Giulio Valz-Gen

La fórmula de victimizarse para obtener réditos en la vida y en la política es muy utilizada y suele dar resultados. La de buscar y atribuir la responsabilidad de actos propios a terceros es también una narrativa clásica de los individuos en la vida cotidiana y, cómo no, en la política.

Ambos recursos fueron utilizados y explotados en el mensaje a la nación que brindó el jueves pasado la presidenta Dina Boluarte.

“Ya hace bastante tiempo, sistemáticamente, he sido objeto de un acoso permanente con el único propósito de generar crisis en el gobierno y, como consecuencia de ello, generar continuamente intentos fallidos de vacancia”, dijo la compañera de plancha presidencial de Pedro Castillo en las elecciones del 2021.

En su cabeza ella es una supuesta víctima de la fiscalía, que la ataca para que otros (los políticos) la vaquen y el país navegue en aguas de inestabilidad. En cuanto a la enemiga, ‘culpable’ de su situación y supuestamente de no citarla a declarar, esta es, por supuesto, la cabeza del Ministerio Público, la fiscal Delia Espinoza.

Pobrecita la presidenta. Es una víctima del sistema y de una fiscal malévola que solo quiere desestabilizar al país y poner en riesgo todos los supuestos avances que también listó en su mensaje. Hay que ser caradura (y no lo digo por nada que tenga que ver con las supuestas operaciones) para creerse esta narrativa y salir a exponerla al Perú con una actitud envalentonada y hasta matonesca, sin responder a fondo ninguno de los cuestionamientos que pesan sobre ella.

La señora Boluarte no es la primera ni será la última presidenta que será objeto de investigaciones fiscales. Su cargo tiene ciertas protecciones constitucionales, pero nada impide que la fiscalía inicie pesquisas cuando hay indicios de algún presunto delito. Los presidentes no tienen corona y vaya que en el Perú lo sabemos.

La mandataria parece no ser consciente de que es la presidenta menos popular de nuestra historia, como lo indica la encuesta de El Comercio-Datum publicada ayer por este Diario, en donde cuenta solo con un 3% de aprobación a nivel nacional. Es decir, nadie la quiere.

Boluarte se sigue sosteniendo en el poder porque el Congreso la necesita, por ahora. De hecho, el mensaje antifiscalía, que es sostenido por diversos sectores del Gobierno, busca congraciarse con el Parlamento, que mantiene la misma postura, precisamente porque muchos de sus integrantes son objeto de investigaciones.

La Fiscalía de Nación tiene muchas cosas que corregir, no cabe duda de eso. Hay varios ejemplos de su desidia (sueltan criminales), presunta corrupción y de su claro abuso como en los casos de Ricardo Briceño y de Alberto Pascó-Font, entre otros. Pero una cosa no quita la otra. Que el Ministerio Público tenga problemas no significa que la presidenta sea intocable.

El “victimízate y vencerás” aplica para las personas y políticos ordinarios. En el caso de Dina Boluarte, dueña de un increíble 3% de aprobación ciudadana (dueña de nada), la fórmula no funciona. Nadie le cree.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Giulio Valz-Gen es socio de la consultora 50 + Uno

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