Milagros Asto Sánchez

Los gladiadores de la antigua Roma entraban a la arena de combate sintiendo el olor de la muerte. Las luchas eran feroces y sangrientas. Peleaban entre ellos, pero también contra leones y otras bestias. A su alrededor solo se respiraba excitación. Miles de fanáticos llenaban los anfiteatros del imperio para verlos en acción. Los mejores gladiadores se medían en el coliseo, frente a 50.000 espectadores y muchas veces deleitaban al propio emperador romano.

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