Ian Bremmer

Aunque su partido no obtuvo la victoria aplastante que esperaba, el primer ministro se ha asegurado un inusual tercer mandato de cinco años como primer ministro de la . No fue una victoria fácil. La alta inflación y el desempleo ayudaron a una oposición más unificada a retratar a Modi como demasiado cercano a las grandes empresas, reduciendo así el margen de victoria de su alianza electoral. La desigualdad de riqueza, que se ha exacerbado en el país, obligó a Modi a apoyarse más en el atractivo de su nacionalismo hindú. Además, el entorno mediático en la India se ha vuelto más polarizado que cuando Modi llegó al poder hace una década.

Sin embargo, el propio Modi sigue siendo mucho más popular que su partido, el Bharatiya Janata Party (BJP). Ha construido una reputación de integridad personal y, después de una década en el cargo, el reconocimiento de su nombre es indiscutible. Esto es particularmente importante en un país en el que millones de personas hablan docenas de idiomas diferentes. Una vez que se contaron los votos en las elecciones más grandes y de mayor duración del mundo, Modi emergió nuevamente como el hombre del momento.

La India necesita un líder popular, porque los desafíos a largo plazo a los que se enfrenta son formidables. Dentro de diez años, la India se enfrentará a una grave escasez de agua y no hay una solución a la vista. Luego está el cambio climático. El país ya ha establecido récords de temperatura este verano, y cientos de millones de indios no tienen forma de escapar del calor y la humedad. A esto se suma uno de los aires con peor calidad del mundo, un problema que empeorará mucho dado el robusto crecimiento económico que se espera del país para los próximos años. El resultado será una expansión del sufrimiento humano en una nación con graves daños ambientales.

También hay un problema estructural importante en la economía de la India: no muchas mujeres contribuyen a ella. Menos de un tercio de las mujeres empleables forman parte de la fuerza laboral. Hay muy pocas mujeres CEO o miembros de juntas corporativas, y una pequeña fracción de la financiación de capital de riesgo del país se destina a nuevas empresas fundadas o dirigidas por mujeres.

Por último, la India tiene 1.500 millones de habitantes y demasiados siguen viviendo en la pobreza. En el 2023, el país seguía ocupando el puesto 111 de 125 países en el Índice Global del Hambre. Dados todos estos desafíos estructurales, la India podría no desarrollarse como promete Modi, dejando al país más vulnerable a la inestabilidad social y política, alimentada en parte por el nacionalismo hindú que el propio Modi ha amplificado.

Sin embargo, no podemos ignorar las muchas ventajas de la actual posición geopolítica de la India. El gobierno de Modi seguirá beneficiándose de la tendencia que muchos indios llaman +1. Esta consiste en la decisión, tanto en los países occidentales como en muchos asiáticos, de limitar los riesgos de la producción y la cadena de suministro asociados con China trasladando sus operaciones comerciales e inversión hacia la India.

La inversión en infraestructura interna de la India sigue estando rezagada con respecto a la de China, pero la brecha se está reduciendo. La India no es China, pero sus operaciones comerciales cotidianas ya no se interrumpen regularmente. Los mayores desafíos de la política exterior de la India se encuentran en sus fronteras: en China, Pakistán y Myanmar. Modi mira hacia el extranjero y ve importantes oportunidades, no solo en las relaciones con Estados Unidos, sino especialmente en el sur global, donde Modi se ha ganado un papel de liderazgo. En resumen, la India todavía se enfrenta a enormes desafíos a largo plazo, pero el atractivo personal de Narendra Modi en casa y las incursiones que ha ayudado a abrir para la India en el extranjero hacen del desarrollo de este país una de las historias más importantes de la próxima década.

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Ian Bremmer es Presidente de Eurasia Group