Iván Alonso

Han llamado mucho la atención las preguntas que algunos congresistas le hicieron esta semana al presidente del Banco Central de Reserva (), . Quedó en evidencia que los congresistas no han leído (o han olvidado) lo que dice la sobre las funciones del BCR. Pero antes de hacer escarnio de ellos, digamos que una cosa es saber que su función es “exclusivamente” mantener la estabilidad monetaria, algo que cualquiera puede paporretear en ese u otros foros, y otra muy distinta es entender cómo es que cumple esa función y cuáles son los efectos colaterales de sus acciones.

Decimos “exclusivamente”, entre comillas, porque no es exactamente lo que dice la Constitución. El artículo 84 señala una sola “finalidad”, la de mantener la estabilidad monetaria, pero a continuación le asigna otras “funciones”, como, por ejemplo, administrar las reservas internacionales. Si esto no equivale a tener más de un objetivo, tendríamos que concluir que las reservas internacionales deben administrarse de tal manera que necesariamente conduzca o contribuya a la estabilidad de precios. Pero es un hecho que el BCR con frecuencia compra o vende dólares, que es parte de la administración de las reservas, con el objetivo de evitar fluctuaciones bruscas del tipo de cambio, y no exactamente para evitar o corregir un aumento de la inflación.

No es descabellado preguntar, aun cuando el BCR no tenga injerencia directa en la creación de empleo, por el efecto de sus acciones en la misma. La manera como el BCR trata de mantener la estabilidad de precios es subiendo o bajando la llamada tasa de interés de referencia. Lo que haga al respecto influye en el crédito bancario y, en consecuencia, en el nivel de actividad económica e indirectamente en el empleo.

Tampoco es descabellado preguntar si la política monetaria ha beneficiado a algún grupo en particular. Las variaciones en la tasa de interés de referencia inyectan o succionan crédito de sectores específicos de la economía. El potencial para favorecer, por designio o por azar, a determinadas empresas o personas ciertamente existe. A nivel internacional, da la impresión de que la Reserva Federal, el banco central estadounidense, ha estado más preocupada, desde la crisis internacional del 2008 y especialmente durante la pandemia, por la estabilidad de los mercados –o sea, de los inversionistas– financieros que por la estabilidad de precios.

De manera que, si bien las formas de los congresistas pueden no haber sido las más apropiadas, algunas de sus preguntas –no todas– son absolutamente legítimas.






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Iván Alonso es Economista