Los ucranianos se preparan para un posible ataque contra su país. Todos cruzan los dedos para que no ocurra una nueva escalada por parte de Rusia, pero algunos preparan ya sus maletas y kits de emergencia, y otros piensan en enviar a sus hijos al cuidado de los abuelos.
“Preparé una mochila con mi documentación y unos artículos de primera necesidad, también puse un botiquín. Los pongo en un lugar donde pueda agarrarlos fácilmente si necesito huir”, dice a Efe Iryna Lada, residente de Kiev y gerenta adjunta de una empresa de construcción.
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La mujer agrega que tenía su bolsa de viaje “lista desde 2014″, cuando comenzó la guerra en el este de Ucrania entre el Ejército y los separatistas prorrusos, y ahora solo necesita “comprar algo de comida seca para llevar”.
Iryna, como muchos ucranianos, ha estado siguiendo con creciente ansiedad las noticias sobre el refuerzo militar ruso en las fronteras de Ucrania. Está kievita está pensando si debería abandonar su hogar si comienza una nueva invasión.
CRECEN LOS TEMORES
A medida que se enfrían los esfuerzos diplomáticos, aumentan los temores de un nuevo ataque.
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La semana pasada, el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, dijo en Kiev que Rusia puede invadir Ucrania “en muy poco tiempo”.
Este lunes, la embajada de EE.UU. en Ucrania anunció el comienzo de las evacuaciones de los familiares de su personal diplomático. Los empleados no esenciales pueden regresar voluntariamente a EE.UU., pero no se les exigirá que se marchen.
El Departamento de Estado explicó que la medida se toma “por precaución” debido a los “continuos esfuerzos rusos para desestabilizar el país y socavar la seguridad de los ciudadanos ucranianos y otras personas” que visitan o residen en Ucrania.
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En un intento de calmar los ánimos, el Ministerio de Exteriores de Ucrania calificó la decisión de EE.UU. de “prematura” y como una “manifestación de excesiva cautela”.
¿RESISTIR O REFUGIARSE?
Yuliya Smirnova, trabajadora de una ONG y madre de dos niños de 4 y 5 años, dice que tiene dudas sobre si debe irse de Kiev.
Smirnova tampoco sabe adónde podría huir en caso del estallido de un conflicto armado a gran escala.
Su anciana madre y su abuela viven en Kalanchak, en la región sureña de Jersón, a solo 20 kilómetros de la península de Crimea, anexionada por los rusos desde 2014.
“No sé qué hacer primero: ¿evacuar a mis hijos de Kiev o ayudar a mi madre y mi abuela a huir? Si (los rusos) atacan desde el norte, primero debería llevar a mis hijos con la familia de mi esposo en el oeste de Ucrania. Y luego ir al sur a recoger a mis parientes allí”, dice.
La preocupación de Smirnova la comparten muchos ucranianos, que ahora están decidiendo qué hacer en caso de un posible ataque ruso a gran escala. Y mientras unos se preparan para huir, otros están decididos a quedarse y resistir.
“No planeo irme de Járkov”, dice Tetyana Tanchuk, gestora de contenidos de esa ciudad del este de Ucrania, situada a tan solo 40 kilómetros de la frontera con Rusia.
Tanchuk asegura que la población local no tiene miedo y sigue con su vida cotidiana.
“No hay pánico, hacemos una vida normal, hacemos planes. De hecho, había más miedo en 2014 que ahora”, cuenta a Efe.
La mujer asegura que el Ejército ucraniano es mucho más fuerte ahora que al comienzo de la guerra en el Donbás, “cuando literalmente luchaban en pantuflas”.
“NO VOLVERÉ A SALIR DE CASA”
Yevhen Spirin es un periodista ucraniano que tuvo que huir de su ciudad natal de Lugansk a Kiev en primavera de 2014, después de que las fuerzas rusas y los separatistas locales tomaran el control de la ciudad.
“Sabían que yo apoyaba (la revolución del) Maidán. Unas personas se me acercaron, me subieron a un carro, me llevaron al río y me dijeron que tenía 24 horas para huir”, cuenta.
Ahora teme tener que abandonar su nuevo hogar en Kiev.
“Estoy tratando de mantener la calma porque creo que es parte del plan de (el presidente ruso, Vladímir) Putin: poner nerviosos a los ucranianos. No estoy empacando las maletas, solo tengo algo de efectivo, documentos y medicamentos listos”, dijo Spirin a Efe.
DE MÉDICO A MIEMBRO DE DEFENSA TERRITORIAL
“Se necesitarán trabajadores médicos en caso de una nueva invasión rusa de Ucrania”, dice a su vez Iryna Yosypenko, cirujana con más de 20 años de experiencia en un hospital de Kiev.
En 2014 Yosypenko se ofreció como médica voluntaria durante las protestas del Maidán y ayudó a tratar a los manifestantes heridos. Luego, cuando comenzó la guerra en el Donbás, Iryna se unió a la Guardia Nacional de Ucrania como médica.
Debido al deterioro de salud, Iryna tuvo que dejar el Ejército en 2018. Pero cuando Rusia comenzó a acumular tropas en la frontera con Ucrania a fines de 2021, decidió unirse a las unidades de defensa territorial para apoyar la resistencia en su ciudad.
“Empecé a asistir a unos simulacros y me di cuenta de que aún puedo hacer muchas cosas. Ahora estoy en reserva, pero si Rusia ataca, volveré a primera línea de frente como médico”, asegura.
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