Conseguir una lata de fórmula de leche para bebés se ha convertido en una tarea titánica en Estados Unidos durante las últimas semanas. Según la firma especializada en datos de productos, Datasembly, la tasa de desabastecimiento de este producto es del 43% en la actualidad.
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El salto es gigante. En la primera mitad del 2021, la cifra oscilaba entre el 2% y 8%, mientras que entre noviembre y abril dio un salto hasta los 31%. La situación, además, es más grave en los estados de Iowa, Dakota del Sur, Dakota del Norte, Misuri, Texas y Tennessee, donde el desabastecimiento de fórmula de leche supera el 50%.
De esta forma, lo que comenzó siendo un “inconveniente” se transformó en una nueva crisis para el Gobierno del demócrata Joe Biden que, desde la tienda republicana, buscan capitalizar con la mira puesta en las elecciones de medio término a celebrarse en noviembre.
ORIGEN DE LA CRISIS
Hay tres factores principales detrás de la actual crisis de la leche: un lote contaminado, la pandemia y las estrictas regulaciones sanitarias.
Para entender el primero hay que remontarnos hasta febrero, cuando la FDA, la agencia gubernamental que supervisa y regula los alimentos y medicamentos en ese país, inició una investigación a la compañía Abbott, encargada de producir conocidas marcas como Similac, Alimentum o EleCare.
La FDA detalló que se habían registrado cuatro casos de bebés que se infectaron de Cronobacter sakazakii -al menos dos de ellos fallecieron- y un caso más de Salmonella Newport directamente relacionados con un lote de fórmula infantil en polvo producida en una planta de Abbott ubicada en Sturgis, Michigan.
La empresa decidió entonces retirar voluntariamente el lote y suspender las operaciones en dicha fábrica hasta obtener la aprobación de la FDA para reanudar la producción.
En Estados Unidos hay tres compañías encargadas de producir casi la totalidad de fórmulas de leche para bebés, estas son Mead Johnson, Gerber y la ahora investigada Abbott, según un estudio realizado en el 2011 por el Departamento de Agricultura.
A la par, el incidente de Abbott se vio agravado por la pandemia de COVID-19. Un estudio realizado por Lyman Stone, director de investigación de la consultora Demographic Intelligence, y citado por el medio estadounidense “The Atlantic” reveló que los confinamientos del 2020 llevaron a una sobredemanda de estos sustitutos de la leche materna.
Tras el primer año de pandemia, las empresas redujeron su producción en el 2021 debido a que muchas familias aún consumían las fórmulas que habían comprado meses atrás. Sin embargo, el inicio del 2022 vio un nuevo aumento en las cifras de maternidad y un descenso en la decisión de amamantar a los recién nacidos.
Según fuentes de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) citados por “The Washington Post”, apenas 1 de cada 4 padres estadounidenses alimentan con leche materna a sus hijos en los primeros seis meses de vida.
Gran parte del porcentaje sobrante opta por utilizar las fórmulas de leche para bebés.
“Desde la década de los 70 en Estados Unidos se dieron cuenta que la lactancia materna había bajado dramáticamente. El Gobierno invirtió millones de dólares intentando recuperarla, pero no ha tenido mayor éxito. Por otro lado, las empresas de fórmulas gastan US$55 mil millones anuales en promover el consumo de sus productos, según un estudio publicado este año por la OMS”, comenta a El Comercio Sarah Vega, doctora especialista en pediatría y neonatología de la Clínica Ricardo Palma, además de consultora internacional en lactancia materna.
¿Es recomendable que los bebés consuman este tipo de productos?
Algunas madres ignoran que estas fórmulas cambian la microbiota, las bacterias presentes en el intestino, pasando de benéficas a dañinas. El principal alimento de un menor de un año debería ser la leche materna. Esta es una oportunidad para que retiren el uso de estas fórmulas.
¿Qué otros efectos pueden causar en los niños?
Los vuelve más propensos a la obesidad. Los niños alimentados con fórmula tienen mayor tendencia al sobrepeso que los que no lo son, debido a que no alcanzan la cantidad de encimas y hormonas que posee la leche materna. Se estima que un bebé amamantado desarrolla hasta 3 puntos más de coeficiente intelectual frente a uno que fue alimentado con fórmulas. Además, la leche materna es inmunomodulador; es decir, amamantar al niño le ayuda a que forme sus propias defensas. Por otro lado, la lactancia materna genera la confianza básica, la seguridad para que ese niño se relacione a lo largo de toda la vida. Darle de lactar a su hijo es un regalo para toda la vida.
Las autoridades estadounidenses han pedido que los padres no intenten elaborar fórmulas caseras, ¿cuál sería el riesgo?
