Iván Alonso

Aceptemos, para no quedarnos en una discusión semántica, que el Perú está en una recesión. La caída de 0,6% del producto bruto interno (PBI) en los tres primeros trimestres del año puede ser la más grave y prolongada de los últimos 30 años, como dicen algunos economistas, pero no es más grave que una fiebre pasajera de 37,5 grados. Si buscamos síntomas de una descomposición mayor, en el mercado laboral, al menos, no los vamos a encontrar. Hay, más bien, algunos indicios de que el tejido económico se está regenerando.

Los resultados de la encuesta nacional de empleo que acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística (INEI) muestran una caída de 0,7%, en promedio, en lo que va del año, similar a la caída del PBI. En el tercer trimestre la caída del empleo ha sido del 0,9%; la del PBI, del 1%. En términos generales, la producción y el empleo se están moviendo en la misma dirección y a la misma velocidad.

Pero si nos fijamos en la composición del empleo, vemos que toda la caída (y más) está ocurriendo en empresas con no más de 10 trabajadores, mientras que en las empresas con 11 a 50 trabajadores y especialmente en aquellas con más de 50 el empleo ha crecido un 8% en el tercer trimestre. Una consecuencia de la migración del empleo de las empresas más chicas a las más grandes es que la tasa de informalidad viene bajando en todos los grupos de edad y para todos los niveles de educación.

También es cierto que el empleo está cayendo entre los jóvenes de 14 a 24 años y los no tan jóvenes de 25 a 44, pero está creciendo entre los mayores de 45. Cae, además, entre los trabajadores con primaria o secundaria y crece entre aquellos con educación superior. Una forma de ver estos cambios es que el mercado está privilegiando la contratación de trabajadores con más educación y experiencia y relegando, en consecuencia, a los jóvenes y no tan jóvenes. La otra es que estos últimos se están retirando temporalmente del mercado laboral para volver al colegio o la universidad o quizás para irse al extranjero (dos hipótesis que no son incompatibles).

Hay un poco de todo. Son menos los jóvenes y no tan jóvenes trabajando o buscando un trabajo hoy que hace un año, lo que quiere decir que algunos se han retirado voluntariamente del mercado. Pero también son menos, muchos menos, los que solamente buscan y no encuentran. El efecto neto es que hay 100.000 desempleados más en estos grupos de edad. No sabemos cuánto tiempo estarán desempleados. No hay estadísticas a nivel nacional sobre la duración del desempleo. En el caso de Lima Metropolitana, el tiempo que le toma a un desempleado encontrar trabajo no ha cambiado sustancialmente en el último año.

El desempleo ha aumentado también entre los mayores de 45 años, pero por razones completamente distintas. Hay más gente trabajando y más gente todavía que ha regresado al mercado laboral. Puede usted decir o escuchar que eso se debe a la necesidad. Sí, claro: nadie trabaja si no tiene necesidad. Pero para regresar al mercado laboral, como lo han hecho estas 200.000 personas, tiene que percibir que hay una oportunidad.

Iván Alonso es economista

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