Un grupo de jóvenes fuertemente armados intentan tapar sus rostros. En las manos llevan pistolas, fusiles y artefactos explosivos. A sus pies, arrodillados en el piso, un equipo de producción aterrorizado esconde las cabezas esperando que la pesadilla termine. Todo se produce durante la transmisión en vivo del noticiero de TC Televisión, en Guayaquil. Las imágenes del asalto al canal ecuatoriano dan la vuelta al mundo, convirtiéndose rápidamente en el reflejo de un país subyugado por la violencia de los grupos delincuenciales y narcotraficantes.
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El asalto del martes 9, que se extendió por más de 30 minutos, se produjo un día después de que el gobierno de Daniel Noboa declarara el estado de excepción en el país por una nueva crisis carcelaria. Cabe resaltar que en los últimos tres años alrededor de 500 personas han muerto al interior de las prisiones ecuatorianas, controladas en su mayoría por los grupos delincuenciales.
Pocos minutos después del atentado llegaría la respuesta del joven presidente electo para concluir con el mandato al que renunció Guillermo Lasso.
“He firmado el decreto ejecutivo declarando Conflicto Armado Interno e identifiqué a los siguientes grupos del crimen organizado transnacional como organizaciones terroristas y actores no estatales beligerantes: Águilas, ÁguilasKiller, Ak47, Caballeros Oscuros, ChoneKiller, Choneros, Covicheros, Cuartel de las Feas, Cubanos, Fatales, Gánster, Kater Piler, Lagartos, Latin Kings, Lobos, Los p.27, Los Tiburones, Mafia 18, Mafia Trébol, Patrones, R7, Tiguerones”, señaló Noboa a través de su cuenta en la red social X.
He firmado el decreto ejecutivo declarando Conflicto Armado Interno e identifiqué a los siguientes grupos del crimen organizado transnacional como organizaciones terroristas y actores no estatales beligerantes: Águilas, ÁguilasKiller, Ak47, Caballeros Oscuros, ChoneKiller,… pic.twitter.com/rVfSTFmHlG
— Daniel Noboa Azin (@DanielNoboaOk) January 9, 2024
Ecuador, considerado en los noventa e inicios del 2000 como una isla de paz entre los convulsos escenarios que afrontaban el Perú y Colombia, se convertía hoy en territorio de guerra.
Cuatro días más tarde de aquel decreto las Fuerzas Armadas han salido a las calles y ejecutado innumerables operaciones en contra de los grupos terroristas. “Los militares tienen el amparo presidencial para neutralizarlas. Hay una presencia más efectiva ahora, en solo dos días se han detenido a cerca de 400 terroristas. La población ha respaldado al presidente porque estábamos cansados de esta situación violenta. Tiene más del 90% de apoyo su decisión”, cuenta desde Quito a El Comercio Paul Romero, periodista de la cadena televisiva Ecuavisa.
- Problema profundo -
Desde el 2016, las tasas de homicidio aumentaron en un 300% en Ecuador hasta alcanzar un promedio de 45 por cada 100 mil habitantes a finales del 2023. “Por primera vez en la historia terminamos con 8 mil homicidios derivados directamente de la violencia criminal. Fue un año escandaloso”, señala Romero.
Un informe publicado en julio del año pasado por la Policía de Ecuador reveló, además, que la ola de violencia coincidía con una mayor presencia del narcotráfico en el país. Del 2019 al 2023 las incautaciones de droga se triplicaron en el país, pasando de 79,5 toneladas a 201 toneladas.
Detrás de este incremento estaría una mayor presencia de poderosas organizaciones mexicanas como el Cártel de Sinaloa o el Cartel Jalisco Nueva Generación, encargados de surtir de armamento y dinero a las bandas que ya operaban en los puertos de las ciudades costeras.
“Todas las provincias y ciudades importantes de la costa son focos de violencia porque el narcotráfico está muy metido. Son zonas que han sufrido de un dramático abandono estatal durante muchos años, eso ha permitido que grupos delictivos comiencen a reemplazar al Estado o incluso a la familia. Todo eso ha provocado que la violencia en Guayaquil sea mucho más agresiva que en Quito, por ejemplo. Mi familia y mis amigos viven allá y a la distancia (desde Quito) solo puedo vivir pendiente de ellos esperando que no les pase nada”, cuenta a El Comercio Eduardo Varas, editor adjunto de GK, el medio digital más importante del país.
