
A poco más de cuatro meses para las elecciones generales, llegó la primavera electoral, con características particulares que requerirán análisis agudo y acción por parte de los candidatos que pretenden influir en un electorado cansado, desconfiado y distante.
La prolongada crisis política se refleja también en la inestabilidad en los cargos, partiendo por la presidencia de la República. De julio del 2016 a la fecha, correspondía tener dos presidentes, pero hemos tenido siete. Además, 37 de las 39 organizaciones políticas habilitadas han presentado planchas presidenciales para su nominación oficial, junto a listas con miles de aspirantes al Congreso, superando largamente el récord de postulaciones del 2006.
Por otro lado, la consolidación de mayor poder del Congreso en desmedro de la presidencia avanza a paso firme; la débil y repudiada Boluarte fue una catalizadora para ello y un próximo Senado con más competencias de las que hayamos conocido apuntan en ese sentido, mientras la posibilidad de un desequilibrio entre las cámaras parlamentarias se sentirá desde la conformación de las listas que se anunciarán en algunos días, y posteriormente en las campañas. Quien asuma la presidencia, deberá buscar rápidamente una alianza en el Senado que le permita liderar la gestión gubernamental.
Por el ángulo ciudadano, desde la vacancia de Boluarte, se observa una mejoría en la representación política. Jerí comprende algunos elementos básicos de la dinámica del poder y lo plasma con gestos y simbolismos efectivos para su breve gestión. Las encuestas muestran datos inéditos entre la población que no se entusiasma aún con ninguna candidatura y la mayoría tampoco parece apremiada por incorporar el debate electoral en la conversación cotidiana, mientras molestia, tristeza y vergüenza son los sentimientos más comunes frente a la política (Datum, setiembre del 2025).
No será novedad que millones de peruanos definan sus votos en los días finales de campaña; sin embargo, desde ahora tienen claro por quiénes definitivamente no votarían y cuáles son algunas características mínimas que buscan entre sus candidatos.
Si bien la inseguridad ciudadana es la principal preocupación y el asunto más abordado por los candidatos, apostaría a que el factor económico y la esperanza de liderazgo pesarán más al momento del voto.
Cada campaña es única e irrepetible. La indiferencia es riesgosa, a pesar de que solo el 38% de los peruanos cree que es muy importante elegir al presidente y 24% considera muy importante elegir a los congresistas (Datum, noviembre del 2025). Los resultados electorales nos impactan como individuos, familias y sociedad.

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