La semana culmina con nuevo ministro de Relaciones Exteriores y con otro viaje de la presidenta Dina Boluarte, que con los cambios en la cancillería zanjó políticamente el asunto de la tan anunciada (pero frustrada) reunión bilateral con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
Todos vimos a Joe y Dina caminar tomados de la mano; lo que no vimos es la foto de los dos mandatarios conversando con las banderas de cada uno de los países, por lo que desde el Ministerio de Relaciones Exteriores se apresuraron a decir que la reunión con Biden no se realizó con “los protocolos que caracterizan las reuniones bilaterales”.
El exembajador de Estados Unidos en el Perú Brian Nichols, quien actualmente se desempeña como subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, afirmó que Biden y Boluarte sí conversaron por varios minutos. “Fue una oportunidad de intercambio de ideas sustantivas e importantes entre los líderes”, dijo el diplomático.
Más allá de cómo se dio la reunión, si caminaron, se sentaron, hablaron o se contaron chistes, plantear reuniones bilaterales con otros presidentes cuando estas no se tienen confirmadas, no es un asunto menor, y la mandataria termina desgastándose en torpezas políticas que son la delicia de sus más agrios detractores.
¿Por qué exponerse a un viaje como este cuando estaba cantado que una semana después tendrían que pedir autorización para asistir a la trigésima reunión de líderes económicos del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC)? Si un viaje no tiene que perderse Boluarte es precisamente el de la Cumbre APEC que se realizará el 16 y 17 de noviembre en San Francisco, California. En esta cita, los líderes de las 21 economías miembros del foro abordarán los principales desafíos en la economía global y de la región Asia-Pacífico. Además, APEC 2024 se realizará en el Perú, por lo que resulta importante la presencia de la mandataria en esta cita.
Si bien el Parlamento le ha dado la autorización para salir del país, los viajes anteriores –muchos de ellos prescindibles– pusieron en riesgo el único viaje que sí vale la pena realizar.
Y si algo positivo se debe destacar de la comedia de errores que dejó la frustrada cita bilateral, es el espíritu de renuncia de la excanciller Ana Cecilia Gervasi y el exembajador en Estados Unidos Gustavo Meza-Cuadra, que con hidalguía asumieron la responsabilidad política del desaguisado.
Otro hecho positivo y digno de subrayar es el nombramiento de Javier González-Olaechea como nuevo canciller de la República. Su ingreso al Gabinete Ministerial ha generado expectativa. Se espera mucho de su gestión.