“Hora de fallecimiento: 3:55 a.m. No sufrió. Ahora sí puedes disfrutar sola sin ‘trisitico’ y sin mí. Felicidades. Usted escogió al campesino. Hasta nunca”. Con este mensaje Gabriel Enrique González, de 50 años, le confirmó a su expareja que su hijo, el de los dos, había fallecido en una habitación del hotel Del Rey en Melgar, Tolima (Colombia). Lo asfixió hasta que la vida desapareció del cuerpo de solo 5 años.
Este fue el trágico final de una relación fallida de seis años que acabó hace cinco meses con un hombre con supuestos trastornos mentales y de una mujer que había recibido medida de protección en agosto de este año por parte de una comisaría de familia en la localidad de Usme, donde ella residía con su hijo Gabriel Esteban Cubillos Rodríguez.
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Hubo maltratos, violencia verbal y, sobre todo, muchas amenazas. “Yo acompañé a la mamita de Gabrielito a la Fiscalía, al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), a comisarías de familia con pruebas en mano de todas las intimidaciones. Le negaron toda posibilidad de salvar la vida del niño. Ella no podía dormir del miedo que sentía”, dijo Luz Marina, amiga de la mujer.
Su trauma era de tal magnitud que tuvo que ir varias veces al médico. Era insoportable pensar que tenía que entregarle al niño algunos fines de semana cada 15 días , como lo dictamina la ley tras una separación. Sabía que algo terrible podía pasar, pero al fin de cuentas el niño nunca había estado amenazado y el pequeño amaba a su padre.
Y así fue. El domingo 2 de octubre el hombre salió de su casa en Tocancipá, Cundinamarca, y fue a recoger al niño a la casa de su madre en Sierra Morena, en Usme. Ese día pidió el baño prestado.
Luego, Gabriel, padre, se fue con su hijo, pues tenían una fiesta con la familia en el parque Simón Bolívar con motivo del Día del Amor y la Amistad. Allí compartieron y, al caer la tarde, se despidieron. Dijo que iba a llevar de vuelta al niño. Pero, cuando la hermana de Gabriel llegó a su casa en Castilla recibió un mensaje a las 9 p. m. Le decía que no iba a regresar y le daba instrucciones. “Le dejé la moto y las llaves. Dentro hay ocho millones de pesos para el colegio del niño”.
A las 10 p.m. una nueva llamada se convierte en el preludio del crimen. Esta vez, quien la recibe es la madre del niño. “Le dejé una memoria USB en el baño cuando fui a recoger al niño. Revísela. Voy asesinar a mi hijo y después me voy a matar”.
Su corazón se alteró, pero colapsó cuando abrió el dispositivo y se percató del contenido de los dos videos en los que el hombre, además de reclamarle, le decía cómo iba a asesinar a su propio hijo y posteriormente, cómo se quitaría la vida.
No había tiempo de esperar. Llamó desesperada a todas las autoridades hasta que llegó a la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos, de la Sijín de la Policía. Ellos activaron los protocolos de búsqueda, rastrearon cámaras, señales de celular y así supieron que el paradero del padre y el hijo era en Melgar, Tolima.
Pero luego, otro mensaje llegó al celular de la desesperada mujer. “Hora de fallecimiento: 3:55 a. m. No sufrió. Ahora sí puedes disfrutar sola sin ‘trisitico’ " y, además, una foto del cuerpo sin vida del niño sobre una sábana con el logo de una corona del hotel Del Rey, en donde lo habían asesinado.
Fabián Vidal, el administrador del hotel, dijo que Gabriel y su hijo llegaron el domingo 2 de octubre en un taxi a las 10:30 de la noche. “No sospechamos. En niño estaba feliz, jugó con los pescados. Al otro día, lunes, salió muy tranquilo a las 7 de la mañana. Dijo que iba por desayunó”.
Posteriormente les llegó un mensaje vía chat en el que les preguntaban si el logotipo de una corona les pertenecía. “Yo le dije a la Policía que sí, y pues ya se confirmó que el niño estaba muerto”. Todas las autoridades arribaron al lugar. “Fue un impacto muy terrible para todos los trabajadores del hotel. No creíamos. Él se mostraba cariñoso con el niño”.
