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Hace 15 años, el entonces CEO de Time Warner (compañía que hoy conocemos como Warner Bros. Discovery), Jeff Bewkes, tuvo la ‘genial’ idea de ningunear a Netflix; una compañía que, hasta entonces, se mantenía en senda de crecimiento, pero que seguía siendo un actor emergente y poco valorado en el rubro del entretenimiento.
En una entrevista con “The New York Times” –fiel al estilo estadounidense de hablar sin rodeos y decir las cosas de manera directa–, Bewkes minimizó significativamente el avance que la plataforma de streaming había registrado en el mercado hasta esa fecha, comparando la idea de que Netflix sería una amenaza para las compañías legacy de su sector con la descabellada idea de que el Ejército de Albania podría, en algún momento, conquistar el mundo. “No lo creo”, argumentaba el ejecutivo sin chistar (y, obviamente, sin capacidad alguna de ver más allá).
Bewkes no era el único actor de la industria hollywoodense que pensaba de esta manera sobre Netflix, y tampoco fue el último en menospreciar su crecimiento, así como el surgimiento de las diversas plataformas que hoy conocemos y utilizamos ampliamente. La historia es ampliamente conocida, y el resultado de subestimar los vertiginosos cambios en dicho rubro lo hemos visto: muchas empresas, de muy larga data, se vieron prácticamente forzadas a ejecutar cambios significativos en sus operaciones, casi a regañadientes, en aras de evitar que sus cuantiosas ganancias siguieran reduciéndose de manera veloz.
Las declaraciones de Bewkes, no obstante, son particularmente risibles puestas en tiempo presente, si consideramos la posición en la que se encuentra Warner Bros. Discovery (WBD) actualmente. Con la disminución de ingresos progresiva y las dificultades para incrementar su participación de mercado en el mundo del streaming, los accionistas de la compañía tienen varias motivaciones para contemplar un proceso de compraventa, por más tedioso que resulte. Y quién podría haberse imaginado hace 15 años, cuando Bewkes dio esas declaraciones, que el principal postor sería, nada más y nada menos, que la dichosa compañía nacida en Silicon Valley, que hace más de una década no podía ni pisarle los talones.
Hoy, como sabemos, existe un acuerdo para que Netflix pague hasta US$83.000 millones por los principales activos de WBD, entre los que se listan sus estudios cinematográficos, HBO y HBO Max. Y aunque Paramount haya presentado una oferta hostil para quedarse con todo WBD (por poco más de US$108.000 millones), el acuerdo entre Netflix y Warner seguirá avanzando hacia las diversas instancias regulatorias. Incluso el acuerdo firmado por ambas compañías estipula que si WBD acepta una oferta superior, como la de Paramount, deberá pagar cerca de US$2.800 millones a Netflix; un monto no menor.
Al final de cuentas, lo más codiciado para Netflix –y para cualquier otro postor que entre en la puja– es la valiosa propiedad intelectual que posee WBD: hablamos de uno de los catálogos más importantes del cine moderno, que va desde los superhéroes de DC hasta el universo de Harry Potter y otras populares series originales de HBO. Ahí está la mina de oro y el mayor valor que Netflix –e incluso Paramount– busca obtener de esta operación.
A quienes planean seguir el desarrollo de esta saga: acomódense en sus butacas y disfruten su canchita, porque este show promete ser largo.

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