La mujer no tiene complicaciones médicas persistentes, más allá de sus amputaciones. (Foto: Instagram: @kayelizabethpacheco).
La mujer no tiene complicaciones médicas persistentes, más allá de sus amputaciones. (Foto: Instagram: @kayelizabethpacheco).

Krystina Pacheco, una mujer latina de 29 años, dio a luz a su hija Amelia el 24 de octubre de 2022. Todo era felicidad y gozo familiar hasta que, dos días después de la cesárea que transcurrió sin incidentes, los problemas comenzaron a surgir: una fiebre la llevó a ser trasladada en avión a un hospital en San Antonio, Texas ().

Aunque, al inicio, se pensaba que la fiebre era producto de la recuperación del parto, el desolador diagnóstico no tardó en llegar. Krystina estaba en shock séptico, “una afección grave que se produce cuando una infección en todo el cuerpo lleva a que se presente presión arterial baja peligrosa”, de acuerdo con MedlinePlus, el servicio de información en línea provisto por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.

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“Solo recuerdo que ya no podía respirar y no podía ver más y comencé a desvanecerme lentamente. Mi esposo solo podía escucharlo decir: ‘Por favor, vuelve con nosotros, por favor, tus bebés te necesitan. Te necesito. Necesito que estés aquí y me ayudes con nuestros bebés’. Eso es lo último que recuerdo”, relató la mujer, madre de dos pequeños, en diálogo con la red de televisión y radio estadounidense ABC News.

El shock séptico puede provocar, entre otras cosas, insuficiencia en los pulmones, el corazón y los riñones, que fue el caso de Krystina. Con el objetivo de salvar su vida, la mujer tuvo que ser sometida a diálisis y conectada a un equipo de ventilación mecánica que, además de cumplir una función respiratoria, también contribuía a la limpieza de la sangre.

Después de dos semanas en cuidados intensivos, en las que Krystina recibió apoyo de familia y amigos, comenzó a mejorar, tanto así que los especialistas le quitaron el tubo de respiración. “Lo primero que me dijo fue: ‘¿Qué me pasó? ¿Casi me muero?’. Y tuvimos un momento de lágrimas: lágrimas de tristeza, lágrimas de alegría, solo un montón de emociones que nos invadieron”, detalló el esposo de la mujer, Jacob Pacheco, a ABC News.

Si bien el proceso médico había sido difícil, aún no llegaba lo peor. Justo cuando un poco de esperanza se asomaba, Krystina recibió una de las noticias más duras por parte de los médicos: tendrían que amputarle brazos y piernas. De acuerdo con Mayo Clinic, la pérdida de flujo en las extremidades es uno de los riesgos más comunes de la máquina EMCO.

Además de someterse a una cirugía para amputar los brazos por debajo de los codos y otra para hacer lo mismo en las piernas, la mujer tuvo que recibir casi una docena de injertos de piel para reparar el daño en las capas cutáneas. Sin embargo, en medio del panorama desolador, lo único que pensaba era en llegar a casa con sus bebés.

A finales de enero, Krystina fue trasladada a un centro de rehabilitación en Houston. Allí, la automotivación se convirtió en una de sus mejores armas. “Cualquier desafío que le pusimos enfrente, ella pudo lograrlo. Simplemente dio el 100 por ciento y pudo progresar mucho mientras estuvo con nosotros”, señaló Vinay Vanodia, el director del centro, para la red de televisión y radio estadounidense mencionada anteriormente.

Hace unas semanas, el 11 de febrero, Krystina pudo reunirse nuevamente con su hijo, de 2 años, y su hija de meses de nacida. Según contó a ABC News, no tiene complicaciones médicas persistentes por su shock séptico más allá de sus amputaciones y planea volver a trabajar como especialista licenciada en psicología escolar.

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