El Comercio
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Juan Carlos Tafur

Permítaseme un apunte camisetero: históricamente, cada vez que el seleccionado peruano le ha dado especial participación a jugadores de la ‘U’ o identificados con la crema, hemos ido al Mundial. Ocurrió en el 70, el 78 y el 82, como ha sucedido ahora. En la alineación titular del partido contra Nueva Zelanda, estaban Rodríguez, Trauco, y la delantera titular merengue de hace dos años: Polo, Ruidíaz y Flores. Casi la mitad del equipo. Sin contar a Aldo Corzo, que es titular, pero no salió a la cancha ese partido.

•En la selección del 70 descollaban Pedro Gonzales, Héctor Chumpitaz, Nicolás Fuentes y Roberto Chale (en el partido clave de la Bombonera jugó, además, Lucho Cruzado). ‘Cachito’ Ramírez fue figura de la ‘U’, pero en la epopeya de la Bombonera era jugador del Boys. En la de Argentina 78 marcaban su impronta Héctor Chumpitaz, Rubén Díaz, Juan Carlos Oblitas y Juan José Muñante (aunque en ese momento los tres primeros eran de Cristal y el último jugaba ya en México). En la de España 82, el gran capitán ya no jugó el Mundial, pero fue decisivo en la Eliminatoria. Además, estaban los cremas Eusebio Acasuzo, Rubén Panadero Díaz, el propio Oblitas, Percy Rojas y Germán Leguía (Díaz había sido contratado por el Cristal como parte de la enfermiza obsesión del equipo rimense por reclutar figuras de la ‘U’, y Oblitas y Rojas jugaban en Bélgica). Siempre un 30% o más de la selección.

•No es una cábala futbolera o un fetiche de capilla. Es la demostración de que el gran mérito del Perú pasa por amalgamar las identidades futbolísticas que lo caracterizan, y que transitan por la habilidad técnica aliancista, el emprendedurismo y frontalidad merengue, junto con la tradición táctica de Sporting Cristal. Cuando la mesa se desequilibra a favor de uno en desmedro del otro, nos va mal. Véase lo ocurrido los últimos 36 años.

•En los momentos de mayor decepción, parecía deseable que el Perú cambiara su estilo de juego e identidad futbolística, y que como buen equipo chico tratase de jugar a la paraguaya, desterrando el toque fino, el juego lateral y la habilidad, para optar por la fuerza, la velocidad y el pundonor. Gareca ha demostrado que la solución andaba por la correcta mezcla, reivindicando nuestra historia y aportando una disciplina táctica que no nos era natural.

•Los futbolistas de la selección son de una generación que ya no vivió y sufrió el país azotado por la violencia terrorista y que veía a diario su sustento destruirse paulatinamente. Las crisis económicas no forman parte de su memoria. Esa nueva psicología necesitaba expresarse colectivamente, como lo ha hecho, clasificando a un mundial de fútbol, una gesta que trasciende el ámbito deportivo y le otorga autoestima y dignidad a una nueva colectividad de peruanos. Sin ese temple psicológico, propio de una generación que ve naturalmente con optimismo el futuro, hubiera sido imposible disputar airosamente las seis “finales” que el equipo jugó en la parte culminante de este proceso clasificatorio.

La del estribo: imprescindible lectura en estos tiempos mundialistas la de “El fútbol peruano: protagonistas de su historia”, un compendio de las principales figuras del pasado y el presente futbolístico nacional, con buenas fotografías y sabrosas –y algunas inéditas– anécdotas. Un buen homenaje a una trayectoria que no debemos olvidar. Un excelente libro de Antenor Guerra García.