Una nueva ronda de diálogos entre el Ejecutivo y las bancadas que conformarán el Congreso próximo a instalarse se inició ayer. Al final de la tarde, efectivamente, parlamentarios electos del Partido Morado se dieron cita con el presidente del Consejo de Ministro, Vicente Zeballos, así como con los titulares de las carteras de Economía y Finanzas, y Justicia y Derechos Humanos.
La idea es que los encuentros cumplan una función de seguimiento y profundización de los sostenidos a principios de este mes, que fueron casi protocolares y en los que solo se hizo un listado de temas de interés mutuo. Ha trascendido que, aparte de escuchar las inquietudes del Gobierno acerca de las reformas cuya aprobación tendrá en sus manos el nuevo Legislativo, algunos partidos se animaron a plantearle al presidente asuntos vinculados a su gestión, pero no parecen haber sido demandas de acción inmediata. El pedido de la incorporación de las Fuerzas Armadas al combate contra la inseguridad en las calles, por ejemplo, dejó el sabor de ser más la recitación de un tópico que una solicitud de atención perentoria.
Para esta nueva etapa, sin embargo, los diversos grupos congresales que asistan a las entrevistas harían bien en recordar que las funciones para las que han sido elegidos son tres: legislar, fiscalizar y representar. Un detalle importante de subrayar porque en el ciclo de conversaciones anterior las materias abordadas tuvieron que ver predominantemente con la primera de ellas.
En ese sentido, es positivo que la agenda incluya los decretos de urgencia emitidos por el Ejecutivo durante el interregno parlamentario y cuya constitucionalidad es, en no pocos casos, discutible. Adelantar la tarea de fiscalización al respecto resulta sensato… pero no es suficiente. Hay otras cuestiones que seguramente preocupan desde ya a la nueva representación nacional y cuya discusión con el Ejecutivo podría ser adelantada.
Para empezar, la permanencia de la señora Susana Vilca Achata en el Ministerio de Energía y Minas. Su nombramiento, como es público, viene siendo severamente cuestionado desde todos los sectores políticos a causa de las 17 concesiones mineras no declaradas ante la contraloría de las que fue propietaria en la década pasada y por sus vínculos con la minería informal: dos asuntos que precipitaron su salida del Viceministerio de Minas en el 2011. A esto hay que sumarle las denuncias de dos trabajadores de su despacho cuando era congresista del humalismo. Según declararon ellos, la entonces legisladora les demandó que depositasen la mitad de sus sueldos en cuentas a nombre de su hijo Russel Lozada.
Confrontado con estos hechos por la prensa, el presidente del Consejo de Ministros solo ha atinado a decir: “Todos tienen derecho a su rehabilitación”. Y es evidente que lo absurdo de la respuesta solo ha empeorado las cosas.
¿No tendría que ser entonces la salida de la señora Vilca del Gabinete una de las cuestiones centrales a tratar en las nuevas citas entre las futuras bancadas y el Gobierno? ¿Tendría acaso sentido dejar el planteamiento de ese problema –y cualquier otro que pudiese existir a propósito de la actual conformación del equipo ministerial– para cuando Zeballos vaya a pedir el voto de investidura al Parlamento dentro de un mes o más?
Otro tema que podrían discutir en esta oportunidad las bancadas con los representantes del Ejecutivo es la peregrina idea del jefe de Estado de dejar al presidente del Congreso a cargo del despacho presidencial en la eventualidad de que, una vez aceptada la renuncia de Mercedes Araoz a la vicepresidencia, él tuviera que viajar al extranjero. La imaginativa figura no resiste análisis constitucional y sería mejor dejarlo en claro desde ahora.
Se trata, en fin, de convertir este nuevo ciclo de encuentros entre los representantes del Ejecutivo y el futuro Legislativo en un esfuerzo de objetivos nítidos y palpables. Es decir, en una ronda seria y que dé testimonio de que el contrapeso entre esos dos poderes del Estado tiene que volver a ser uno de los componentes de nuestro sistema político si se lo quiere considerar una democracia.