No fueron las investigaciones fiscales ni los informes de la contraloría los que se lo trajeron abajo. Tampoco los cuestionamientos a su gestión ni su bajísima aprobación. Los 440 días de gestión de Alberto Otárola en la Presidencia del Consejo de Ministros llegaron a su fin luego de la difusión de una conversación en la que este mendigaba amor a una joven a la que le dobla la edad. La conversación del galán otoñal, en la que este muestra su faceta romántica y ‘pet friendly’ (“¿cómo están tus gatitos?”), no tendría que haber trascendido del ámbito personal, de no ser porque el maduro cortejador había negado hace unos meses tener cercanía con la joven objeto de sus atenciones, quien había sido contratada en el Ministerio de Defensa.
El tono de voz ronroneante, casi a punto de maullar, que se le escucha a Otárola en su conversación con Yaziré Pinedo, cambió el día que anunció su renuncia a la PCM y rugió contra Martín Vizcarra por estar detrás de un supuesto complot para retirarlo del cargo, mostró las garras al canciller Javier González-Olaechea por haberse adelantado en anunciar su salida e informó, con felinos reflejos políticos, que saldrá a luchar a las calles, como un león embravecido, contra la amenaza que representa Antauro Humala para la democracia.
Otárola se fue del Ejecutivo obligado por las circunstancias y tirando un portazo. Culpando a todo el mundo, pero sin hacer una mínima autocrítica. Y con la aprobación por los suelos. Puede haber sido popular con los gatos de sus amigas, pero no con la opinión pública: según la encuesta de febrero de Datum para El Comercio, solo tenía 8% de aprobación.
Tras la salida del primer ministro, la presidenta nombró en su reemplazo a Gustavo Adrianzén, cercano a Otárola y, al igual que este, exministro del régimen humalista. Haciendo gala una vez más de su falta de sentido de la oportunidad, Boluarte desaprovechó la ocasión para darle nuevos aires al Gabinete. El miércoles, vimos la juramentación del Gabinete Otárola sin Otárola.
Uno de los cambios urgentes es el del ministro del Interior, Víctor Torres Falcón, a quien hasta los delincuentes le han perdido el respeto. Hace unos días, un sujeto ingresó como en su casa al Ministerio del Interior, que se supone es uno de los edificios más seguros del país, y se robó una laptop.
El nuevo primer ministro Adrianzén ha anunciado ayer que iniciará una ronda de diálogos con bancadas y partidos políticos. Esto con miras a su próxima presentación ante el Congreso para solicitar el voto de confianza. Una buena medida para ganar la confianza, no solo del Parlamento, sino también de la población, sería que acuda al Legislativo con algunos rostros renovados para dar una señal de que este Gabinete no es más de los mismo.