Gisella López Lenci

Esta vez no fueron misiles balísticos. La inminente amenaza de que el inefable Kim Jong-un apriete el botón rojo de su bomba nuclear quedó opacada por unos protagonistas inusuales, en un curioso viraje en la eterna disputa entre Corea del Norte y Corea del Sur. Desde fines de mayo, unos mil globos han llegado hasta territorio surcoreano, enviados por su incómodo vecino del Norte, cargados de basura como parte de la guerra psicológica en la que se han embarcado ambos países.

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