Mario Ghibellini

Tras una larga reunión en Palacio, el premier salió a proclamar la buena nueva. “Hemos coincidido con los gobernadores regionales en la necesidad de generar un clima de paz y estabilidad, un clima de seguridad para nuestros visitantes”, anunció este jueves, en la antesala de la Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico () a celebrarse en Lima la próxima semana. Lo ideal, claro, habría sido que el estímulo para comprometerse a generar un clima así fuese el ánimo de servir a los ciudadanos locales. Pero, en fin, si los concurrentes a la reunión terminan haciendo lo ofrecido por honrar a la visita, no tendría mucho sentido quejarse, pues el resultado sería el mismo.

Ilustración: Víctor Aguilar Rúa
Ilustración: Víctor Aguilar Rúa

El problema, sin embargo, es que el acuerdo podría ser efímero, porque todos recordamos que hace poco el propio Adrianzén invitó a los descontentos con el Gobierno a dar lugar a un trance idílico como el que ahora promete, sugiriendo que solo tendría que durar tres días. Según sentenció en esa ocasión, los días 14, 15 y 16 de noviembre serían jornadas en las que “el Perú se va a colocar en la vitrina del mundo” y “sería muy lamentable que [...] demos un mal espectáculo, un espectáculo de conflicto”. Solicitó por ello a los críticos del Ejecutivo que durante esas fechas “se abstengan de realizar marchas y protestas”. Un mensaje ratificado días más tarde por el auténtico premier de este gobierno, el vocero presidencial Fredy Hinojosa, quien decretó durante una de sus presentaciones en vivo que todo el que convoque a un paro en coincidencia con el APEC “es un traidor a los intereses de la patria”... Hablamos, desde luego, de un estatus poco apetecible para cualquiera, por lo que vale la pena evaluar si, a lo mejor, lo que demandan estos dos moduladores del pensamiento de la señora no es completamente descabellado.

–Atractivos del Rímac–

¿Pueden, en efecto, los representantes de los distintos sectores políticos opuestos a la actual administración suspender por 72 horas sus diferencias con ella y simular ante nuestros distinguidos invitados que todo es paz y armonía en esta hermosa tierra del sol? En esta pequeña columna, opinamos que sí. ¿No contribuirían, por ejemplo, un tuit de bienvenida a los visitantes lanzado desde la clandestinidad por Vladimir Cerrón o un brindis de honor propuesto por el expresidente Toledo desde la Dinoes a ese propósito? ¿Estaría acaso mal visto que una comitiva multipartidaria del Congreso, encabezada por Eduardo Salhuana e integrada en partes iguales por “niños” y “mochasueldos”, agasajase a la delegación que acompaña al presidente Xi Jinping con Kam Lu Wantán e Inka Cola, según el irresistible menú chifero postulado por nuestra actual gobernante durante su gira por China? ¿No podría, a su turno, Hernando de Soto recibir personalmente al presidente Joe Biden y, mientras comparten recuerdos de promoción, llevarlo a conocer los atractivos turísticos del Rímac? La Alameda de los Descalzos, el Paseo de Aguas, Canevaro... En fin, es cuestión de ponerle imaginación a lo que, sin duda, sería un esfuerzo patriótico.

El asunto, en cualquier caso, es pretender, todos sonriendo, que los extorsionadores que amenazan cotidianamente nuestra supervivencia son un invento de la prensa dada al terrorismo de imagen, que los mineros ilegales que quieren extender la vigencia del Reinfo son los siete enanitos de Blancanieves y que el “número 2 de Sendero Luminoso” fue recientemente capturado gracias a la perspicacia del ministro del Interior. Fingir, en buena cuenta, frente a los representantes de las 21 economías más importantes del mundo, que vivimos en Shangri-La. Y no bien se suban al avión de regreso, empezar a matarnos de nuevo.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Mario Ghibellini es periodista

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