Al cierre de esta edición, el nuevo directorio de Petro-Perú no había sido todavía designado, pero los nombres que se barajan para integrarlo son más que preocupantes.
Ello, porque se trata de personas que ya han estado ligadas al manejo de la empresa estatal o al sector hidrocarburos dentro del Estado con los resultados que ya conocemos. En particular, la más importante de todas ellas, Alejandro Narváez (quien ha sido tanteado por la mandataria para ocupar nada menos que la presidencia del directorio), ha tenido comentarios recientes bastante duros con el directorio saliente (“es incapacidad de dirigir una empresa tan importante como Petro-Perú y lo han demostrado durante siete meses”, ha afirmado) y se ha mostrado en contra de la propuesta de que un gestor privado pueda administrar la compañía. Para Narváez, hay “mejores opciones”, como “la reestructuración patrimonial y financiera”. Además, una fuente contó a este Diario que Narváez todavía no ha sido oficializado por un problema de otra naturaleza. En 1973, cuando tenía 16 años, se le impuso “prisión condicional” por una presunta violación, que él califica como una “calumnia”.
Pero, como decíamos antes, la foja de servicios prestados en la materia que se le pretendería encargar constituye el principal punto en contra de su eventual designación. Un punto en contra que comparte el resto de los nombres con los que el Gobierno estaría pensando completar el directorio de Petro-Perú… Narváez, quien postuló en las últimas elecciones como el número uno de la lista congresal de Juntos por el Perú en Apurímac, ya tuvo la responsabilidad en cuestión entre el 2003 y el 2005, y lo mismo cabe decir de Isabel Tafur y Aurelio Ochoa, alegres gestores de la situación que el Gobierno teóricamente quiere hoy solucionar. Entre tanto, Enrique Bisetti, otro de los voceados para el nuevo directorio, ha sido viceministro de Hidrocarburos y fue asesor del controvertido Hugo Chávez Arévalo. Todos ellos, adicionalmente, están vinculados a Óscar Vera, el cuestionado exministro de Energía y Minas de esta misma administración al que la jefa del Estado ha tratado de reinsertar, sin éxito por el momento, en la conducción de Petro-Perú.
Como se ve, lo que las designaciones en ciernes prometen es un retorno a la visión estatista y deficitaria que ha caracterizado el manejo de Petro-Perú en las últimas décadas. Y lo que confirmarían es que la decisión de hacer oídos sordos a las críticas, proclamada recientemente por la presidenta Dina Boluarte como una suerte de máxima de su gobierno, está más vigente que nunca.