El Mercedes-Benz S280 es una flecha negra que ingresa por la boca del túnel para no salir jamás. O, lo que es peor, salir al día siguiente convertido en una masa informe de fierros retorcidos: se había estrellado contra la decimotercera columna de concreto. El auto volaba a 190 km/h, su conductor giró bruscamente al carril izquierdo, perdió el control y todo se apagó. No hubo ninguna conspiración de los servicios secretos británicos para asesinar al amante de Lady Di, que iba en el asiento trasero. Un auto que pasa de 190 a 0 kilómetros hora en 60 milésimas de segundo, se pulveriza. Es física pura.
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Además, el chofer había estado bebiendo alcohol y trataba de escapar de una nube de fotógrafos en motocicletas. Pese a ello los tabloides especularon con que Diana de Gales llevaba un hijo de Al-Fayet en las entrañas. Y que Carlos la había mandado a matar porque estaba involucrado en una red de explotación sexual de niños y ella tenía un audio probatorio. O que los amantes planearon un falso accidente para escapar de la exposición pública, algo que Diana le habría confesado momentos antes de morir a un reportero del Daily Mail. Era 1997 y su segundo hijo, Harry, tenía 12 años y leía todo eso. Es más, el 2002 volvió a correr el rumor que The Guardian tendría la famosa cinta de Lady Di que incriminaba a su padre en delitos sexuales contra menores.
OFENSIVA BRITÁNICA
“Creo que una de las cosas más difíciles de aceptar es el hecho de que las personas que la persiguieron hasta el túnel eran las mismas que le tomaban fotos a mi madre mientras agonizaba en el asiento de atrás”, dijo Harry sobre aquella espantosa noche en Pont de l’Alma. Curiosamente, también serían los mismos que descubrirían su romance con una glamorosa actriz norteamericana. Y como además era mestiza, divorciada, feminista y norteamericana, consideraron que con ella llegaba un segundo aire para la anquilosada monarquía. Entonces hicieron de su boda un frenesí y vivieron como propia la luna de miel. Igual que con Lady Di, subyugados por su aristocrática belleza, aunque apenas se divorció del príncipe Carlos fue pasto de ese mismo tipo de prensa.
Empezaron haciéndole fotos subrepticiamente en el gym y robándose imágenes con Al-Fayed. Como Meghan, Diana también renunció a sus funciones públicas y más de una vez les gritó “haces de mi vida un infierno” a esa nube travestida como hombres de prensa. A Meghan empezaron preguntándole ‘¿qué tipo de crema usa usted?’, pero cuando la frivolidad dejó de ser novedosa publicaron cuánto les había costado renovar su casa con dinero de los contribuyentes: 3,3 millones de dólares. Los tuvieron que reembolsar. Luego se ocuparon de las bondades de los aviones privados que tomaban en vacaciones. Hasta que MailOnline inició el despliegue desinformativo acerca de los orígenes de la plebeya.
Dijeron que la criaron en un barrio de pandilleros y criminales de Los Ángeles cuando fue en Hollywood en colegios particulares. Luego ventilaron su divorcio y especularon sobre su carrera como actriz, dijeron que estaba lejos del nivel de Angelina Jolie o Nicole Kidman. Luego se lanzaron sobre su padre, gran surtidor de portadas. Epítetos como ‘difícil’, ‘agresiva’ y ‘acosadora’ poblaron los kioscos. Después de su matrimonio hablaron sobre su exigencia de usar ambientadores en la capilla de San Jorge, dijeron que había protagonizado un berrinche a causa de su tiara y le inventaron una pelea con Kate Middleton, la esposa de su cuñado, en una supuesta prueba de vestidos para la princesa Charlotte.
Y no pararon: durante su embarazo, Daily Express se ocupó largamente sobre su consumo de paltas, de cómo sus carbohidratos actuaban sobre sus ataques de ansiedad durante aquellos días. Hasta que, ya sin poder disimularlo, el sexismo y el racismo coparon los titulares. Su descaro alcanzó tal nivel que ni se molestaban en moderar los comentarios de sus portales.
CONTRAATAQUE REAL
“Perdí a mi madre y ahora veo a mi esposa víctima de las mismas fuerzas poderosas. He visto lo que sucede cuando un ser querido se convierte en mercancía hasta el punto de que ya no se les trate como a seres reales. Desafortunadamente, mi esposa se ha convertido en una de las últimas víctimas de una prensa sensacionalista británica que realiza campañas contra personas sin pensar en las consecuencias: una campaña despiadada que se ha intensificado durante el año pasado, durante todo el embarazo y mientras criaba a nuestro hijo recién nacido”, escribió Harry el 2019 sustentando la demanda contra The Mail on Sunday por publicar la carta privada que su esposa había enviado a su padre.
“He sido testigo silencioso de su sufrimiento (el de Meghan) en privado durante mucho tiempo. Aguantarse y no hacer nada sería lo contrario de todo en lo que creemos”, añadió. Y rompieron tratos con esa temible ofensiva inglesa compuesta por Daily Mirror, The Sun, Daily Mail, Daily Express, MailOnline, Mail on Sunday, DMG Media, Reach Plc y Express con rebote en el norteamericano National Enquirer, el alemán Bild-Zeitung o el francés Closer, que tuvo que pagar 145 mil euros por fotografiar furtivamente a Kate Middleton mientras hacía topless en una piscina privada. Por lo pronto, Meghan ya le ganó en tribunales al Mail on Sunday y al Mail Online.
Y acaba de contarle todo a Oprah Winfrey: que algunos miembros de la realeza se negaron a ayudarle cuando lo pidió, que su salud mental estaba seriamente deteriorada, que la familia real es tan difícil que a veces “no quería vivir más”, que tenía pensamientos suicidas, etc. Harry la apuntaló afirmando estar herido porque su familia nunca se pronunció sobre los matices racistas de esos titulares y sobre todo lo que mintieron sobre su esposa. “No puedo ni imaginarme cómo debió ser para ella (Diana) pasar por este proceso sola hace tantos años, porque ha sido increíblemente difícil para nosotros dos, pero al menos nos tenemos el uno al otro”.
Lo curioso es que la pareja supuestamente había renunciado tanto a la Corona como a vivir en el Reino Unido para evitar el asfixiante escrutinio público. Pero ha decidido tomar por asalto las primeras planas de los diarios, de las televisoras y medios digitales de todo el mundo gracias a sendas entrevistas con James Corden y Oprah Winfrey. Considerando que tienen un podcast en Spotify y ya firmaron un acuerdo con Netflix, todo indica que la contraofensiva mediática de los de Sussex acaba de empezar. Y por todo lo alto.
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