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Manzanas podridas
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Se han inscrito 35 fórmulas presidenciales para las elecciones. Con estas van 1.383 listas de candidatos para el Senado, la Cámara de Diputados y representantes del Parlamento Andino.
La democracia es el gobierno de la mayoría, en el sentido en que la mayoría decide quién debe gobernar o legislar. Decidir no es tirar los dados. No es vendarse los ojos y jugar a la piñata.
Decidir supone un acto racional. La decisión es la voluntad de escoger un camino entre varios otros. Es la voluntad, no el capricho ni el azar.
Las fórmulas, además, incluyen a dos vicepresidentes, y ya sabemos que hasta el segundo puede ser presidente.
Los vicepresidentes generalmente se ponen para mejorar la decoración, para cumplir con la ley o para atraer segmentos específicos de votos.
Los vices no son personas que se prepararon años para gobernar. No estudiaron cómo funciona la administración pública, no tienen idea del presupuesto nacional ni menos de cómo resolver los problemas de la criminalidad y la corrupción.
Vamos a elegir a esos vicepresidentes también. A estas alturas, ¿tiene el elector alguna idea de lo que hay en esa canasta? ¿Tiene la seguridad de que no sacará de esta la manzana podrida?
Con la presidencia sucede lo mismo. Hay algunos cuantos nombres conocidos, pero ninguno por su carácter de estadista.
Keiko Fujimori, por ejemplo, llegó a tener la mayor bancada parlamentaria de los últimos años. ¿Qué hizo? La aniquiló. No supo encontrar coincidencias con el gobierno de PPK, y más bien quiso someterlo y “vengarse” del supuesto fraude electoral.
Rafael López Aliaga es otro candidato conocido. Manda los tractores antes de revisar los títulos de propiedad. Tiene muy poco respeto por los contratos y confunde su entendimiento con el de los jueces.
César Acuña, de APP, no puede articular muchas palabras y menos párrafos enteros. Ha querido vender la idea de que alguien que hace dinero es capaz de gobernar bien el país.
Fujimori y Acuña, no hay que olvidarlo, fueron socios políticos del desastroso gobierno de Dina Boluarte. La sostuvieron a pesar de los claros indicios de corrupción. La sacaron de manera dudosamente constitucional, a través de una vacancia por incapacidad moral. No vieron esa incapacidad durante el cogobierno.
Postula también Vladimir Cerrón, prófugo de la justicia, denunciado por actos de corrupción.
¿Es esto una elección democrática? ¿La canasta tiene una sola manzana podrida? Esto se parece, más bien, al fin de la democracia.

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