A través de su cuenta de Twitter, una mujer que arrendó un apartamento en el edificio más alto del país mostró las condiciones deplorables en las que, dice, debe vivir. “Si algún día tienen la oportunidad de irse a vivir al edificio Bacatá en Bogotá, piérdanla, huyan, no se dejen estafar”.
La usuaria Diana Gómez, @cosmicienta, contó que lo que se pensó como un complejo hotelero ahora solo se arrienda a particulares. Dijo que algunos de los beneficios anunciados para los huéspedes no están disponibles: “el edificio dice que cuenta con gimnasio, terrazas, lavandería, salones comunales y nada de eso existe”.
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Gómez dijo que hay cuatro ascensores pero que “a veces sirven dos, se dañan cada dos días y para rematar se descuelgan, me ha pasado tantas veces que ya sé en qué piso paran”. Añadió que el ascensor se inundó en las últimas semanas por las fuertes lluvias. “El techo estaba lleno de agua y era el único que servía para 53 pisos”, contó.
Agregó: “cuando quieras te cuento como me tocó bajar 15 pisos con dolores de parto por falta de ascensores. El lugar está caído y desde ciertos apartamentos tiene una vista que parece la de una cárcel”.
Según la denuncia de Gómez, los apartamentos más grandes —cuyos cánones de arriendo oscilan entre los 2.5 y los 8 millones de pesos— acaparan la energía eléctrica del resto del edificio. Entonces, los arrendatarios de espacios más pequeños sufren cortes de luz más de diez veces al día. Dada la altura del edificio, es necesario contar con energía eléctrica para surtir agua y utilizar las estufas y calentadores; entonces, sin electricidad, toda la casa queda inutilizable.
Recordó que en uno de esos cortes súbitos de electricidad se dañó su computador. “Los arrendadores saben de todos los problemas que hay y cuando uno se pasa a vivir acá es que se da cuenta que hasta la estufa sirve solo de adorno. Cuando recién me pase a este piso era la única, entonces no tenía tantos problemas como ahora que el edificio está casi lleno, al estar lleno se sobrecarga ese transformador de donde se roban la luz y entonces no hay luz ni agua ningún día”, mencionó la usuaria.
Al reclamar por los servicios deficientes y los daños de sus aparatos eléctricos, no recibió una respuesta del dueño del apartamento, la administración o la compañía aseguradora. “Todos se lavaron las manos. Yo no sé quién me tiene que responder, pero alguien tiene que pagar. Si yo no pago el arriendo a mí sí me van a poner problema, y ¿quién me responde por los daños de un apartamento por el que pago un montón de plata y es inhabitable?”, reclamó Gómez.
La usuaria dice que el edificio es inestable y le preocupan sus grietas. “Yo digo que este edificio se va a caer, es normal que suenen los edificios, pero lo que pasa acá no es normal, hace unos días sonó tan feo que todo el techo del apartamento se agrietó, las paredes también, yo que soy bien chismosa me fui por las escaleras y se están cayendo”, recordó.
Varios habitantes del edificio reclamaron que sufren los mismos inconvenientes y reconocieron que Gómez ha instalado en las áreas comunes varios letreros, con los que intenta disuadir a posibles arrendatarios, ya que los propietarios ocultan los problemas de la edificación para atrapar incautos. “Nunca hay luz, no sirve nada, nunca hay agua, este edificio es una estafa”, se lee en los carteles que, dice ella, son retirados por los vigilantes.