La coalición de izquierda dio la sorpresa el domingo al ganar en la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia, dejando en segundo lugar al bloque macronista y relegando al tercer puesto a la favorita Agrupación Nacional, partido de extrema derecha liderado por Marine Le Pen. De acuerdo con los resultados oficiales, el Nuevo Frente Popular (NFP) de socialistas, comunistas, ecologistas y la más radical La Francia Insumisa (LFI) consiguió 182 escaños de un total de 577, más otros 13 independientes de izquierda. De todas formas, la cifra quedó muy alejada de las 289 bancas que se necesitan para lograr la mayoría absoluta que permita imponer un primer ministro sin la ayuda de otros partidos.
El bloque macronista, formado por tres partidos, perdió su mayoría al quedarse en 168 diputados. Hasta antes del adelanto de elecciones tenía 250 escaños. La ultraderechista Agrupación Nacional se quedó finalmente en 143 escaños.
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Sobre el resultado de las elecciones y el futuro del Gobierno de Macron El Comercio conversó con Rodrigo Murillo, historiador y politólogo peruano afincado en Francia.
— ¿Qué explica este resultado? ¿El frente republicano funcionó, fue el miedo de la mayoría de franceses a la extrema derecha?
Esa pregunta se puede responder explicando primero el motivo por el cual Emmanuel Macron convocó a estas elecciones después de haber visto el resultado de los comicios europeos, donde la derecha y la extrema derecha ganaron con aplastante mayoría. La noche misma en la que se conocieron los resultados de las europeas, todos los candidatos de la derecha y la extrema derecha salieron a exigir la disolución de la Asamblea Nacional para que el país adopte un nuevo rumbo político, y el presidente, desde su palacio inalcanzable, escuche a la gente que pedía un cambio de timón. Pero al mismo tiempo que estos candidatos exigían nuevas elecciones, decían ‘Emmanuel Macron nunca lo hará porque no es un demócrata, porque no va a arriesgar su posición en la Asamblea’.
Macron les calló la boca convocando a elecciones para dentro de muy poquito. ¿Con qué finalidad? Para que se demuestre de cara al electorado, que tras esta extrema derecha, en mi opinión, no había nada más que un diagnóstico exclusivamente concentrado en la migración. Es decir, cuando finalmente estos candidatos que exigían las nuevas elecciones tuvieron la oportunidad de ser entrevistados, de participar en debates, de competir en igualdad de posiciones para la Asamblea Legislativa, cambiaban de posición, se reveló al público que detrás de este diagnóstico vinculado a la migración no existe realmente una propuesta económica que sea capaz de dar a los franceses lo que piden hace tiempo: el aumento de su poder adquisitivo, menores impuestos y en tercer lugar recién una mayor seguridad y un control de la migración. Finalmente, al cabo de estas dos vueltas, la mayoría del electorado se ha dado cuenta de que en la extrema derecha no hay un plan político coherente y responsable con el país. Por ese lado, la apuesta de Macron ha sido excelente, porque los ha desnudado, se demostró que no estaban preparados, que no tenían nada qué ofrecerle a la gente.
También tenemos que sumar la gran movilización que hubo de todos los sectores políticos, pasando incluso por la selección de fútbol, los artistas, en contra del partido de Marine Le Pen, que es un partido que carga un estigma de larga data, un partido que la mayoría de franceses no está dispuesto a aceptar en el poder. Entonces, cuando el país ha escuchado lo que todos los candidatos tenían que decir, los franceses en su mayoría se han reafirmado de derecha, porque si suma los resultados de los tres partidos de este espectro político, tiene ahí la mayoría absoluta, el único asunto es que no se le quiere dar la mayoría a un partido que está al extremo del espectro político y que no pareciera tener las cualidades profesionales ni académicas para enrumbar la economía y el gobierno del país.
— ¿Cómo se avizora la gobernabilidad en Francia con esta nueva Asamblea Nacional con mayoría simple de la izquierda?
Lo que tiene que suceder ahora es que la democracia francesa debe volverse sumamente partidista; es decir, ahora solo los partidos tendrán que negociar la formación de un gobierno. No olvidemos que si bien es cierto que el Nuevo Frente Popular ha ganado las elecciones, necesita más de 80 diputados para alcanzar la mayoría. Es imposible. Ahora Macron tiene que tomar contacto con el jefe del NFP para pedirle que forme un gobierno, algo que no va a suceder. Va a haber una gran inestabilidad, prácticamente ningún partido va a poder aprobar leyes trascendentes para el país. Pareciera ser que al mismo tiempo que llegamos a esta situación de bloqueo en la Asamblea, los tres asuntos que más preocupan a los franceses no serán resueltos de cara a las elecciones presidenciales del 2027.
— Mélenchon ha pedido a Macron que nombre un primer ministro de izquierda, ¿entonces si lo hace este va a ser bloqueado?
