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Vientos del sur
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La derrota de la izquierda en la segunda vuelta de las elecciones en Chile ha sido apabullante. José Antonio Kast, candidato del Partido Republicano, claramente ubicado en la derecha, ha triunfado con una ventaja de cerca de 18 puntos porcentuales sobre su contendora, la militante del Partido Comunista y postulante por la coalición Unidad por Chile, Jeannette Jara. Semejante distancia en un balotaje es insólita; particularmente si la aspirante vencida había sido la más votada en la primera vuelta (obtuvo el 26,85%, mientras que Kast solo llegó al 23,93%).
El pronunciamiento de las ánforas está relacionado también con la gestión del actual mandatario chileno, Gabriel Boric –Jara fue su ministra de Trabajo y Previsión Social– y con el experimento de Constitución ‘woke’ e intervencionista en lo económico que los chilenos rechazaron abrumadoramente en el referéndum del 2022. La verdad, es como si la izquierda hubiera sido enviada a un rincón a reflexionar sobre los despropósitos que trató de impulsar en ese país durante los últimos cuatro años…
Lo ocurrido en Chile, sin embargo, no es un fenómeno aislado. Como se sabe, con distintos matices, la derecha ha infligido derrotas igualmente aparatosas al “socialismo del siglo XXI” y sus aliados en Argentina y Bolivia. Se diría que soplan vientos de cambio desde el sur en la región. Ya antes, además, se habían producido clarinazos de alerta en el mismo sentido en Ecuador y Paraguay. Las cosas, por otro lado, no pintan bien para la administración de Gustavo Petro en Colombia, aunque todavía es temprano para vaticinar lo que podría ocurrir en las elecciones del próximo año. Un caso aparte, por último, es el de la dictadura chavista en Venezuela, que ya fue vencida en las urnas, pero se mantiene en el poder por la fuerza. Excepción hecha de Brasil y Uruguay, entonces, el péndulo político está definiendo un nítido camino de regreso en Sudamérica.
La incógnita central, sin embargo, es qué sucederá en el Perú. ¿Habremos escarmentado los peruanos tras la amarga experiencia de Pedro Castillo o todavía el discurso demagógico y desdeñoso de la institucionalidad democrática tendrá cabida en el ánimo de los votantes? No conviene olvidar, por lo demás, que quienes respaldaron en las urnas a Castillo endosaron también su apoyo a Dina Boluarte, que era su candidata a la vicepresidencia, de manera que a los problemas ya mencionados habría que añadirles los de la ineptitud y la frivolidad. Es obvio que en los comicios venideros nos merecemos una oportunidad, para ello debemos ejercer un voto informado y responsable y no caer en los errores del pasado.

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