Varas advierte que es extremadamente complicado determinar la principal causa detrás de la ola de violencia en su país pues, explica, hay una serie de factores que la componen. “Podemos pensar que hasta el mismo hecho de la dolarización podría considerarse un factor, porque le facilitó el lavado de dinero a estos grupos. Lo que sí te puedo decir es que la impresión generalizada entre los analistas es que hubo un mal manejo de la lucha contra la narcodelincuencia desde la época de Lenín Moreno. Sobre todo porque reestructuró el manejo de las prisiones que llevó a que se conviertan en los centros de agrupamiento que hoy vemos. Con Guillermo Lasso se completó el abandono total de ese campo debido a sus nulas decisiones sobre cómo enfrentar esto”, señala.
- Futuro incierto -
Pese a encontrarse a más de 400 kilómetros de distancia, los hechos ocurridos en Guayaquil generaron terror en Quito, donde diversos comercios tuvieron que cerrar por temor a nuevos saqueos.
La capital ecuatoriana, además, aún mantiene abierta la herida que dejó el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio a plena luz del día después de un evento político durante la campaña presidencial del 2023.
“Ahora (viernes) veo que mucha gente está mucho más tranquila. El martes el tráfico colapsó en todo el país porque la gente se quería regresar a sus casas de inmediato, se sentían inseguros. Han pasado tres días y la gente está volviendo a la normalidad. La gente pedía a los militares en las calles desde el gobierno de Lasso y ahora al verlos tienen una sensación de mayor seguridad”, asegura Varas.
Ambos periodistas coinciden en que la decisión de Noboa representa “un giro a lo que se venía viendo en los últimos años”. “En el 2023 creció tanto la vacuna que a los pequeños negocios les ofrecían protección a cambio de 4 mil o 5 mil dólares mensuales. Era una locura. Empezaron con esa extorsión en Guayaquil, Manta, Esmeraldas, pero luego creció a todo el país. Mucha gente optaba por cerrar su negocio e irse de sus casas buscando seguridad. Este es un punto de quiebre en el Ecuador: paran a raya a estas organizaciones o estas arrodillarán al Estado. Es un momento clave y por eso vemos un gran apoyo político incluso de adversarios”, señala Romero.
Este experimentado periodista, quien ha dedicado 25 años años al ejercicio de la profesión cubriendo principalmente la situación que se vive en la frontera norte del país, aquejada por el narcoterrorismo, considera que se encuentran ante un punto de inflexión para el futuro del país.
“Nunca hemos vivido una situación como la que estamos viviendo ahora. El 2023 fue el año más complejo para el Ecuador desde que nació como república y, por supuesto, eso incluyó al periodismo. El año terminó con 9 periodistas que tuvieron que exiliarse para cuidar su vida, según Fundamedios. Hubo más de 230 agresiones a comunicadores. Es el momento más crítico para ejercer la profesión, sin duda”, asegura Romero.
Con los militares en las calles Ecuador ha conseguido restablecer cierto grado de tranquilidad en la población; sin embargo, queda aún la duda de cómo se desarrollará la situación en el futuro y si el gobierno de Noboa será capaz de encontrar una respuesta definitiva al profundo problema.
Este viernes, además, parece haber encontrado el primer gran obstáculo para sus planes: cómo financiar el despliegue que implica haber declarado un “conflicto armado interno”. El Ejecutivo pretende hacerlo mediante un aumento en el Impuesto al Valor Agregado (IVA), que pasaría del 12% al 15%, pero dicha propuesta no parece contar con el respaldo de todas las fuerzas políticas.
“Nadie se atreve a decir qué va a pasar, lo que sí existe es la esperanza de que esto se solucione, que la violencia termine. Pero es evidente que no será rápido porque hablamos de un problema sistémico. Algunas bancadas han dicho que no aceptarán el ajuste del IVA, así que la sensación de unidad ha mostrado que existen reparos”, dice Varas.