Ochenta mujeres en escena y un género clave para la música latina: “Mambo”, un espectáculo de danza y ritmo

El mambo no está de moda, pero nunca se fue. Aunque su presencia en radios y discotecas se haya diluido con el paso del tiempo, sigue vivo en los tumbaos que laten bajo la salsa actual, en los metales que evocan las big bands de Nueva York. Consciente de esa herencia, la compañía peruana Ladies Latinas presenta “Mambo”, un espectáculo que busca devolverle cuerpo, historia y presencia a un ritmo que marcó época.

Dirigido por Mía Noel Ramal, el montaje recorre los orígenes del mambo, desde sus raíces afrocubanas hasta su expansión en los clubes neoyorquinos de los años 40 y 50. Son quince números coreográficos sin pausas, con vestuarios de época y una puesta visual inspirada en el Broadway clásico. Una hora de movimiento continuo donde cada paso construye un relato. “No se trata solo de recordar lo que fue, sino de contar cómo eso que fue nos trajo hasta aquí”, afirma la directora.

80 mujeres en escena dan forma a esa narrativa. Mujeres con distintos cuerpos, edades e historias. Y es desde esa diversidad que el espectáculo cobra fuerza. “Quise remontarme a la elegancia y energía de aquellos años, pero también mostrar su vigencia”, señala Noel. Lejos de la nostalgia o la imitación, la propuesta se instala en el presente como una forma de activar la memoria desde el movimiento.

Desde sus inicios, el mambo fue territorio de hombres. De directores de orquesta como Pérez Prado, Tito Puente o Machito. De salones donde la norma era que los hombres lideraban el ritmo y las mujeres seguían. Por eso, ver a ochenta bailarinas tomar el protagonismo sobre el escenario no es solo una decisión estética: es un acto simbólico. En Mambo, la historia se cuenta desde el cuerpo femenino. Y lo hace con fuerza.

Una de las formas más claras de esta resignificación aparece en el cierre del espectáculo, con un homenaje a Celia Cruz. “Usamos su música porque su historia representa la fuerza femenina que nos impulsó a muchas a conectarnos con estos ritmos latinos, a sentirnos parte de ellos”, explica Noel. En un contexto donde las voces femeninas eran minoría, la figura de Cruz marca un punto de quiebre que el show recoge como legado y como bandera.

El espectáculo también destaca por su carácter intergeneracional. En escena conviven mujeres de entre 20 y más de 60 años. Esa amplitud no es solo un dato, sino parte de su propuesta. Los ensayos se convierten en espacios de aprendizaje colectivo, donde las más jóvenes aprenden del oficio y temple de las mayores, y todas construyen juntas una obra que habla desde lo vivido.

“La danza tiene eso mágico: en el escenario no importa la edad. Importa lo que llevas dentro y cómo lo expresas”, dice la directora. Y esa expresión no se limita a pasos bien ejecutados, sino a habitar la música con sentido, con historia y con conciencia de lo que significa bailar al ritmo de un género que, aunque relegado a ser solo uno de los ingredientes de la salsa, también es un espacio donde se honra una herencia, se celebra el presente y se mantiene viva la energía del ritmo.