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En un plazo similar al de un parto (nueve meses), el país alumbrará un nuevo . El dato no es menor, sobre todo si se tiene en consideración que el artificial presidencialismo peruano ha ido sincerándose hacia un presidencialismo parlamentarizado, es decir, con gran predominio del Congreso. De hecho, ha sido este el protagonista de los cuatro colapsos presidenciales de los últimos años.

En el Congreso que se conozca en abril del 2026, las principales novedades, como se sabe, serán su bicameralidad y el retorno del Senado. No será un Congreso de poder equilibrado, como el que se tuvo hasta 1992, sino uno en el que el Senado tendrá un gran peso, sobre todo, en materia legislativa.

Es que la Cámara de Diputados (CD) podrá proponer leyes, pero será el Senado el que apruebe, modifique o archive la producción legislativa. De alguna manera, la CD cumplirá el rol de las actuales comisiones, mientras el Senado será el pleno. La diferencia es que no habrá una figura similar al actual retorno a comisiones. No le falta razón a Milagros Campos cuando dice que el Senado será “el principal actor legislativo” (“Perú 21”, 23/6/2025)

Si se sigue la tendencia actual, en que entre 90 y 100 congresistas son los que suelen asistir a debates y votar (algo más de dos tercios), podría proyectarse que a las sesiones del Senado acudirán regularmente entre 40 y 45. Con ese quórum y descontando abstenciones, no es aventurado, como también sostiene Campos, que haya leyes que se aprueben con “menos de 20 votos”.

Por lo demás, la elección mixta que se ha planteado también difiere de la del Congreso 1980-1992. La mitad (30) será elegida por distrito electoral único (como hasta 1992), pero la otra mitad será elegida por circunscripciones uninominales a ritmo de uno por distrito electoral (26) y los restantes (4) por el distrito con mayor población (Lima).

El inconveniente, como es obvio, salta a primera vista: solo la primera mitad responderá a la mirada nacional. La segunda mitad proyectará una proporcionalidad imperfecta si se considera la población electoral. Por ejemplo, Piura, con poco más de millón y medio de electores, tendrá un escaño, al igual que Madre de Dios, con poco menos de la décima parte de esa cantidad de electores.

Un paso correctivo es la propuesta de ley (P.L. 9997) de Alejandro Cavero (Avanza País), presentada en enero, que procura “garantizar un equilibrio efectivo entre las dos cámaras” y que ojalá se debata tan pronto el Congreso reanude funciones. Otra acción preventiva apuntaría a exhortar a los partidos a nominar a sus cuadros más experimentados y prudentes al Senado, aunque sería pedirle peras al olmo. En cualquier caso, este será un parto de alto riesgo.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

José Carlos Requena es Analista político y socio de la consultora Público

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