La exprimera ministra Margaret Thatcher, expulsada del poder hace más de 30 años y fallecida hace casi 10, estuvo omnipresente en la carrera por Downing Street, reflejando la admiración por la “Dama de Hierro” que pervive en el Partido Conservador británico.
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Entre Liz Truss y Rishi Sunak, ¿quién sucederá a Boris Johnson la próxima semana? Durante la campaña interna en la formación gubernamental, la respuesta a la pregunta se redujo a menudo a quién, entre la jefa de la diplomacia y el exministro de Finanzas, es más fiel al legado de la ultraliberal que dirigió el país entre 1979 y 1990.
Figura divisiva, Thatcher se convirtió en un ícono entre los conservadores por aplastar a los sindicatos para aplicar sus políticas liberales, ganar la guerra de Malvinas en 1982 y vencer en tres elecciones generales.
Una encuesta de YouGov realizada en 2019 entre los miembros del Partido Conservador la situó como la segunda líder más respetada, con un 93% de apoyo, solo por detrás de Winston Churchill y muy por delante de todos los demás. El 56% de los afiliados se describieron como “thatcheristas”, más que cualquier otra etiqueta.
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En opinión de Tim Bale, politólogo de la Universidad Queen Mary de Londres, la reciente evolución del Partido Conservador, cada vez más “antieuropeo”, refuerza el aura de la “Dama de Hierro” que se enfrentó a Bruselas y exigió en 1979 que “le devolvieran su dinero”.
Nostalgia
“También hay mucha nostalgia por la forma en que cambió el país: derribó los sindicatos, bajó los impuestos a los ricos, promovió el acceso a la propiedad”, resume el experto. “Es inevitable que (los conservadores) la vean como un símbolo de una época dorada”, considera.
Esto es especialmente cierto dada la falta de entusiasmo por los dos candidatos y su dificultad para proponer una nueva visión, en contraste con la modernización prometida por David Cameron o las promesas de Boris Johnson para lograr el Brexit.
John Curtice, politólogo de la Universidad de Strathclyde, señala que la situación económica es “muy parecida a la que afrontó Thatcher en 1979: inflación muy alta y conflictos sociales” que auguran huelgas sin precedentes desde hace décadas.
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Favorita para convertirse en la tercera mujer al frente del gobierno británico, Truss fue rápidamente comparada con Thatcher, de la que se declara gran admiradora.
“Chapka” y tanque
Las comparaciones se alimentaron con el posicionamiento de Truss a la derecha del partido (defensora del libre comercio y la reducción de impuestos dispuesta a limitar el derecho de huelga...).
También por algunas imágenes que recordaban a Thatcher, como cuando posó con una “chapka”, un gorro de piel ruso, durante una visita a Moscú o sobre la torreta de un tanque en Estonia.
“Cualquier mujer en política es comparada con Theresa May o Margaret Thatcher porque no ha habido tantas mujeres como hombres en el poder”, relativizó la propia Truss, al tiempo que alabó las cualidades de la ex primera ministra fallecida en 2013.
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En un esfuerzo por corregir su imagen de moderado que desagrada a las bases del partido, Sunak visitó Grantham, la ciudad natal de Thatcher en el este de Inglaterra, a finales de julio.
Escribió en el Daily Telegraph, diario conservador, definiéndose como un “thatcherista” y prometió aplicar “reformas thatcheristas radicales que desbloquearán el crecimiento”.
Los aliados del exministro de Finanzas, así como antiguos ministros de la difunta dirigente, intervinieron durante la campaña para presentar su programa (reducir la inflación antes de cualquier bajada de impuestos) como más fiel a la ortodoxia fiscal de Thatcher.
Recordaron que ella subió los impuestos cuando llegó al poder y denunciaron que los recortes fiscales masivos prometidos por Truss como peligrosos para las finanzas públicas.
Thatcher “estaba dispuesta a decir lo que la gente no quería oír”, aseguró Sunak en la BBC. “Eso es lo que ya mantengo, no quiero hacer promesas que no pueda cumplir”, defendió.
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