El haberse visto obligado a retroceder en su decisión de reducir el ‘drawback’ de inmediato es una muestra más de la torpeza del ministro de Economía y Finanzas, José Arista. Aunque hay una larga lista de tropiezos que nos recuerdan constantemente el daño que su presencia en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) le está haciendo a su institucionalidad –el vacío en el directorio de Petro-Perú, por ejemplo–, el haber ordenado un cambio con tantas implicancias sin el apoyo del Gobierno y sin escuchar a los gremios empresariales resulta francamente increíble.
Recordemos que el ‘drawback’ permite a los exportadores recuperar los aranceles que pagaron por importar sus insumos y su propósito es compensar la pérdida de competitividad que asumen por operar en el Perú.
Actualmente, los exportadores pueden pedir la devolución del 3% del precio FOB –sin costos de transporte– de lo que importaron, pero el MEF busca que, desde el 1 de enero del 2026, solo puedan recuperar exactamente los aranceles que pagaron y así lo determinó en un decreto supremo publicado el sábado, que también ordenaba que el ‘drawback’ bajara del 3% al 1% a partir de hoy, y al 0,5% el 1 de julio del 2025.
Los gremios empresariales, con razón, reclamaron que esto afectaría la capacidad del sector exportador de seguir generando empleo en el país y el miércoles por la tarde el MEF se vio obligado a publicar otro decreto postergando la reducción del 3% al 1% hasta el 31 de julio del 2025.
Es positiva la reacción rápida del MEF, pero en un gobierno medianamente funcional esto no debería haber sucedido jamás, pues sienta un pésimo precedente justo cuando se requiere reducir el déficit fiscal. ¿Con qué autoridad podría el MEF siquiera soñar en eliminar exoneraciones tributarias o moderar el gasto? Arista está atrapado en una jaula que su propia incapacidad ha creado. El ministro debería tener muy claro que cualquier medida para incrementar la recaudación o reducir el gasto, por definición, va a generar rechazo y, por ello, estas iniciativas deben estar profundamente estudiadas y cuidadosamente justificadas, como las alternativas con menor costo y mayor beneficio entre una larga lista de posibilidades.
Pero el MEF no ha hecho el mínimo trabajo requerido para poder defender esta medida, ni al interior del Ejecutivo ni ante los que van a cargar con sus costos. Más bien, con este amago, ha generado el escenario perfecto para que otro sector o entidad pública logre neutralizar al MEF en sus próximos intentos, y ha afectado la confianza empresarial necesaria para que avance la economía y aumente la recaudación. Y el déficit, ¡ay!, sigue en 4%.