Claro, porque para que ellos gobiernen deben tener la mayoría absoluta. Ahora, puede haber un primer ministro de izquierda que nombre a ministros de otras fuerzas políticas, entonces ya no tiene un gobierno ministerial de izquierda. Lo que es imposible es que haya un gobierno de izquierda, porque no lo ha querido así la mayoría de los franceses. Evidentemente, el jefe del NFP Mélenchon, que es además un tipo sumamente controversial, intenta ganar en legitimidad para convencer al mundo que él ha sido el ganador de las elecciones, pero debemos recordar que el Nuevo Frente Popular involucra a varios partidos, entre los cuales está el Partido Comunista, el Partido Ecologista, el Partido Socialista, La Francia Insumisa, pero el resultado de ninguna manera implica la victoria de estos ni la aplicación de sus planes de gobierno.
— Estamos a tres años de las elecciones presidenciales, ¿cómo quedan las chances de Marine Le Pen tras estos resultados?
De cierta forma, se acusa a Macron de haber acabado con el sistema de partidos en Francia, porque él sin pertenecer a ninguno de los dos partidos tradicionales, de una forma caudillista creó su propio partido y ganó. Lo que ha generado Macron con el paso de los años es que estos partidos no se puedan recuperar. Dudo muchísimo de que Marine Le Pen pueda ser presidenta en el 2027, ya se enfrentó en dos ocasiones a Macron, le fue mal en los debates, en el fondo los franceses saben que ella no tiene el nivel necesario en el plano de la economía, de la tributación, de la política externa, se sabe que Putin financió su partido, no la van a elegir presidenta, a no ser que en el bando de enfrente tengamos a un candidato abiertamente castrista, chavista como lo es Mélenchon, pero eso es muy improbable que suceda. Posiblemente lo que va a pasar en el 2027 es que alguno de los exprimer ministros de Macron, que no tengan vínculo especial con ninguno de los espectros políticos, sino más bien una postura moderada, profesional y técnica, pueda sorprender como un outsider. Con quien quiera que usted hable hoy en día en Francia le diría que lo más preocupante es que absolutamente nadie puede avizorar lo que vendrá. No hay ninguna figura presidenciable en los partidos políticos.
— ¿Además del asunto de la migración, qué otros mensajes de la extrema derecha han calado entre los votantes?
No debemos olvidar de que a pesar de todo, al cabo de estas dos elecciones, el partido de extrema derecha Agrupación Nacional ha visto incrementarse tremendamente el número de diputados que tiene en la Asamblea Legislativa. Es el resultado más importante de su historia. Su diagnóstico es sencillo, ellos se oponen a la migración desenfrenada, que según su forma de estudiar el problema político en Francia ha colapsado los servicios públicos y es un gran lastre para la economía del país, ese es el argumento principal. Pero además podríamos señalar que otro de sus postulados es la recuperación de la soberanía ante la Unión Europea; es decir, ellos argumentan que una vez que estén en el poder no van a respetar las reglamentaciones europeas. Ellos venden una suerte de recuperación soberana del país, pero también los franceses, que no son desprevenidos, que es una población muy informada, muy política, que está siempre leyendo, saben lo que pasó en el Reino Unido con el Brexit, donde también un partido de extrema derecha propuso recuperar sus fronteras, ganar autonomía ante la Unión Europea, y hoy su economía está peor que nunca.
Me temo que no hay una solución evidente para el problema del país, que es económico, porque si usted tuviera una economía que crece, que fomente el talento, que necesite personas, la migración no sería un problema; por el contrario, sería un beneficio. El problema es que la economía francesa ya no puede crecer más, la gente ya no puede pagar más impuestos, y al mismo tiempo necesita que el Estado le de más hospitales, colegios, una serie de cosas que está comenzando a dejar de darle. No se dan abasto los servicios públicos.
— Entonces, en lo que le queda de su Gobierno a Macron, ¿tiene la chance para empezar a revertir esta situación, o las elecciones del 2027 van a encontrar a Francia en condiciones similares a las de ahora?
Por un lado, pareciera que la apuesta de Macron ha salido bien en el sentido de que la extrema derecha que se sentía empoderada, que lo miraba de una altura dándole órdenes, ahora sabe que no tiene lo que hace falta para gobernar el país. Pero al mismo tiempo, con el mismo tiro Macron ha liberado a fuerzas de la izquierda y la extrema izquierda, que ahora se sienten empoderadas y exigen un cambio total en el manejo económico y político del país. Creo que la figura de Macron tanto por los electores de derecha como de izquierda, a los que no podrá contentar porque su ideario político es otro, va a ser muy atacada desde ambos espectros políticos. Nos espera un período de incertidumbre política. No se va a aprobar ninguna reforma importante, Macron seguirá ocupándose de la política internacional, pero salvo algún milagro, como la formación de un gobierno de coalición, lo que le espera al presidente es entregar un país en el 2027 paralizado políticamente y dudo mucho de que su legado sea positivo.
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