Iván Alonso

El problema de va más allá de la deuda acumulada que no puede pagar. Petro-Perú pierde plata en todas sus operaciones. Pierde plata en los lotes petroleros. Pierde plata en el oleoducto. Pierde plata en la refinería. Aun si sus acreedores le perdonaran todo lo que les debe, Petro-Perú seguiría perdiendo plata. Sus operaciones no dejan un saldo positivo de efectivo para pagar los intereses ni, mucho menos, para amortizar la deuda. Por eso necesita que el fisco le tire un salvavidas una y otra vez.

Las pérdidas no se originan, como uno podría pensar, en los costos laborales, que no son más que el 3% de los costos totales. Los gastos operativos, en general, incluyendo los gastos de administración y ventas, son menos de la tercera parte del total. Si hay un problema burocrático, no se manifiesta en los costos laborales.

Más problemáticos son los costos del petróleo y demás productos que Petro-Perú compra para refinar y comercializar. Hasta el 2021, Petro-Perú tenía un margen de 15% entre los ingresos por los productos que vendía y los costos de los productos que compraba. En el 2022 ese margen se redujo al 6% y en el 2023 al 3%. Petro-Perú pasó de tener una modesta ganancia a no poder cubrir sus costos. Por primera vez en varios años tuvo pérdidas operativas –esto es, sin contar los intereses de la deuda– de US$229 millones en el 2022 y de más de US$1.000 millones en el 2023.

El actual directorio, que todo indica seguirá en funciones cuando este artículo se publique, ha revertido parcialmente esta situación. En el primer semestre de este año el margen del que hablábamos ha vuelto al 15%, pero los gastos operativos se han salido de control. Las pérdidas operativas, en tan solo seis meses, suman US$237 millones.

Con el nivel actual de gastos, Petro-Perú necesitaría triplicar su margen para acabar con esas pérdidas y estar en condiciones de afrontar el pago de sus deudas sin auxilio del . La plena operación de la nueva refinería de Talara a partir de este tercer trimestre debería mejorar el margen. No se sabe cuánto, pero el ultimátum lanzado por el directorio al para que apoye una reestructuración de la empresa parecería indicar que no será suficiente. Sería bueno que nos diga, en lugar de generalidades como la de introducir gestión privada, cómo piensa que se debería reestructurar.







*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Iván Alonso es Economista