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Desde el exdictador de Liberia, Charles Taylor, hasta la guerrilla de las FARC, en Colombia, pasando por ambos bandos enfrentados en la guerra civil de Angola y los señores de la guerra en la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Sudán o Libia. Viktor Bout, mejor conocido como “el mercader de la muerte” y considerado en su momento como el mayor traficante de armas del mundo, está acusado de haber negociado con todos ellos y muchos más. Ahora, su madre espera que la próxima reunión entre los presidentes de EE.UU. y Rusia, Joe Biden y Vladimir Putin, sirva para que sea liberado de la pena que cumple en una prisión estadounidense desde hace más de una década.
Su figura siempre ha estado rodeada de un aura de misterio. Desde su lugar de nacimiento, que se presumía correspondía a Turkmenistán o Ucrania antes de confirmarse que era realmente Tayikistán, hace 54 años, cuando aún formaba parte de la ahora extinta Unión Soviética; hasta su verdadero nombre, pues utilizaba alias como Vadim S. Aminov, Víktor Anatólievich But y Víktor S. Bulakin.
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Fue oficial de la Fuerza Aérea Soviética antes de la disolución de esa unión de repúblicas y estudió en el Instituto Militar de Lenguas Extranjeras. Se presume que conoce una decena de idiomas, entre ellos el esperanto, lo que le sirvió para sus múltiples negociaciones con dictadores, guerrilleros y terroristas de todo el mundo. Según una entrevista realizada en el 2012 por “El País” de España a Kathi Lynn Austin, exfuncionaria de la ONU que perteneció al grupo de expertos sobre Ruanda y República Democrática de Congo, Bout empezó en el tráfico de armas a mediados de los años noventa.
“En esa época, irrumpió en el mercado africano (...) Bout era muy competitivo, porque tenía acceso a los descuidados arsenales de la antigua URSS; a cantidades de aviones que yacían inutilizados; y a pilotos que buscaban desesperadamente trabajo. Lo tenía todo, y muy barato”, señalaba la experta.
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Su red pronto se amplió a Afganistán, a donde enviaba aviones cargados de armamento y municiones al gobierno de Kabul en 1992 para hacer frente a los talibanes. Posteriormente habría enviado el mismo material a estos últimos, luego de que se hicieran con el poder en el convulso país asiático. Dictadores como Mobutu Sese Seko (Zaire), Muamar Gadafi (Libia) o el ya mencionado Charles Taylor (Liberia), además de rebeldes como Jonas Savimbi (Angola), también habrían formado parte de su vasta red de clientes.
Sin embargo, a la vez también brindó servicio a la ONU para el transporte de cascos azules a regiones peligrosas, a Francia para llevar víveres a Ruanda y posteriormente firmó un millonario contrato con Estados Unidos durante la invasión a Irak, esto último revelado por el “Financial Times”.
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Desde el exdictador de Liberia, Charles Taylor, hasta la guerrilla de las FARC, en Colombia, pasando por ambos bandos enfrentados en la guerra civil de Angola y los Señores de la Guerra en la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Sudán o Libia. Viktor Bout está acusado de haberles vendido armas a todos ellos. (Foto: Saeed Khan / Archivo AFP)
/ SAEED KHANLA CAÍDA DEL MERCADER
En el 2002, comenzó la debacle de Bout, cuando las autoridades de Bélgica emitieron una orden de arresto en su contra. El mercenario escapó y un año más tarde reapareció en Rusia, según reseña un artículo de la BBC. Fue ese mismo año cuando Peter Hain, alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, lo apodó como el “mercader de la muerte”.
En el 2005 se estrenó una película inspirada en él, llamada Lord of War (Hombre Peligroso fue el título en Latinoamérica), protagonizada por Nicolas Cage. Y un año después, según recuerda la BBC, EE.UU. congeló sus activos.
En el 2008 las autoridades estadounidenses le tendieron una trampa, hicieron que dos agentes del FBI encubiertos pactaran una reunión con él en Tailandia. En dicho encuentro se hicieron pasar por miembros de las FARC colombianas y pidieron comprarle armamento -incluidos misiles tierra-aire- que servirían para matar a estadounidenses que apoyaban al Gobierno de Colombia. Bout les habría confesado que los estadounidenses también eran sus enemigos y aceptó el trato.
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Poco después de dicha reunión las autoridades tailandesas arrestaron a Bout y, pese a la oposición de Rusia, lo extraditaron a Estados Unidos en el 2010. Para el 2012, Bout fue llevado ante un tribunal de Nueva York que dictó una sentencia de 25 años en su contra. El traficante asegura que es un “trofeo de caza” para la justicia estadounidense y su esposa, Alla Bout, asegura que él solo visitó Sudamérica para aprender a bailar tango y no para comerciar armas o municiones.
Según Alla, su marido es inocente y su culpa reside en su ingenuidad al momento de hacer negocios con las personas equivocadas, tal como deja entrever en una entrevista brindada a la revista “Vanity Fair” en el 2014. En el mismo artículo aseguran que Bout comenzó a amasar su fortuna a los 25 años y que para los 30 ya tenía bajo su control a todo un imperio, sostenido principalmente en la venta de armas.
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En el 2008 Viktor Bout fue atrapado en Tailandia tras una misión encubierta del FBI. Dos años más tarde fue extraditado a Estados Unidos y en el 2012 lo condenaron a 25 años de prisión. (Foto: Damir Sagolj / Archivo Reuters)
PEDIDO DE MADRE
Este lunes la madre de Bout, Raissa, publicó una carta a través de la agencia estatal rusa Ria Novosti en la que pedía a los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Joe Biden y Vladimir Putin, la liberación de su hijo.
“Tengo casi 85 años, y si aún debe cumplir la otra mitad de su sentencia en prisión en Estados Unidos, yo ya no estaré aquí (...) Les demando en tanto madre que lleva muchos años esperando a su hijo: entiéndanse de una manera u otra para que mi hijo pueda volver conmigo”, escribió la mujer en la misiva citada por el portal de noticias Infobae.
La solicitud de Raissa Bout llega en los días previos a la reunión que sostendrán ambos líderes el miércoles 16 de junio en Ginebra. Será el primer acercamiento desde que Biden llegó a la Casa Blanca y se espera que contenga una amplia agenda con miras a restaurar las menguadas relaciones bilaterales entre ambas naciones.
El intercambio de presos por ambos lados sería uno de los puntos a tocar en la nutrida lista de temas.
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