Durante 28 años, 43 kilómetros de cemento dividieron en dos la ciudad de Berlín.
Pero durante la helada noche del 9 de noviembre de 1989, la “Roma del siglo XX” -como llamaban a algunos a la capital de Alemania- vivió una fiesta de primavera: tras el anuncio del vocero del gobierno de Alemania Oriental, Guenter Schabowski, quien por error dijo que los viajes al exterior serían permitidos con efecto inmediato, el muro cayó para siempre.
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La orden acordada era que los permisos se autorizarían a partir del día siguiente, el 10 de noviembre. Pero el lapsus lingüe del vocero fue aprovechado por miles de personas que, con mazas y martillos, comenzaron a derribar aquella muralla.
Pasada la euforia de aquella noche, la emblemática división de concreto de 200.000 toneladas comenzó a ser desmantelada. Pedazo a pedazo.
Y esos pedazos comenzaron a ser vendidos.
“Apenas unos pocos días después de la caída del Muro ya había ofertas del extranjero e interés manifiesto en comprarlo, al menos los segmentos pintados”, le dijo a BBC Mundo la lingüista e historiadora Anna Kaminsky, autora del libro “Dónde están los restos del Muro de Berlín”.
Según los seguimientos hechos por la Bundesstiftung zur Aufarbeitung der SED-Diktatur (algo así como la Fundación Federal para la Evaluación de la Dictadura Socialista) -a la que pertenece Kaminsky-, en Alemania se habrían vendido más de 360 segmentos de Muro. Lo que representa una longitud de alrededor de un kilómetro.
En total, de acuerdo a los registros de la Fundación, hay 241 porciones de la antigua pared en 146 lugares del mundo, 57 de ellos en Estados Unidos.
Y de ellos, hay también en siete países de América Latina: Uruguay, Argentina, Chile, Guatemala, Costa Rica y México.
¿Y qué pasó con el resto? Aún se conservan algunos sectores en Berlín, a modo de monumento, como el segmento de 80 metros ubicado frente al edificio que sirvió como oficina de la Gestapo.
Pero gran parte se destruyó y fue utilizado para reparar tramos de autopistas en Alemania.
“Para mí fue una idea muy buena y conmovedora, que este Muro que fue construido para separar gente y que causó tanto sufrimiento, lágrimas y también muertes hoy esté uniendo personas entre el este y el oeste”, opinó la experta.
América Latina
1. Argentina
"Me dijeron que donara US$10.000 para construir una escuela".
Cuando Jorge Fontevecchia, propietario de la editorial Perfil y del periódico del mismo nombre, escuchó la noticia sobre la caída del Muro en 1989 estaba a punto de lanzar la primera edición de la revista "Noticias".
Y pensó que era buena idea para promocionar su revista que cada uno de los lectores tuviera un pedazo del muro, como un símbolo de la "libertad de expresión".
"Me comuniqué con el embajador de la República Oriental de Alemania en Buenos Aires y le pregunté si era posible acceder a un pedazo de Muro. Él me respondió que iba a consultarlo con sus jefes", le contó Fontevecchia a BBC Mundo.
A los pocos días recibió la respuesta: que el Muro no estaba a la venta, pero que con una donación que se destinaría a la construcción de una escuela podría llevarse todas las partes que quisiera.
Se entregó el dinero y, tras un complejo trabajo de logística, 20 metros del Muro llegaron a Buenos Aires varios meses después.
A los lectores les entregaron porciones de cemento con la revista a lo largo de un año. Y el resto de los ocho tramos actualmente adornan la entrada de la editorial Perfil en el barrio de Barracas, en el sur de la capital argentina.
"Creo que es la mayor extensión del Muro fuera de Alemania", señaló Fontevecchia. "Creo que el Muro de Berlín se ha convertido en un símbolo de cómo se puede luchar por la libertad de expresión. Fue muy importante en su momento".
"Sin embargo, aunque han cambiado cosas, cada era, cada régimen sigue encontrando herramientas para reprimir ese ejercicio de libertad. Y por eso es fundamental el periodismo", agregó el empresario de medios.
En Argentina también existe otro fragmento del Muro de Berlín ubicado en uno de los jardines del Palacio San Martín, donde funciona la Cancillería.
Fue donado por el Senado de Berlín -el órgano que gobierna la capital alemana- en 1999, cuando se conmemoraron los 10 años de la caída de la división entre las dos Alemanias.
2. Santiago de Chile
En Santiago de Chile, frente a la embajada de Alemania, existe un pedazo que recuerda este símbolo del siglo XX. Y fue traído en 1991 en un esfuerzo conjunto de estudiantes de la Universidad de Chile y empresarios alemanes que donaron el transporte del pesado material.
“Los estudiantes contaron con el apoyo del embajador alemán en Chile en ese entonces, Wiegand Pabsch, quien gestionó el envío de un tramo de la pared”, relató Kaminsky.
