Macarena Costa Checa

Faltan aproximadamente 20 meses para las generales del 2026, pero los peruanos ya solo pensamos en ellas, y este desvelo electoral tiene –en parte– sus raíces en que no queremos repetir un escenario como el del 2021, cuando el surgimiento de tomó a buena parte del país por sorpresa.

Pero mucho cuidado. Hasta el momento, el escenario que se perfila para el 2026 no es muy diferente al del 2021: gran cantidad de candidatos con un voto muy disperso. En el 2021, y Castillo llegaron a segunda vuelta con menos del 20% de votos cada uno, una situación que debemos impedir que se repita para evitar un enfrentamiento que –como ocurrió en el 2021– traería nefastos resultados para el país.

El principal problema que enfrentamos es la abundancia de candidatos y la fragmentación electoral que ello producirá. Es positivo ver más rostros –sobre todo con experiencia y trayectoria– dispuestos a entrar a la arena política. Sin embargo, para lograr que su presencia en la lid electoral tenga el impacto deseado, es necesario apuntar a la formación de alianzas entre los y candidatos que representan las posturas más razonables, que ya nos han demostrado ser las más adecuadas para instaurar las variables de política económica que catapulten el crecimiento necesario para generar el bienestar de todos nuestros compatriotas.

Concretar alianzas requiere de un alto nivel de desprendimiento y madurez política, porque inevitablemente todas las partes involucradas tendrán que sacrificar algo, pero cuando llegue el momento sospecho que –seducidos por la frivolidad del devaneo político– pocos querrán renunciar a la posibilidad de tentar la opción de llegar a ocupar el cargo de mayor poder en el país, sin ofrecer la menor garantía de que utilizarán ese poder para beneficio de todos los peruanos, y no de los miembros de las camarillas corruptas que ya hemos visto y sufrido.

Un pacto sólido entre partidos trae beneficios estratégicamente convenientes, no solo para las organizaciones políticas que lo conformen, sino principalmente para el país. Si quitamos el foco de los candidatos individuales para enfocarnos en compromisos de largo alcance, podremos orientarnos a retornar a la senda de la gobernabilidad, el crecimiento económico y el bienestar social, apuntando a resolver en primerísima instancia las carencias de los más necesitados.

Siempre repetimos “el Perú resiste”. Y es verdad. Pero, si trabajáramos juntos, podemos convertirnos en un país que no solo resiste, sino que prospera.




*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Macarena Costa Checa es Politóloga