“Transgeneracional”: nuestra crítica de la obra que se presentó en el Auditorio del Británico de Miraflores

Teatro. “Transgeneracional” se sucedió en el auditorio del Británico de Miraflores, dispuesta inteligentemente en una de las esquinas -para aprovechar el depósito como punto de fuga y como segundo ambiente para interactuar- y rodeada por el público en dos frentes. La escenografía: cajas, mapas, un proyector, un mueble grande, bolsas, un caballito de madera, una hornilla y una silueta de Marilyn Monroe.

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Diego y Ernesto están en plena mudanza. El mundo postpandemia los obliga a deshacerse de la casa familiar y decidir el futuro de los objetos de sus abuelos. ¿Qué hacer con la vieja máquina de escribir? ¿Con las cartas antiguas y los diarios? Las idas y vueltas se combinan con esos elementos que hacen que Diego Otero Oyaque y Ernesto Barraza Elespuru, intérpretes de la puesta en escena, se conviertan también en sus abuelos. Lo que sigue es reflexionar sobre los deseos, oportunidades y decisiones de las generaciones anteriores. ¿Habrán sido felices? ¿En dónde quedaron sus sueños de convertirse en poetas y monjas?

El viaje de Diego y Ernesto conmueve. Son testimonios de nietos de migrantes, limeños de segunda o tercera generación, de clase media, y su apuesta es por recordar y tratar de entender mejor su herencia. Se justifica, por tanto, que se conviertan en los abuelos y dialoguen entre ellos para descifrar de dónde vienen (y a dónde van).

Los problemas de “Transgeneracional” tienen que ver, más bien, con la dramaturgia. El texto propone muchos elementos que se quedan en el aire (la afición por lo mapas, por ejemplo, no explica bien la personalidad de uno de los personajes), en la anécdota y el ‘gag’. Tampoco quedan claras las razones por las que los abuelos tiene sexo. El ritmo es otro asunto a resolver. Lo mismo con las interpretaciones. Quizás los matices de autoficción les complique la empresa: Otero puede entrar en personaje, pero le cuesta sostenerlo; Barraza solo se despoja de la incomodidad al dar vida a la abuela.

Lo que no se le puede negar a “Transgeneracional” es que empatiza con el público. Escuchar frases de antaño o ver juntos a los abuelos caminando del brazo, hacen que la audiencia conecte con sus recuerdos. La música -de transiciones poco prolijas- también suma para ese mismo propósito. Una reposición será más que bienvenida.