Después de décadas en prisión, tres hombres fueron absueltos el viernes de uno de los crímenes más horribles de la violenta década de 1990 en Nueva York: el asesinato de un empleado que fue quemado en una garita de venta de boletos del metro.
Un juez desestimó las condenas por asesinato a Vincent Ellerbe, James Irons y Thomas Malik después de que los fiscales dijeran que el caso se basó en confesiones llenas de falsedad, identificaciones de testigos inestables y otras pruebas defectuosas.
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Los tres confesaron y fueron condenados por asesinar al vendedor de boletos Harry Kaufman en 1995. El caso resonó desde Nueva York hasta Washington y Hollywood, luego de que se establecieran paralelismos entre el incendio mortal y una escena en la película “Money Train”, que se había estrenado cuatro días antes.
Malik y Irons, ambos de 45 años, dejaron la cárcel por primera vez en más de un cuarto de siglo. Ellerbe, de 44 años, obtuvo la libertad condicional en el 2020.
“Lo que nos pasó nunca podrá arreglarse”, dijo Ellerbe al tribunal mientras describía en voz baja la terrible experiencia de la prisión. “Te rompen o te convierten en un monstruo”.
Irons, al salir de la corte, solo dijo que se sentía “genial”. Malik sostuvo que el desenlace fue “definitivamente demasiado poco, demasiado tarde, pero todo lleva tiempo”.
“Estaba feliz de haber podido mantenerme fuerte para soportar este viaje”, continuó Malik. “Pero fue un viaje duro”.
Los hombres siempre sostuvieron que fueron obligados a confesar falsamente su culpabilidad. Ellos involucraron a detectives que luego fueron acusados de forzar confesiones e incriminar a los sospechosos.
De hecho, Irons estaba en casa con su madre, a la vuelta de la esquina de la estación de metro, cuando escuchó la explosión y llamó al 911, una llamada que nunca fue reproducida para los jurados, dijo su abogado, David Shanies.
Si bien hubo otros sospechosos potenciales al principio de la investigación, no está claro si la policía o los fiscales planean continuar con la investigación décadas después.
Kaufman fue atacado el 26 de noviembre de 1995 mientras trabajaba horas extras en un turno nocturno para ahorrar dinero para la futura matrícula universitaria de su hijo. Los atacantes primero intentaron robarle, luego arrojaron gasolina a través de la ranura para monedas de la cabina donde estaba y encendieron el combustible con fósforos, dijeron las autoridades en ese momento. La cabina explotó y Kaufman, de 50 años, salió corriendo en llamas. El padre, que estaba casado, murió dos semanas después.
El ataque se parecía en cierta medida a una escena en “Money Train”, una comparación que llevó al entonces líder de la mayoría en el Senado y aspirante republicano a la presidencia, Bob Dole, a pedir un boicot a la película. Las autoridades dieron señales contradictorias a lo largo de los años sobre si creían que la película había inspirado el asesinato.
La policía finalmente llegó a interrogar a Irons y obtuvo una confesión. Dijo que actuó como vigilante del hecho e implicó a Malik y Ellerbe al señalarlos colo los que habían incendiado la cabina.
Luego los hombres sostuvieron que habían sido obligados a hacer confesiones falsas, y Malik manifestó que el detective Louis Scarcella le gritó y le golpeó la cabeza contra un casillero. Scarcella testificó que maldijo, golpeó una mesa y que solo estaba tratando de asustar a Malik, que entonces tenía 18 años, pero que no lo golpeó.
Los fiscales explicaron que su revisión del caso encontró que Scarcella y un socio proporcionaron detalles de la escena del crimen a Irons y a Malik mientras hacían caso omiso a las inconsistencias en sus confesiones.
Por ejemplo, Irons dijo que pudo ver a sus supuestos cómplices subir a un auto y fugar, que el carro estaba estacionado a una cuadra de distancia del lugar de los hechos y a la vuelta de una esquina. Ellerbe describió a cuatro atacantes y dijo que había rociado gasolina en el exterior de la cabina, cuando en realidad se derramó el combustible en la ranura para monedas. Malik describió el automóvil de manera diferente a como lo hizo un testigo.
La identificación de Malik por el mismo testigo también fue problemática, en parte porque antes había señalado a otra persona, un hombre que un informante había nombrado por separado, dijeron los fiscales.
“Más de 25 años después, no tenemos ninguna confianza en la integridad de esas condenas”, dijo al tribunal la asistente del fiscal de distrito, Lori Glachman.
En ese momento, Scarcella era un detective de homicidios estrella de Brooklyn, una ciudad que se tambaleaba por el crimen. En toda la ciudad, los asesinatos superaron los 2.200 en su pico de 1990; eso se compara con los 488 el año pasado y un mínimo de 295 en el 2018.
Pero después de que se acumularan preguntas sobre las tácticas de Scarcella, la oficina del fiscal de distrito de Brooklyn comenzó en 2013 a revisar decenas de casos en los que había trabajado.
Scarcella, que se retiró en el 2000, ha negado haber actuado mal. Si bien se han anulado más de una docena de condenas en sus casos, los fiscales han apoyado muchos otros.
El viernes se envió un mensaje en busca de comentarios a un abogado que lo ha representado.
La reexaminación de las antiguas condenas por parte de los fiscales de Brooklyn es ampliamente vista como una de las más ambiciosas de su tipo.
“Esto ya no se trata de una o dos manzanas podridas. Se trata de una podredumbre sistémica” en un momento en que el pánico por la seguridad pública hizo que demasiados policías, fiscales y jueces se sintieran cómodos sin hacer suficientes preguntas, dijo el abogado Ronald Kuby, quien representó a Ellerbe y Malik.
“Gente, gente responsable, que realmente sabía mejor... todos deberían haber hecho algo”, dijo.
Ellerbe, ahora chef, es padre de una hija de 26 años a la que no vio crecer. Malik, aún asombrado de que el caso finalmente hubiera terminado, dijo que se dirigía a ver a su madre, quien recientemente se sometió a una cirugía.
¿Cómo avanzar? “Un día a la vez”, dijo.
“Simplemente manténgalo en movimiento”, agregó Ellerbe. “No puedes mirar atrás”.
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