Irán parece más interesado en aumentar su producción de uranio enriquecido -a un 60%, cifra que supera con creces el 3,67% de los acuerdos internacionales- que en proteger a los más indefensos. Según la agencia Europa Press, de las aproximadamente 300 personas muertas por la represión durante las protestas por el asesinato de Mahsa Amini, al menos 40 eran menores de edad.
Tal como se recuerda, las manifestaciones se iniciaron el 17 de setiembre, luego de que Amini falleciera tres días después de ser arrestada por la policía de la moral por no vestirse “adecuadamente”. Y, desde entonces, en esas marchas vienen participando adolescentes de uno y otro sexo, tal como lo reconoció Yousef Nouri, el ministro de Educación iraní.
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¿Cuál es la versión oficial? Para el 12 de octubre, Nouri sostuvo que, luego de ser arrestados, los estudiantes eran enviados a “instituciones psicológicas” para ser reeducados y prevenir las conductas “antisociales”.
El problema es que si no mueren en la calle a causa de balas y perdigones, tal parece que en estos centros pierden la vida a causa de palizas.
CNN anota que, según una de sus fuentes, estas instituciones de reeducación “no brindan apoyo psicológico y psicosocial a los niños” y que se empecinan por “lavarles” el cerebro.
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Reclamos en saco roto
Para mediados de octubre de este año, las Naciones Unidas ya alzaban su voz por la salud de los menores.
Ravina Shamdasani, portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, denunció el “continuo uso innecesario y desproporcionado de la fuerza contra manifestantes”, y le recordó al Gobierno iraní que estaba obligado a “proteger el derecho a la vida de niños y niñas en cualquier circunstancia, así como de respetar y proteger su derecho a la libertad de expresión y de manifestación pacífica”.
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El pedido cayó en saco roto, a pesar de que ya había información de la muerte de 23 niños y niñas.
Hoy por hoy, según otras fuentes, serían “aproximadamente 50 niños” los fallecidos.
Uno de ellos es Kian Pirfalak, de nueve años. El portal “ABC” recuerda que “el niño viajaba en un automóvil con su padre, Maysham, cuando un grupo de personas de las fuerzas de seguridad iraníes les disparó”.
Artin Rahmani, de 14 años, también fue asesinado. “Esta tierra, para mí, no significó ningún beneficio. ¡Sin embargo, estoy listo para morirme por ella!”, escribió el adolescente en Instagram.
“Con la muerte de Kian y la de Rahmani ya son, según la organización de derechos humanos Iran Human Rights, más de 43 los menores que desde el pasado 16 de setiembre cuando comenzaron las protestas en Irán, han muerto a manos de las fuerzas de seguridad iraníes”, agrega “ABC”.
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La historia se repite
No es la primera vez que las fuerzas del orden de Irán matan a adolescentes. En las protestas del 2019, fallecieron al menos 23 menores de edad. Y las investigaciones dan cuenta de un escenario terrible.
Amnistía Internacional recuerda:
“En 10 casos, Amnistía tuvo conocimiento, por la descripción de las lesiones en los certificados de defunción o enterramiento que examinó, o por información recibida de fuentes creíbles, de que las muertes habían ocurrido como consecuencia de disparos en la cabeza o el torso, lo que indicaba que las fuerzas de seguridad disparaban a matar”
No es lo único a lo que deben temer.
En Irán, la pena de muerte se puede aplicar a los menores de edad.
Uno de los afectados por esa ley fue Sajad Sanjari, quien fue arrestado en el 2010 a los 15 años. ¿Qué sucedió? Sanjari asesinó a un hombre que trató de violarlo, pero para el 2012, fue condenado a morir. Cerca de una década después, en la mañana del 2 de agosto del 2021, fue ahorcado sin avisar a sus familiares.
AI sostiene que, entre el 2005 y el 2015, Irán ejecutó a 73 menores, mientras que, según la ONU, “hay al menos 160 menores en el corredor de la muerte”. “Es probable que la cifra real sea muy superior ya que la información sobre el uso de la pena de muerte en Irán a menudo está envuelta en secreto”, sentencia la oenegé.