El peligro es tremendo. Imagine cómo calcularán las proporciones, por ejemplo. Ya de por sí la leche de fórmula no alcanza a la composición de la leche materna, pero si usted agarra leche de vaca entera e intenta aguarla no conseguirá nada saludable para su bebé.
REGULACIONES FÉRREAS
En resumen, en Estados Unidos se vivió una sobredemanda que no ha podido ser cubierta por las empresas productoras de fórmula para bebés, todo esto agravado por la contaminación que sufrió el lote de Abbott.
Entonces, ¿por qué el Gobierno no compra la leche de otro país?
La respuesta más corta son las regulaciones. La FDA es muy estricta en su política para el control de fórmulas para bebés, llegando incluso a declarar ilegales algunos productos de este tipo que han sido aprobados por EMA, la agencia que cumple el mismo papel en Europa.
En la actualidad, Estados Unidos produce el 98% de fórmula de leche que consume.
Según The Atlantic, además, en el marco del nuevo acuerdo comercial de América del Norte, la entonces administración de Donald Trump incluyó clausulas que desalientan la importación de fórmula de leches para bebés provenientes de su principal socio comercial, Canadá.
“Los aranceles y las cuotas arancelarias son definitivamente un obstáculo, pero cuando la gente necesita algo como fórmula para bebés, pagará el impuesto”, explica a El Comercio Gabriella Beaumont-Smith, analista del Centro Herbert A. Stiefel de Estudios de Política Comercial del Instituto Cato. “Entonces, los principales obstáculos son las barreras no arancelarias de la FDA, porque no son flexibles: si no cumple con las reglas de la FDA, esas importaciones serían ilegales”.
La experta explica que las fórmulas producidas en la Unión Europea, por ejemplo, solo pueden importarse para uso personal pero no venderse comercialmente. “Sin embargo, incluso para uso personal, si la fórmula europea llega a un puerto de Estados Unidos sin una etiqueta en inglés, puede ser incautada”, asegura.
“En agosto esto sucedió y provocó más incautaciones, ya que la fórmula para bebés basada en la marca y el país de origen se incluyó en la ‘lista roja’ de la FDA, lo que significa que tan pronto como la fórmula llegaba a las costas estadounidenses se incautaba automáticamente. Esto puede incluso haber ejercido una presión al alza sobre la demanda estadounidense de fórmula local”, agrega Beaumont-Smith.
Los requisitos a los que hace referencia son tan variados que van desde el etiquetado, hasta los tiempos de espera antes de que el producto pueda ser comercializado e incluso las dimensiones de la cuchara con la que se sirve la fórmula.
“La FDA requiere ingredientes específicos, requisitos de etiquetado y obliga a los minoristas a esperar al menos 90 días antes de comercializar una nueva fórmula infantil. Otro obstáculo es la diferencia de medidas. Entiendo que solo porque las fórmulas de la UE tienen un tamaño de cuchara diferente a las estadounidenses, eso puede violar las normas de la FDA”, afirma la analista.
“Estos requisitos de etiquetado, por ejemplo, no tienen que ve realmente con la salud y la seguridad, y lo sabemos porque la FDA ya está considerando ‘ejercer discreción de cumplimiento en cuestiones menores de etiquetado tanto para productos nacionales como importados’”, agrega.
"Los principales obstáculos son las barreras no arancelarias de la FDA porque no son flexibles"
CRÍTICA REPUBLICANA
Tal como mencionamos líneas atrás, el desabastecimiento de fórmula de leche paso de un problema comercial a una crisis política en Estados Unidos.
“En el contexto actual, tan polarizado, todo lo que sucede se analiza desde la óptica de la división política. Si no hay leche es porque el Gobierno tiene la culpa. Si no hay un producto o es inflación termina siendo culpa de las políticas del presidente Biden”, explica a este Diario Eduardo Gamarra, profesor de Ciencias Políticas en el Departamentos de Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de Florida.
Cabe resaltar que los principales críticos se encuentran en el Partido Republicano, quienes no piensan desaprovechar la polémica para ganar votos con miras a los comicios de medio término a celebrarse en noviembre.
La congresista republicana, Elise Stefanik, por ejemplo, aseguró que “Joe Biden no tiene ningún plan. (…) Cuando le preguntamos a la Casa Blanca sobre la escasez, se rieron. Es vergonzoso”.
Ann Wagner, también legisladora republicana, aseguraba por su parte que muchas madres buscaban desesperadamente el producto por Facebook. Randy Feenstra, representante por Iowa, aseguraba por su cuenta que había familias que conducían hasta 160 kilómetros para conseguir una lata de fórmula para bebés.
