Dos buses del transporte público fueron quemados por encapuchados este lunes en la principal arteria vial del centro de Santiago de Chile, mientras en distintos puntos se registraron enfrentamientos entre manifestantes y la Policía.
Según medios locales, una decena de desconocidos vestidos con overoles blancos abordaron una primera máquina siniestrada durante la mañana, a la que prendieron fuego tras obligar al conductor y a los cerca de 20 ocupantes a descender, amenazándolos con armas de fuego.
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Horas más tarde, un segundo bus fue atacado y quemado en las cercanías del Instituto Nacional, uno de los colegios más emblemáticos del país, que está ubicado en el centro de la capital chilena y ha sido protagonista de diversas movilizaciones en las últimas semanas.
De acuerdo con el reporte policial, dos adolescentes de 16 años fueron detenidos por estos hechos y fueron dirigidos a la 48º Comisaría a la espera de la determinación del Ministerio Público.
“Sale un grupo de estudiantes del Liceo de Aplicación, detienen al bus del Transantiago que estaba en el paradero, hacen descender al conductor con golpes, también a los pasajeros bajo amenaza y proceden a lanzar líquido acelerante y bombas molotov al bus, el que termina con daños en su totalidad”, señaló a la televisión local el capitán de Carabineros Patricio Garridio.
Los alumnos, a la fecha, llevan semanas de agitación, tomas y movilizaciones más pequeñas en las que se cruzan diversas demandas, entre ellas el impulso de protocolos contra el acoso sexual dentro de los establecimientos educativos y mejoras en las infraestructuras.
Se trata de las primeras marchas estudiantiles de la administración del progresista Gabriel Boric, un exlíder estudiantil que asumió la Presidencia hace 50 días y cuya reivindicación insigne siempre ha sido mejorar el sistema educativo.
En la historia reciente de Chile, las grandes movilizaciones han estado precedidas de protestas estudiantiles, como las potentes marchas por una mejor educación pública de 2011 o 2006 —conocida como la Revolución Pingüina—, o incluso, la crisis social de 2019, que dejó una treintena de muertos y miles de heridos.
Esa ola de masivas protestas, que gatilló el actual proceso constituyente, comenzó precisamente como una protesta de estudiantes de secundaria que llamaron a saltarse el torniquete del metro tras una subida en el precio del billete.
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