En Estados Unidos continúa el proceso en contra de los protagonistas del asalto al Capitolio, que está próximo a cumplir dos años. Ahora es el turno de los Oath Keepers -organización de extrema derecha que atacó la sede del Congreso de Estados Unidos aquel 6 de enero del 2021-, cuyo juicio empezó a prepararse desde este martes 27 con la selección del jurado. Ellos determinarán si su líder, Stewart Rhodes, y cuatro personas más serán castigados por el delito de sedición.
Según la agencia EFE, el Tribunal Federal de Distrito de Washington espera que el juicio dure “entre cuatro y seis semanas”. Será el primer proceso “de varios contra grupos de extrema derecha por acciones antigubernamentales”.
Valdría preguntarse en qué momento los Oath Keepers se volvieron tan conocidos y relevantes en Estados Unidos.
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El papel de Trump
Ellos, como anota EFE, son una “organización poco estructurada vinculada a las milicias ciudadanas”. No les interesa el origen de sus miembros mientras que sean “exmilitares, policías y personal de primeros auxilios”.
Los Oath Keepers fueron fundados en el 2009 por el exparacaidista del ejército de EE.UU. Stewart Rhodes, quien antes pasó por la facultad de Derecho de Yale y trabajó como ayudante del congresista republicano texano Ron Paul.
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Como apunta la BBC, el nombre del grupo (Guardianes del Juramento) deriva “del juramento de servicio que toman la policía, el ejército y otros funcionarios”. El medio agrega: “Aquellos que [lo] toman […] se comprometen a ‘apoyar y defender la Constitución de Estados Unidos contra todos los enemigos, extranjeros y nacionales’”.
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Para Hernán Molina, analista argentino que reside en Estados Unidos, ellos se volvieron relevantes gracias al exmandatario Donald Trump. “Hay que recordar que él sostuvo que eran buenas personas y los comparó con Antifa, la forma en la que él se refería a las personas que protestaban contra la brutalidad policial y contra esos fascistas”.
Pero su conexión con el poder no termina allí. Un día antes de las elecciones -que finalmente ganó el actual presidente de EE.UU., Joe Biden-, el asesor de Trump Roger Stone se comunicó con ellos. Y les dijo: “A la mierda con la votación. Vayamos directamente a la violencia”.
Molina añade: “Y, claro, luego del 6 de enero se volvieron más conocidos. Pero no es más que un grupo violento, terroristas domésticos considerados por el FBI como una de las tantas milicias que amenazan la paz”.
Sedición: un cargo poco utilizado
Llevar a los Oath Keepers a juicio es, por tanto, importantísimo para la salud de la democracia estadounidense, dice Molina, porque “revaloriza los pilares republicanos y cuestiona las posturas totalitarias que abusan del poder”.
En ese sentido, apunta el especialista, es vital que tengan un juicio en el que sus derechos sean respetados; es decir, que puedan tener la representación legal adecuada y un proceso justo. “El sistema democrático está funcionando. Si son hallados culpables, deberán pagar sus fechorías como cualquier hijo de vecino”.
Castigado con 20 años de prisión, el cargo de sedición que se imputa a los Oath Keepers implica haber planificado el uso de la fuerza para derrocar al gobierno o para oponerse a alguna de sus leyes. Se diferencia de la insurrección, que tiene un carácter más espontáneo.
Como bien recuerda la agencia France Press, el cargo de sedición ha sido muy poco utilizado: la última condena se emitió en 1998 contra militantes islamistas responsables del atentado con bomba contra el World Trade Center, en Nueva York, cinco años antes.