El director de la seccional Tolima de la Fiscalía, Ánderson Pinilla, dijo que desde la recepción de la noticia se asignó un fiscal experto en homicidio doloso y un grupo articulado de Sijín y CTI. “Al lugar de los hechos llegaron grupos de criminalística para procesar la escena del crimen: lofoscopia, fotografía forense, topografía, planimetría e informática forense. Vamos a recaudar el material probatorio”. En la tarde de ayer se realizaba la necropsia del cuerpo del niño en Ibagué para tomar decisiones judiciales urgentes.
A las 3 de la tarde del martes 4 de octubre Gabriel González Cubillos fue capturado en medio de un retén de la Policía de Tránsito, en el kilómetro 23 de la vía Girardot Melgar, en el sector conocido como La Yucalá y trasladado al corregimiento La Esmeralda, en el Tolima, por el delito de cohecho, es decir, por intentar sobornar a los policías y escapar a otra ciudad. Anoche se esperaba una orden de captura por homicidio mientras Gabriel padre esperaba internando en los calabozos de Girardot, Cundinamarca.
Sorprende aún más este asesinato tan descarnado cuando la madre de Gabriel dice que su padre nunca la había amenazado con hacerle daño directamente al niño. “Mi bebé anhelaba que su papá lo recogiera. Contaba los días pero uno nunca termina de conocer a la gente. Gabriel no era hijo único, yo tenía otro hijo por aparte y él también”.
Las denuncias
El Distrito rechazó el asesinato de pequeño Gabriel y confirmó que la madre del niño había recibido medida de protección en agosto pasado, dictada por una comisaría de familia de Usme.
Según el relato de la madre del niño “recién separados manejar el tema fue difícil porque él no asumía la separación pero después se calmó un poco. En la Comisaría de Familia de Usme determinaron que debía tomar terapias psicológicas pero nunca imaginé que estuviera tan descontrolado”. Agregó que allí nunca le quitaron las visitas a Gabriel Enrique González, quien también había sido denunciado por acoso.
Según cifras de la Secretaría de Integración Social, entre 2021 y 2022, el número de víctimas de violencia en el contexto familiar que acudieron a las comisarías de familia en la ciudad ascendió a un 40 por ciento, pasando de 19.182 víctimas a 26.809 en el mismo período de 2022.
En relación con mujeres víctimas, se dio un incremento del 39 por ciento y pasó de 14.342 a 19.879, mientras en niñas, niños y adolescentes aumentó de 4.736 a 6.962, equivalente al 47 por ciento.
Los casos que terminan en tragedia son frecuentes. Entre los recientes está el asesinato de Venilda Fuentes y sus hijos a manos de su esposo, Adolfo León Gutiérrez Ríos, a quien ya había denunciado. A veces es extraña la forma como opera la justicia. En agosto, Wilson Gordo, quien golpeó con un alicate a su esposa e hija en Cajicá, Cundinamarca, fue dejado en libertad por un juez a pesar de que la escena casi termina en tragedia.
En la mente de un criminal
EL TIEMPO consultó a Belisario Valbuena, psicólogo y criminólogo forense, especialista en perfilación criminal, quien dijo que este caso es otro típico filicidio, el asesinato de un hijo por sus padres. “Hay elementos de juicio para afirmar que, independiente de que haya un trastorno mental, cosa que dudo, no es una psicopatología lo suficientemente fuerte para que él tuviera conciencia de lo que hizo y no se hubiera autodeterminado”.
Explicó que en esto último hay varios elementos importantes que habría que tomar en cuenta en el juicio: la planeación con la que ejecuta el homicidio, los mensajes a los familiares, la USB, planear irse a Melgar, los antecedentes de celotipia y las denuncias previas. “Además, cuando él le dice a su expareja que el niño había sido asfixiado y que no tuvo dolor es mentira. Estas víctimas sufren mucho, el ahogamiento es una tortura. Él disfrutó asesinando a su hijo. Esta forma de asesinato es muy personal, cruel, porque genera un contacto entre el agresor y la víctima”.
Dijo que por eso muchos agresores sexuales y asesinos usan este método en sus crímenes. “Pasó con el ‘Monstruo de los Andes’, veía cómo los ojos de las víctimas se apagaban”. Agregó que, sin duda, hay un componente de venganza y que “él quiso matar a la mamá de Gabriel en vida”. Y concluyó que, en todo caso, hay que revisar todos los antecedentes para dar un parte experto más preciso.