El establishment político peruano le ha entregado un cheque en blanco al para gobernar el país. Todos recordamos cuando se criticaba, duramente, los años de los presidentes que sucumbieron al piloto automático por ser gobiernos que habían impedido el crecimiento económico inclusivo. Pero al menos el piloto automático garantizaba una cierta ruta. Hoy, en cabina, hay una manga de politicastros que se han empeñado en coger el timón del país y no rendirle cuentas a nadie, mentándole la madre permanentemente al ciudadano. Han despoblado la noción de interés general.

Con un gobierno que ha dimitido de su labor de contrapeso porque esencialmente no tiene ningún poder fáctico más que aquel que le sobreviene de su aquiescencia con este legislativo, nuestros parlamentarios han decidido volver de su receso sin miedo al despropósito. Han empezado por apuntarle a las , en esa guerrilla ideológica que tienen entre ceja y ceja desde hace muchos años, pues es más fácil gobernar un país donde no haya una sociedad civil incómoda al poder de turno. Quienes celebran los ataques contra las organizaciones de la sociedad civil olvidan que todos los regímenes decadentes siempre empiezan por apuntarle las balas a los cuerpos intermedios de la sociedad.

Es muy paradójico que el Congreso quiera cortar el financiamiento de todo aquel ente que le resulte opositor, pero sea incapaz de imponerse a sí mismo austeridad franciscana. En este Congreso, muchos de sus asesores pululan sin ningún mérito, se proveen bonificaciones de escolaridad a personal que ni siquiera tiene hijos en edad escolar, y se prodigan bonos de productividad que no existen en ningún otro poder del Estado. Si hay un lugar donde se mama sin recato de la teta estatal y se proveen convites pantagruélicos, ese es nuestro Congreso. En todo el planeta, los delitos de difamación cada vez tienden a patrimonializarse. Cosa que no sucede en los alrededores de la Av. Abancay, donde acaban de aprobarse en primera votación reducir el plazo para exigir una rectificación. Van por los periodistas porque saben que se viene la campaña política, entonces están empecinados en empapelarlos con cartas notariales hasta ahogarlos. Como la ha advertido, esta censura contra muchos periodistas viene orquestada con un ejército de troles en redes sociales que campean a sus anchas, y que seguramente empeorará cuando comience la campaña atizada por las economías ilegales. Cubrir esta campaña para muchos medios va a ser un ejercicio de supervivencia en medio de amenazas y atentados.

Y más nos vale estar preparados para el despropósito de un Congreso en modo campaña. No solo porque van a cerrarle las puertas a cualquier opositor político como lo han hecho, sino porque se viene un festín de populismo y temeridad. Las aprobaciones de los retiros de las van a quedar en anécdotas de poquedad con lo que se viene. Abróchese el cinturón, ciudadano peruano, porque tiene que subirse a este avión y sobrevivir, aunque no haya piloto automático, solo turbulencia garantizada.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Gonzalo Banda es Analista político

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