Escucha la noticia

00:0000:00
No les interesa
Resumen de la noticia por IA
No les interesa

No les interesa

Resumen generado por Inteligencia Artificial
La IA puede cometer errores u omisiones. Recomendamos leer la información completa. ¿Encontraste un error? Repórtalo aquí
×
estrella

Accede a esta función exclusiva

En setiembre pasado, la fundación suiza New7Wonders (N7W) anunció que corría serios riesgos de perder su clasificación como maravilla del mundo, un rótulo que ostenta desde el 2007 junto con monumentos como Chichen Itzá (México), el Coliseo Romano (Italia) o la Gran Muralla (China). Las razones saltaban a la vista: problemas con el sistema de venta de boletos (que incluían denuncias de corrupción), masiva afluencia de visitantes sin planificación, deficiencias en el transporte para llegar hasta la ciudadela y conflictos sociales que dejaban a los turistas varados, entre otros, habían convertido lo que debía ser un viaje de ensueño en una verdadera pesadilla.

Tres meses han pasado desde entonces y las autoridades competentes poco o nada han hecho para cambiar esta realidad. Por el contrario, el Ministerio de Cultura se ha limitado a reconocer a la Unesco como el único organismo competente para calificar el estatus de Machu Picchu, desdeñando la advertencia de N7W. Esto, por supuesto, es un error, no solo porque la propia Unesco ha formulado observaciones sobre el estado actual de nuestra maravilla del mundo que son muy parecidas a las señaladas por la fundación suiza, sino también porque la calificación de esta última tiene consecuencias en el flujo de turistas hacia nuestro país. Como explicó el presidente de la Cámara de Comercio de Cusco, Fernando Santoyo, “gracias a la designación de maravilla del mundo prácticamente se duplicaron los flujos de turistas a Machu Picchu”.

La ciudadela inca, además, es el gran atractivo turístico de nuestro país… por lejos. Expertos han destacado que, de los cuatro millones y medio de turistas que llegan cada año al Perú, un millón y medio lo hacen específicamente por Machu Picchu. De manera que cualquier afectación a su imagen en el exterior es un golpe directo al turismo nacional, en momentos en los que este sector todavía no recupera sus niveles prepandemia.

Las propuestas de solución no escasean. Los especialistas han explicado que Machu Picchu requiere una autoridad autónoma que la gestione y que esté adscrita al ministerio correspondiente. En el Congreso, sin embargo, han optado por otro camino: un proyecto para crear una autoridad supeditada al Gobierno Regional de Cusco y, con ello, a los vaivenes políticos que justamente explican, en parte, la crisis que atraviesa la ciudadela. La iniciativa ya ha sido aprobada en primera votación y está pendiente de ser ratificada.

A este paso, Machu Picchu perderá la categoría de maravilla del mundo. Y, cuando eso pase, nuestras autoridades no podrán decir que no lo sabían. La verdad es que parece que no les interesa.

Editorial de El Comercio

Contenido Sugerido

Contenido GEC