En un bosque ubicado en las afueras de Kiev, un grupo de civiles ucranianos aprende a cavar refugios en la nieve ante el temor de una invasión por parte de Rusia, que concentró unos 100.000 soldados en la frontera.
“Si Rusia ataca, es muy importante conocer estas técnicas”, resume Artem Kuzmenko, informático de 29 años, que participa en un curso de supervivencia de dos días.
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Ucrania, una exrrepública soviética, está acostumbrada a la guerra.
Desde 2014 lucha contra los separatistas prorrusos del este del país en un conflicto que ya dejó más de 13.000 muertes.
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Pese a la firma de acuerdos de paz, la violencia nunca cesó por completo en el frente.
Occidente acusa a Rusia de querer invadir Ucrania, acusación que Moscú rechaza.
“En las grandes ciudades, la gente está acostumbrada a que los conflictos tengan lugar lejos”, señala el instructor, Serguéi Vishnevski, vestido con uniforme militar.
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“Ahora toman conciencia de que la guerra puede llegar hasta ella”, añade.
Vichnevski, de 40 años, combatió en el frente antes de brindar estos cursos de sobrevivencia para civiles.
Ha constatado un interés renovado a lo largo de las últimas semanas, en la medida que los temores a una invasión son cada vez mayores.
Una formación online que brindará en los próximos días ya recibió unas 4.000 inscripciones.
“Todo el mundo debería saber cómo construir un refugio para su familia”, considera.
Yana Kaminska, estudiante de psicología de 33 años, que hace este entrenamiento junto a su compañero, ya preparó un bolso por si tiene que abandonar de prisa su casa.
“Primero, cuidar a nuestras familias”, responde cuando se le pregunta cual es su prioridad en caso de invasión.
“Responsabilidad”
Tras años de guerra frecuentemente salpicados con temores a una invasión rusa a gran escala, Kiev no muestra signos de pánico pese a las declaraciones alarmistas de algunas capitales occidentales.
Las tiendas no muestran signos de escasez, lo que ocurre cuando la gente se abastece al máximo, y había muchos viandantes en el centro de la ciudad, cubierto por un manto de nieve durante el fin de semana.
Inclusive, el propio presidente Volodimir Zelenski instó el viernes a Occidente a no sembrar el “pánico”, afirmando estar más inquieto por una “desestabilización” interna que por un eventual ataque ruso.
Pero, de acuerdo a un sondeo publicado la semana pasada, el 48% de los ucranianos cree que una invasión rusa es posible y un contingente de entrenadores cada vez mayor los prepara para lo peor.
En el fin de semana, más de 150 mujeres asistieron a una conferencia en una universidad de Kiev, en la que aprendieron a cómo neutralizar a un agresor desarmado, presionando determinados puntos de la cabeza o el cuello.
Para Olena Biletska, de la Guardia de mujeres ucranianas, en el origen de esta iniciativa, Ucrania debe aprender a protegerse, es una cuestión de “responsabilidad personal”. Añadiendo que tuvo que rechazar a potenciales participantes a causa de las restricciones anti-covid.
Entre la concurrencia, Oleksandra Kovalenko, de 25 años, explica que quiere prepararse “para el peor de los escenarios (...) Un ataque es realmente posible”.
Kalashnikov de madera
En otro barrio de Kiev, unas 300 personas participaron este domingo en un entrenamiento militar en el predio de una fábrica abandonada.
Esta actividad, organizada por un partido nacionalista creado por exvoluntarios que combatieron contra los separatistas en el este de Ucrania desde 2014, se denomina “En lugar de entrar en pánico, prepárate”.
“El pánico puede aparecer cuando la gente no sabe cómo reaccionar, cómo utilizar un arma, cómo defenderse, qué hacer en caso de tiroteo”, explicó Maksim Jorin, excomandante del polémico batallón Azov, al acoger a los participantes que formaban filas bajo los copos de nieve.
En pequeños grupos, los participantes, sobre todo jóvenes, pero también familias enteras, aprendieron a cómo sostener y manejar un arma utilizando réplicas de fusiles kalashnikov de madera.
Recibieron además capacitación en primeros auxilios y, en un edificio en ruinas, les mostraron cómo moverse en el interior de un edificio tomado por el enemigo.
“¡La pierna izquierda está de nuevo mal colocada!” le espeta un instructor a un joven que está aprendiendo a manejarse con un arma en las manos.
“Es mi país ¿cómo no voy a preocuparme?”, explica a la AFP Evgueni Petrik, de 20 años. ¿Cree él en una próxima invasión rusa? “Probable o no, no soy quien para juzgarlo, no soy adivino. Pero, hay que estar preparado”, apostilla.
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