Hoy en América Latina cuesta mucho construir partidos políticos. De acuerdo a Levitsky, Loxton y Van Dyck (2016), en las últimas tres décadas apenas once partidos nuevos han logrado alcanzar un nivel significativo de institucionalidad. La gran mayoría muere rápido o vive en la intrascendencia. Ya ni qué les digo en el Perú.
PARA SUSCRIPTORES: Incapacidad “moral” permanente, por Alonso Villarán
Construir partidos es un proceso lento, que pasa por atraer buenos candidatos a una organización para que hagan carrera en ella. Implica establecer vínculos con votantes que, poco a poco, reconocerán en el partido un promotor de sus posiciones e intereses. Intentar “fidelizar” a esos votantes y atraer militantes es parte clave de este proceso de construcción.
Por esta enorme dificultad actual, me impresiona mucho ver cuando, por diversas razones, se autosabotean esfuerzos embrionarios de construcción partidaria. Tenemos impresionantes historias recientes de cómo en muy poco tiempo se dilapidó capital político.
El fujimorismo batió algún récord mundial en su increíble capacidad para demoler lo avanzado. Por su rabia electoral, el estilo agresivo adoptado en el Congreso y querer acabar con las investigaciones contra su lideresa, acabó con un esfuerzo de años que ya mostraba cierta organización. Le guste o no a usted este partido, era claro que el Congreso 2016-2021 era su gran oportunidad. La mejor evidencia de su error y retroceso es el contraste entre su buena elección regional del 2014 y el desastre en la del 2018.
También entra al grupo el Frente Amplio. En el 2016 tenía una candidata posicionada, 20 curules y un discurso atractivo para ciudadanos que votan por la izquierda en busca de representación. Todo listo para comenzar a construir. Divisiones internas, disputas incomprensibles para los ajenos al grupo, y poca visión de quienes tenían la inscripción acabaron con ese potencial. En las elecciones locales, fragmentados y desapercibidos. ¿Han considerado cuál hubiese sido su peso en el actual Congreso de seguir juntos?
Ahora Acción Popular se cuela en el selecto grupo. Un partido que, por diversas razones, había logrado mantener un símbolo atractivo y obtenido buenos resultados electorales recientes. Ganar la mayor bancada del nuevo Congreso lo ponía en posición privilegiada para construir una buena oferta para el 2021. Debía buscar un candidato adecuado, armar una lista congresal atractiva y apostar por ese espacio político centrista y regionalista que le ha dado sus mayores éxitos.
Más bien optó por lo que venimos viendo estos meses y que en estos días ha tenido su momento cumbre con el proceso de vacancia. Canceló la que era su mejor apuesta, buscar un espacio similar al que ocupa el Gobierno, y optó por la oposición. Pudo ser crítico pero recoger las demandas de quienes apoyan a Vizcarra. En vez de hablarle a ese elector que apoyó la disolución del Congreso y fue crítico de la mayoría fujimorista, se sumó al sector opositor duro. Además, ha apoyado causas populistas en lo económico.
No siempre la oposición al Ejecutivo o el radicalismo económico será un mal negocio electoral. De hecho, para Unión Por el Perú debe ser un buen negocio pues refuerza su imagen intransigente. Pero ese no es el espacio electoral de Acción Popular, por favor. Es evidente que su votante reciente y su potencial votante el 2021 no quería verlo peleando con Vizcarra ni atendiendo estas agendas.
¿Qué ha llevado a esta desconexión? Varias cosas. Políticos amateurs atrapados en cámaras de eco. Intereses pequeños, particulares, que ponen otras prioridades por encima de lo electoral y evitan ver la foto grande. Y claro, el voto preferencial que refuerza estas preocupaciones pequeñas y segmentadas.
Ahora es difícil pensar en un buen desempeño el próximo año. El rechazo a Merino y al Congreso será asociado a Acción Popular. Difícil que se confíe en su nueva lista al Congreso, ya se conoce lo que trae de sorpresa. Y más complicado conseguir un equipo técnico de gobierno con el antecedente. Es muy fácil culpar a Manuel Merino del resultado. El suicidio ha sido grupal.