Otros miembros del Partido Republicano han criticado la velocidad de Biden para responder a los llamados de ayuda desde Europa, en referencia a la crisis que se vive en Ucrania, y descuidar problemas nacionales como este.
Muchos otros se escandalizaban ante la decisión de algunas cadenas de supermercados que limitaban la compra de fórmulas para bebés ante el desabastecimiento.
Los últimos en sumarse a la ola de críticas fueron el gobernador de Texas, Greg Abbott, y el presidente del sindicato de la Patrulla Fronteriza, Brandon Judd, quienes denunciaban que “mientras madres y padres miran los estantes vacíos de las tiendas, la Administración Biden está feliz de proporcionar fórmula para bebé a inmigrantes ilegales que cruzan nuestra frontera sur”.
Para Gamarra, las consecuencias que dejará esta crisis en los demócratas podría ser significativa.
“Es una crisis muy difícil de sobrellevar. En este país se hablaba de que las madres que llevaban a sus hijos a jugar fútbol fueron quienes eligieron a Obama, ahora podríamos hablar de las mamás de la leche que votaron contra Biden, porque pueden pensar que es producto de la mala administración del presidente. Podría tener consecuencias muy graves, sobre todo en la elección de la Cámara Baja, creo que ahí el impacto se sentirá inmediatamente, los demócratas podrían perder entre 20 y 23 escaños”, comenta el experto.
LA RESPUESTA DE BIDEN
La Casa Blanca dedicó gran parte del jueves en hacer frente a la crisis - y a las críticas - recibidas por el desabastecimiento.
Primero, la vocera Jen Psaki aseguró que la FDA se encontraba “trabajando a contrarreloj” en garantizar que los productos regresen al mercado tras confirmar que son seguros para los bebés.
Además, en el transcurso del día, el presidente Biden se reunió con los directores ejecutivos de Mead Johnson y Gerber quienes le prometieron “hacer todo lo que sea necesario” para cubrir las necesidades del mercado.
El mandatario también conversó con los representantes de Walmart y Target.
Desde Abbott, mientras tanto, informaron que podrían reiniciar sus operaciones en Michigan dentro de dos semanas, dependiendo de la aprobación de la FDA. Esto haría que sus productos estén de regreso en los anaqueles en un periodo de entre 6 y 8 semanas.
Sumado a ello, un comunicado emitido por la Casa Blanca adelantó que la FDA anunciaría cambios en sus políticas para adquirir este tipo de productos en el extranjero. Por otro lado, la Administración Biden aseguró que solicitará a la Comisión Federal de Comercio que combatan malas prácticas como la especulación de precios.
“Creo que será muy parecido al problema de la gasolina, donde el Gobierno ha decidido ir a nuestras reservas para aliviar el impacto. No tenemos reservas de leche en polvo, pero se pueden levantar las restricciones arancelarias y tratar de buscar leches producidas en otros países, pese a que en muchos casos no cumplan los mismos requisitos fitosanitarios”, comenta Gamarra.
Para la analista del Instituto Cato, Beaumont-Smith, la opción de que la FDA aligere sus exigencias para la importación de este tipo de productos es una noticia para celebrar y que se deberá mantener más allá de la crisis actual.
“Sería fantástico si reconocieran los estándares de los reguladores extranjeros de la UE, Australia, Reino Unido, Nueva Zelanda y algunos otros para que la fórmula infantil pudiera importarse fácilmente. También creo que los aranceles y las tasas arancelarias deben eliminarse. Estos son impuestos que solo hacen que la vida de los nuevos padres sea aún más costosa. Si estos cambios se hacen permanentes, creo que tendrán un mayor efecto a largo plazo. Estos no son cambios que solo deben considerarse a corto plazo”, señala la experta a El Comercio.
Sin embargo, ambos analistas coinciden en que el reto mayor aún será solucionar los estragos dejados por la pandemia sobre las líneas de producción y distribución en el país.
“El desabastecimiento también es consecuencia de la crisis en la cadena de logística que vive el país a causa del COVID-19, así que la solución a largo plazo apunta mas bien a resolver ese problema de transporte y logística que ha dejado la pandemia″, explica Gamarra.
“A corto plazo todavía existen dificultades residuales con la logística debido a las restricciones relacionadas con la pandemia, incluida la escasez de mano de obra y materiales de transporte. Entonces, incluso si puede llegar más fórmula a los puertos aún tiene que llegar desde esos puertos a los minoristas y las familias, lo cual es una dificultad adicional en este momento”, agrega por su parte Beaumont-Smith.
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