"Y también con Albert von Appen, quien era el director de la Agencia Marítima Ultramar y que había nacido en Hamburgo, que se ofreció a traer sin costos los bloques de aquel símbolo", añadió.
Y hay otro llamativo vínculo de Chile con el icónico Muro de Berlín: la embajada chilena en Moscú alojó durante varios meses al exiliado Erich Honecker, quien fue líder de la Alemania Oriental entre 1976 y 1989 y uno de los promotores de la idea de construir la pared divisoria.
3. Uruguay
En vez de un segmento entero, lo que hay en tierra uruguaya es un pedazo, que es conocido como "la piedra del muro".
Está instalada en una localidad conocida como Nuevo Berlín, a unos 310 kilómetros al oeste de Montevideo, donde en décadas anteriores encontraron refugio cientos de inmigrantes alemanes que llegaron al país.
Fue una donación de la Cámara de Comercio Germano-Uruguaya y se instaló allí en 1991.
4. México
Hay dos instalaciones del Muro de Berlín y ambas están situadas cerca de las sedes de los colegios Alexander von Humboldt que hay en el norte y el sur de Ciudad de México.
Lo llamativo de estas porciones de pared son sus pinturas. Como se sabe, durante años, la cara que daba al lado occidental de Berlín fue intervenida por varios artistas y por ciudadanos de a pie, lo que resultó en una explosión de color sobre el cemento mientras que la cara oriental permaneció sin alteraciones.
Los dos segmentos instalados en México tienen grafitis vivos que permiten, además, establecer su localización exacta antes de que el muro fuera derribado: "Fueron las cabezas que pintó el artista Thierry Noir en Waldemarstraße, un barrio de Berlín", indicó Kaminsky.
Es conocido además que este artista francés fue de los primeros en atreverse a pintar el muro.
5. Costa Rica
Durante mucho tiempo, la mejor palabra para describir el estado del segmento de Muro que se encuentra en San José de Costa Rica es "abandono".
El monumento, que está ubicado detrás de la Cancillería, fue donado por el gobierno alemán en 1994. Sin embargo, a pesar de la pompa con que fue inaugurado en ese año, el lugar deja mucho que desear.
"La pieza, de tres metros de alto y uno de ancho, está colocada en medio de una fuente vacía, sin ninguna distinción visible", escribió el periodista de La Nación Alonso Mata Blanco en 2014, cuando se conmemoraron los 25 años de la caída del Muro de Berlín.
Sin embargo, el gobierno costarricense ha asumido la labor de mejoras del monumento y el lugar se muestra actualmente como un renovado espacio donde el fragmento de cemento está ubicado en un sitio privilegiado.
6. Guatemala
En Ciudad de Guatemala también hay tres fragmentos del Muro. Están instalados en lo que se conoce como Plaza Berlín, un lugar especialmente diseñado en 1995 en la parte alta de la capital del país.
Resto del mundo
Una vez que cayó el Muro, varias empresas, como Limex, se dedicaron a la comercialización de la histórica estructura. Eso, junto a la decisión del gobierno alemán de donar varios segmentos como gesto de hermandad, hizo que muchos países del mundo tengan su propio recordatorio del que fue un emblema de la Guerra Fría.
El país que se quedó con la mayor cantidad fue EE.UU.: en 57 ciudades, incluidas Nueva York, Los Ángeles y Washington, se puede encontrar un vestigio de este poderoso símbolo.
Y es en este país donde se le ha dado uno de los usos más “originales” a los pedazos de concreto: el de pared de un baño de hotel.
El lugar es el Main Street Station Hotel y Casino en Las Vegas, estado de Nevada. En el orinal se pueden ver los fragmentos del Muro colocados sobre la pared del fondo y cubiertos por un cristal.
El actual dueño del hotel, Boydgaming Corporation, señaló que cuando compró el hotel en 1996, estos tres pedazos del Muro ya estaban allí.
Aunque Kaminsky señala que no "tiene conocimiento de esos restos", los dueños del hotel avalan su autenticidad.
"Después de la caída del Muro, decenas de pedazos fueron vendidos y uno de ellos fue a parar aquí, que se ha convertido en un lugar bastante especial y único", le dijo a BBC Mundo David Strow, vocero de Boydgaming Corporation.
"Hemos hecho nuestro trabajo de averiguación y estamos 100% seguros de que esos pedazos pertenecieron al famoso Muro de Berlín", añadió.
Pero como sea, el concreto del Muro, aún 30 años después de su caída, continúa siendo un símbolo transformador alrededor del mundo.
“Y no hay un pedazo más valioso que otro, para mí, todos estos monumentos hechos de los restos del Muro son valiosos porque anuncian que la gente puede liberarse, que puede superar obstáculos aunque parezcan insuperables y que la voluntad por la libertad y el respecto a los derechos humanos puede ser realizada”, concluyó Kaminsky.