Andrés Oppenheimer

El crecimiento del candidato opositor en las encuestas para las elecciones del 28 de julio en ha generado crecientes temores de que el dictador suspenda los comicios o inhabilite a su rival con cualquier pretexto en los próximos días.

Frente a estos escenarios, están circulando varias propuestas de acción diplomática regional.

Una de las ideas que circula es enviar una misión de ministros de Relaciones Exteriores latinoamericanos a Venezuela para observar las elecciones y ofrecerse como mediadora en caso de un potencial conflicto poselectoral.

La misión podría incluir por igual a representantes de países amigos y críticos del régimen de Maduro, como Brasil, Colombia, Chile, Argentina y Guatemala. Este “grupo de acompañamiento” podría ofrecerse como potencial mediador entre el gobierno y la oposición en caso de un estallido de violencia, dicen los partidarios de la idea.

Maduro sufrió un duro golpe propagandístico durante un reciente acto de campaña en la ciudad de San Cristóbal, en el estado de Táchira, cuando una cámara indiscreta lo captó quejándose con el gobernador local por la poca cantidad de personas que habían acudido al mitin.

Una nueva encuesta publicada por Hercón Consultores muestra a González Urrutia liderando con el 68,4% de los votos, frente al 27,3% de Maduro. Otra encuesta de Datanálisis, que analiza varios escenarios, sitúa a González Urrutia a la cabeza por un margen de entre el 18% y el 25% de los votos.

Cuando le pregunté al candidato opositor González Urrutia en una entrevista si teme que Maduro suspenda las elecciones o lo inhabilite antes de arriesgarse a una derrota, me dijo que tal vez sea demasiado tarde para eso.

“Claro que sí, que pueden hacerlo, sobre todo porque es un gobierno que no tiene límites para acudir a tretas como esas”, me dijo González Urrutia. “Pero sería admitir públicamente que están perdidos. No creo que se arriesguen a tomar esa decisión”.

Sin embargo, varios líderes opositores me han dicho en privado que, ante los resultados de las últimas encuestas, Maduro puede estar tentado de tomar medidas extremas. Aunque ya implementó varias tretas para reducir el voto opositor, como impedir que se registren para votar a unos 4,5 millones de venezolanos en el exterior, Maduro puede haber concluido que le sería más fácil suspender los comicios que manipular el conteo de votos el día de la elección.

Carlos Vecchio, quien fue embajador del expresidente interino Juan Guaidó en Washington, está entre quienes apoyan la idea enviar una misión de mediación de ministros de Relaciones Exteriores regionales a Venezuela.

“Es posible que veamos momentos de alta conflictividad”, me dijo Vecchio. “Una misión in situ de cancilleres latinoamericanos podría tener acceso a ambas partes y ayudar a evitar que Maduro haga alguna locura”.

La historia podría repetirse: cuando Maduro se reeligió fraudulentamente en el 2018, hubo protestas masivas, y los paramilitares del régimen mataron a unas 7.000 personas, según la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

A menos que las democracias latinoamericanas se pongan las pilas y envíen una misión regional a Venezuela, es muy probable que Maduro intente manipular los resultados electorales y luego convoque a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), un grupo regional controlado por gobiernos de izquierda, para bendecir su fraude.

Para evitar un baño de sangre y una nueva ola de migración masiva, las democracias de la región deben involucrarse cuanto antes en estas elecciones, como lo está pidiendo González Urrutia. El costo de no hacerlo sería demasiado grande para todos.


–Glosado y editado–.

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Andrés Oppenheimer es periodista