirando la puerta, un tema coescrito con Eduardo Samamé. Y, tal como dijo, y en el momento más alto de su popularidad, Danai se fue del Perú. Muy pocos sabían bien qué le había pasado y porqué había tomado una decisión tan drástica y repentina. Eso desató muchos rumores bienintencionados y de los otros.
“Cuando, casi sin que nadie más lo sepa, ya había tomado la decisión de que nos fuéramos del Perú, compuso para mi hermana y para mí el tema De tan lejos. Fue por la nostalgia que le dio de venir desde muy lejos, con tanto esfuerzo, algo que le costó tanto trabajo y pensar que ahora se iba de nuevo, esta vez con nosotras. Mi mamá era asmática y no estaba bien”, cuenta su hija Paula. “Eran todos músicos, bohemios. Alrededor había mucha droga, alcohol, fiesta, muchas cosas. Y ella tenía un asma severa y fumaba mucho, bebía, cantaba hasta la madrugada. A pesar de todo, a un costo muy alto, logró ser quien fue y era el costo que ella quería pagar”, revela.
“Danai estaba muy enferma, estaba muy decaída, y tenía recomendado reposo. Ella sufría de asma y sistemáticamente tuvo ataques que se le atendieron, a veces, en medio de los conciertos, en plena gira con Tiempo nuevo. Ella estuvo muy delicada de los pulmones y la noche es perversa con los asmáticos. No estaba prohibido fumar en los locales y eso agravó su situación”, cuenta Mocha García-Naranjo.
En 1989, el grupo Rio viajó a Santiago de Chile de gira y la convocó para participar en la grabación de un tema que haría la banda allá. “Buenos días” es, probablemente, la última aparición de Danai en vida en una canción.
“Me encantaría ir al Perú. Reunirme con los muchachos, tocar. Volver a grabar con ustedes, en fin, tantas cosas (…) A todos les digo que estoy súper bien. Que no me voy a morir, ni mucho menos. Que solo estoy esperando el momento oportuno para dar todo lo que tengo de mí. Sigo en la lucha, sigo en el camino”, declaró Danai en una entrevista que publicó Lalo Tafur en la revista As Rock y en la página En Stereo, del diario Expreso, en febrero de 1990.
Tenía casi un año de haberse regresado a Chile, casi repentinamente, pues no se sentía bien. “Yo quería parar un poco, tomar distancia (…) Yo lo decidí de un día para otro. Yo no estaba bien y, cuando uno no está bien del cuerpo ni del alma, no trabaja bien”, confesó en esa misma conversación.
Sin embargo, la vida no le daría esa oportunidad. En 1992, tras un ataque respiratorio sufrido en la casa de su padre, en Santiago de Chile, Danai se iría, casi en silencio. Todo lo contrario a lo que fue su vida.
“Danai sigue siendo un símbolo femenino de fuerza y presencia”, asegura Ayo Rivasplata. “Me conmueve mucho que se siga hablando de mi mamá como la voz femenina rockera más importante del Perú en los 80. Cuando uno piensa que podían haberla olvidado, es lindo saber que está presente, que es recordada por todo eso bueno que hizo, por lo que la apasionó en la vida, por lo que la llenó, así es como hay que recordarla”, reflexiona Paula.
“Necesito gente, que te pongas a sonar/ la presión del ruido ya no puedo aguantar/ la gente, las luces, todo me hace temblar/ descargas eléctricas sacuden mi cuerpo/ esta es nuestra invitación/ a sentir el rocanrol/ a vivir por la tarea de ser libres…”, cantaba Danai en “Ven a sentir el rock and roll”, un tema compuesto por ella. Todos aquellos que la conocieron y quienes admiran su música, saben muy bien que, en algún lugar en el que ella sigue viva, hermosa, plena y sonriente, sigue haciendo pensar… y bailar.
Más sobre el disco
Danai. Completo.
Productores: Ayo Rivasplata, César Lau y Juan Carlos Chiroque.
Pateando latas: Danai Ramirez (voz); Eduardo Freire (bajo y coros); Carlos Kakutani (guitarra) (reemplazó a Ernesto Samamé); Alberto Chong (teclados); Armando Patroni (bateria).
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