(Foto: Archivo El Comercio)
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Andrés Calderón

Mientras Kenji se forra con gutapercha la boca, y Alberto ve a un pajarillo llamado ‘Indulto’ acercarse y luego alejarse de la Diroes, Keiko manda un WhatsApp al Mototaxi exclamando: “¡No soy inocente!”.

PPK y sus asesores, en cambio, sí lo son. O lo fueron durante 14 meses de gobierno. Y seguirán siendo ingenuos si creen que con el rechazo a la cuestión de confianza de Zavala “el capítulo ya se cerró” (Galarreta, dixit). O que los fujimoristas no tienen miedo a la disolución del Congreso y perder sus curules. Más falso que lealtad de Alcorta…

¿Evidencias? Uno, Karina Beteta planteando, “a título individual”, reformar la Constitución para que dos censuras de Gabinete no habiliten al presidente a cerrar el Congreso. Dos, Miki Torres, en este mismo Diario, afirmando ayer en su columna que la cuestión de confianza se dio porque “hay un vacío en el Reglamento del Congreso” y que el Parlamento está “en la obligación de legislar para cubrir ese vacío normativo”. Pero, sobre todo, tres: ¿No han visto cómo actúa Fuerza Popular? ¿Cree alguien realmente que los fujimoristas van a agachar la cabeza, renunciar a las censuras porque quítame estas pulgas y ser tiernos colaboradores de repente?

Mientras todo el mundo se distrae con el nuevo Gabinete, la siguiente batalla va a ser en el Congreso. Y será tan fugaz como una “interpretación auténtica” de la Constitución, vía modificación del Reglamento del Congreso. KO en el primer round, mientras PPK apenas termina de darle la bendición a Meche Aráoz.

No es un tema menor. Por supuesto que vale la pena cavilar sobre el balance de poderes entre Ejecutivo y Legislativo. Es legítimo reflexionar sobre la fórmula constitucional que hoy permite al presidente del Consejo de Ministros hacer cuestión de confianza para defender a un ministro en particular. Como también habría que estudiar si conviene mantener el esquema actual de interpelación y censura que sirve para poco más que aporrear públicamente a ministros.

Sería lindo discutir sobre la pertinencia de nuestro sistema constitucional presidencialista –creado a la medida de, ¡oh sorpresa!, Alberto Fujimori– en foros de debate entre constitucionalistas, politólogos y opinólogos. Pero ¿saben qué?... Mientras van al coffee break del auditorio de la PUCP, ya sonó la campana, y el Congreso ya decidió.

¿Aún creen que no es posible? ¿Cuánto tiempo le tomó al Parlamento procesar la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre transfuguismo y aprobar una modificación al Reglamento del Congreso que, abiertamente, la desacata? Dos días.

En la otra esquina está PPK, sentado y con polo. Sin entender aún que no tiene que ser un buscapleitos –cosa que no le nace, por más que algunos quieran verlo con cinta de Rambo en la cabeza y haciendo la grulla– para no dejarse pisar el poncho.

Volvería a ser el lorna del salón si deja que le arrebaten alegremente la bala de plata que disuelve el Congreso frente a dos censuras de gabinetes. Si no acude a la batalla mediática, si no hace presión popular, si no cabildea ante el TC y, sobre todo, si no da la pelea en el mismo Parlamento apoyándose en su bancada. ¿¿La PPKbancadaaa (inserte, aquí, acento sanisidrino)?? Sí, esa misma y sin muecas.

Ha pasado más de un año en el que mientras PPK andaba en puntitas de pies, Fuerza Popular jugaba al filo de la navaja, pisando la raya constitucional a cada paso. Si PPK quiere gobernar en serio en lugar de seguir tropezando, tiene que dejar los zapatitos de charol a un lado, y amarrarse unas buenas tabas.